Miguel Cane
La mas reciente cinta de Catherine Hardwicke, la directora de Crepúsculo, es, ostensiblemente una versión “gótica” (lo que sea que se entienda por el término) del cuento de Caperucita Roja. En sus propias palabras, la directora lo ha llamado un filme “oscuro y cargado de matices”. Y aunque seguramente ella cree que dentro de su versión del mito de Caperucita realmente existe una película así, las verdaderas intenciones del estudio no son tales, sino refritearse el éxito de la saga vampírica Crepúsculo con un triángulo amoroso insulso entre una rubia y dos hombres lobo.
La Hardwicke como directora de cine de intriga y terror no funciona. De hecho, pese haber realizado la notable A los trece (2003), el resto de su currículum resulta bastante soso; en esta cinta hace alarde de una notable doble moral sexual, al marcar paralelismos entre sexo y peligro para más tarde desdecirse y cimentar su clímax en esto; así, primero se anuncia la sensualidad en algo prohibido y pecaminoso, para luego lanzar una (timorata) proclamación contra el miedo y el fanatismo -la aldea parece una fortaleza con sus habitantes recluidos en sí mismos, elemento del que se aprovechará el pastor interpretado por Gary Oldman (sobreactuado a propósito, uno supone) para manejarlos a su antojo-.
Hardwicke no encuentra el ritmo de la historia y no aporta el más mínimo sentido del humor a la misma: todo es solemne y apretado, y si a ello se suma la idea del terror de Hardwicke, que se limita a meter con calzador algunos dizque sustos sin venir al caso, el resultado es casi tan insípido como Crepúsculo, que al menos tenía a Robert Pattinson para alborotarle la hormona al público; aquí no lo consigue: el sustituto de Pattinson en turno (Shiloh Fernández, como Peter, el leñador) es aún más acartonado y mal actor que el mentado inglés y tiene química nula con Amanda Seyfried, que es una actriz de eficacia probada, y que como Valerie, la protagonista de la cinta, está desperdiciada, pese a que su aspecto, entre inocente y sensual le queda perfecto al relato. Igualmente desperdiciadas están Virginia Madsen, como la madre de Valerie, y la monumental Julie Christie (uno espera que le hayan pagado bien por esto) como la abuela, el único personaje con planteamiento interesante y que no obstante, no se desarrolla como debía, yéndosele a la directora una oportunidad de oro.
Frívolo y superficial, sin mucha visión y sin una atmósfera que lo justifique, el filme avanza a tropezones y se cae, entre los estereotipos y una banda sonora como el guión, tramposa y chocante como el final feliz metido a fuerza, por lo que resulta en una mediocre promesa que no se cumple.
La Chica de la Capa Roja/Red Riding Hood
Con Amanda Seyfried, Gary Oldman, Shiloh Fernández, Billy Burke, Virginia Madsen y Julie Christie.
Dirige Catherine Hardwicke
Estados Unidos 2011.