12 jun 2011

Hanna, de Joe Wright

La belleza de la bestia

Miguel Cane




La escena abre en un paisaje nevado. Observamos a un ciervo, cómo éste es vigilado, cazado y sometido por una figura velocísima. Es una niña, que lo ha flechado. Se acerca y con insólita ternura, le dice “casi fallo al darte al corazón”. Acto seguido, casi con piedad, mata a su presa. Así comienza la cuarta cinta de largometraje de Joe Wright (Orgullo y Prejuicio, la hermosísima Expiación, El Solista), que se aparta completamente de los caminos explorados con anterioridad, para aventurarse, sí, pleno de estilo, en una cinta de acción y suspenso, que tiene planteamientos morales y filosóficos sorprendentemente profundos para una trama de este tipo.





La pequeña cazadora que recién conocimos, es Hanna Heller (la impresionante Saoirse Ronan, que ha trascendido la promesa y es ahora una actriz formidable por derecho propio), ha sido criada en los bosques de Finlandia por Erik Heller (enorme, Eric Bana), que le ha enseñado todo lo que sabe acerca de la supervivencia, con el lema: “adáptate o muere”. Ha sido una educación carente de privilegios o de las cosas que hacen la vida fácil para un niño o un adolescente: a los 16 años, Hanna es una perfecta máquina de matar, pero no tiene idea de cómo relacionarse con un mundo al que teóricamente entiende, pero que prácticamente no conoce (por ejemplo, sabe lo que es la música, aunque nunca la haya oído antes).




Un dia, por decisión propia, Hanna decide dar un vuelco a su vida para salir de las huestes frías en las que creció y se coloca en confrontación calculada con la elegante, serena y desalmada Marissa Weigler, (Cate Blanchett, que nos conecta con su lado monstruoso con naturalidad) agente de la CIA, intrínsecamente relacionada con ella y con la historia de su vida. Así, a paso vertiginoso, la cinta va de Finlandia a Virginia, a Marruecos, a Cádiz, a Marsella, a Berlin.




Los planos secuencia que Wright suele preferir están bien presentes, así como sus giros y juegos de cámara. La cinta se torna trepidante y violenta, mientras se involucran una familia británica de vacaciones y una tropa de asesinos a sueldo teutones, que son pervertidos y sin miramientos. Hay sangre, hay fuego, hay una espectacular pelea en el metro de Berlin, y hay también una especie de cuento de hadas que sucede ante nuestros ojos: una fabulita amoral que se desenvuelve poco a poco y revela que presa y predador (Hanna y Marissa) son muy parecidas, que son fuerzas de la naturaleza y que sólo una quedará victoriosa, aún si la victoria resultará de cualquier forma amarga.




Con una estructura de thriller, Wright trabaja temas de tragedia griega, ficción especulativa y cuento de hadas para pintar un filme interesante, poco convencional, que no se toma la molestia ni de ocultar su brutalidad ni de explicarle todo al espectador o de responderle a las preguntas. Permite que se utilice la inteligencia y la imaginación para llenar cualquier laguna aparente y no pierde su ritmo vertiginoso hasta el cierre, aprovechándose de las locaciones y de una banda sonora espectacular de los Chemical Brothers, que además incluye la aparición insólita de “Kooks”, que probablemente sea la canción más tierna y cariñosa de David Bowie.

Hanna es un filme que tal vez no sea terriblemente popular, pero ese no es su objetivo: sacude, impacta, deslumbra, revela el mejor trabajo en años de dos grandes actrices (Bana es más bien un accesorio) y sobre todo, deja claro que Joe Wright es un director que literalmente, no le tiene miedo a nada.

Hanna
Con Saoirse Ronan, Cate Blanchett, Eric Bana, Tom Hollander y Olivia Williams
Reino Unido/Alemania 2011


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