13 ago 2011

Kristin Scott Thomas: primera actriz

Protagonista de numerosos filmes aclamados por la crítica, regresa con un éxito sorpresa del verano La llave de Sarah, que ha sido una sensación en Europa.

Miguel Cane




En el filme La llave de Sarah, basado en la exitosa novela de Tatiana de Rosnay, que tomó por sorpresa las listas de los libros más vendidos en Francia en 2008, y dirigido por Giles Paquet-Brenner, la elegante Kristin Scott Thomas (Cornwall, 1960) tiene uno de los mejores papeles de su carrera, que incluye filmes como El paciente inglés, Luna amarga y Hace mucho tiempo que te quiero: ahora interpreta a a Julia Jarmond, una periodista que poco a poco descubre que su hogar está intrínsecamente relacionado con la tragedia de una familia judía francesa durante el Holocausto. Tanto el libro como la cinta han recibido muy buena crítica y la actriz, que desde 1986 reside en Francia, ha recibido una nueva nominación al premio César (es la tercera vez).


Kristin Scott Thomas Cannes Film Festival 5/21/2003 Photo: Tony Barson, Wireimage.com


¿Qué te hizo querer formar parte de esta historia?
Conocí a Giles en Nueva York, cuando yo actuaba en una obra de teatro, la noche en que Obama ganó las elecciones presidenciales. Había leído el guión y lo encontré increíblemente interesante, porque aborda el complicado tema de cómo vivir con el pasado y seguir adelante con nuestras vidas, con la memoria llena de dolorosas historias que nos provocan culpabilidad y vergüenza. Son cuestiones que mucha gente ha llevado dentro durante muchos años. También me gustó el hecho de que trate sobre la redada de judíos de 1942 en París, que es algo casi tabú, pero desde un punto de vista diferente, fijándose en la consciencia moderna de una tragedia que la mayoría ha olvidado. En aquel momento Francia se dividía entre los héroes y colaboradores por un lado, y la inmensa mayoría que sólo quería salvarse, por el otro. Es bueno y liberador poder tratar estos temas.


Kristin Scott Thomas in Sony Pictures Classics' The Valet


¿Cómo se prepararon tú y el director para la película?
No nos vimos mucho antes del rodaje, porque yo estaba ocupada con la temporada en Broadway. Fue justo antes de empezar, que Giles me enseñó las escenas de 1942 que se acababan de rodar y eso me ayudó mucho. En el rodaje, lo que más me sorprendió fue su actitud frente a los problemas. Cuanto más difíciles se ponían las cosas, más claras y precisas eran sus indicaciones y decisiones. Eso nos daba mucha tranquilidad.


Kristin Scott Thomas Cannes Film Festival 5/21/2003 Photo: Tony Barson, Wireimage.com


¿Fue complicado entrar en el personaje de una periodista estadounidense casada con un francés que hace un reportaje sobre la conmemoración de la redada?
No mucho, porque mi personaje es muy cercano a mí, socialmente. Tengo muchos amigos periodistas, como Julia. Yo podría ser ella perfectamente, por lo que me fue muy fácil identificarme con su vida. Además, leí la novela antes de rodar y me ayudó a concretar aun más el personaje. Pero es importante entender que el personaje del libro no es el mismo que el de la película.




¿Fue emocionalmente duro tener que rodar escenas en el museo de conmemoración del Holocausto?
Mi suegra ha participado activamente en acciones para que esta tragedia no se olvide jamás. Formó parte de un comité que luchaba por colocar placas en las escuelas con los nombres de los niños judíos deportados y asesinados. Cuando las ves, o cuando entras en el Museo del Holocausto, y te enfrentas cara a cara con todos estos recuerdos, tu percepción de las cosas cambia. Como dice mi personaje en la película, cuando profundizas en el tema, te das cuenta de que es muy fácil imaginarse la importancia de ver como se llevaban a estos niños sin que pudieras protegerlos. Mi reacción al monumento al holocausto fue muy intensa, la misma que habría tenido mi madre, o, supongo yo, cualquiera.

Tu interpretación en toda la cinta es muy reservada y contenida. ¿Se buscó deliberadamente el alejarse del sentimentalismo para lograr un mejor efecto?
Dios, sí. Verás, teníamos que evitar esta trampa a toda costa. Nada de melodramas. El objetivo de la película es demostrar que la vida sigue y que el ser humano tiene esta capacidad de recuperarse ante la peor de las tragedias. Incluso después de todo lo que sufre, Sarah deja atrás a sus propios hijos. Era importante no centrar toda la atención en emociones inútiles, incluso si a mí, personalmente, me afectara profundamente. Mi personaje debe superar sus emociones. No hay que olvidar que Julia es una periodista de investigación que tiene en cuenta los hechos desde un punto de vista profesional. No empieza a sentirse afectada hasta que su investigación la lleva hacia Sarah y su historia. Y luego se da cuenta de que, tras haber perdido toda esperanza, está embarazada, pero su marido le pide que aborte. Todos estos elementos minan su personalidad y hacen que se sienta más vulnerable, pero mi interpretación no podía ser muy exagerada, porque la parte de la película que transcurre en 1942 ya es bastante sobrecogedora, y habría sido contraproducente exagerar las emociones en la parte moderna de la historia. De hecho, la comparación de las dos épocas nos demuestra que aunque las personas lograron superar los horrores de la Segunda Guerra Mundial, Julia siente que su mundo se derrumba cuando intenta hacer frente a situaciones mucho más simples en el siglo XXI.

Hay una conmovedora escena con el personaje de Aidan Quinn ¿que es lo que más te gusta de el como actor?
Su sencillez. Como aficionada al cine he sido fan suya desde hace ya muchos, muchos años, y fue una sorpresa ver lo profesional que es y lo poco estrella de Hollywood que es. Fue una maravilla trabajar con el, porque todo fue muy natural, igual que con Frédéric Pierrot, que interpreta al marido de Julia. De hecho fui yo quien le sugirió para el papel. Tiene un gran talento y es fascinante ver con qué facilidad se mete en un personaje tan complejo y multifacético: padre de familia, hijo enredado en asuntos turbios del pasado, marido y empresario. Es un privilegio verlo crear un pesonaje.

¿Dirías que es difícil salir del personaje cuando acaba un rodaje?
No debería serlo. Por tu propia sanidad mental. El rodaje fue complicado porque, como ya he comentado, tuve que interpretar a esta mujer que se lo guarda todo dentro y vive con una terrible angustia emocional que no se permite revelar. Julia quiere desentrañar todo el misterio del pasado mientras una nueva vida se gesta en su interior. Es una contradicción muy compleja de interpretar y que requirió una gran concentración. Yo soy muy diferente. No soy afecta a guardarme las cosas. El estoicismo, en la vida real, no se me da. Soy muy afecta a la confrontación, a hablar las cosas hasta la última palabra. Créeme, eso me ha traído algunos problemillas desde que yo era una niña (se ríe). Julia, en cambio, aguanta, aguanta y aguanta un poco más... y a la larga eso te agota. En cuanto terminó el rodaje, me tomé unas vacaciones y me desconecté por completo de ella. Es un personaje bellísimo y muy satisfactorio, pero como todos los personajes así, lo mejor es dejarlos en el set y hacer otra cosa de inmediato.

¿Cómo te sentiste al ver la película ya terminada?
¡Me encantó! Durante el rodaje jamás tuve una idea completa de la fuerza de la película. Lo que no se veía en el guión, y lo que Giles logró a la perfección durante la fase de edición, fue la increíble mezcla entre presente y pasado. Giles consiguió enlazar de un modo muy bien definido los dos periodos, y por eso al final, como espectadores, estamos tan enganchados a la investigación de Julia como a la fuga de Sarah. Y esto tuvo que ser un reto. Y lo hizo además como un filme muy hermoso. Espero que el público aprecie ese trabajo y también que se lleven algo de la cinta con ellos al salir del cine.



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