Miguel Cane
Estadounidense avecindada en París, la periodista Julia Jormond (una espectacular Kristin Scott Thomas) se propone escribir acerca de los sucesos que en julio de 1942 llevaron al gobierno colaboracionsta francés a encerrar a miles de judíos en el Velódromo de Invierno para su posterior deportación, y al resto del pueblo a apartar la mirada. Sesenta años después del holocausto, Julia quiere mantener vivo ese recuerdo a través de la historia de Sarah Starzynski, una niña que llevó consigo una historia trágica: la de la promesa que hizo a su hermano menor, que a su vez implica una tragedia impactante.
Adaptando la novela de Tatiana de Rosnay, Gilles Paquet-Brenner traza una parábola sobre la pérdida de la inocencia en la que una niña se convierte en metáfora de una Europa que de repente debe pasar a la edad adulta vía trauma y que sólo puede tener un destino último al contemplar el horror del que son capaces las personas. Y habla de los temas que siempre han rodeado y siempre rodearán tan trágicos hechos: el remordimiento y la culpa de los responsables de la atrocidad. Lo curioso en La llave de Sarah es que ese remordimiento y culpa terminan manifestándose más en la experiencia de quien no es responsable directo (la propia Julia) que de las propias autoridades del régimen de Vichy.
Por eso es quizá más interesante el vínculo invisible que surge entre Julia y Sarah que la propia contextualización histórica: ambas mujeres están imbuidas por un fuerte sentido de la responsabilidad hacia una "causa perdida". Sarah no cesará de intentar cumplir su promesa a su hermano; Julia no descansará hasta que no reconstruya y explique toda la historia de Sarah. Y ello se convertirá en una cruzada de la periodista en pos de la verdad que la llevará casi quijotescamente a perseguir el matiz histórico ya sea París, Nueva York o Florencia. Porque para Julia se trata de rescatar del olvido aquello que se conoce como la Memoria Histórica.
Sin embargo, aunque la trama es estupenda, el resultado no llega a ponerse a la altura de esas buenas intenciones. La película parece un remedo de algunos de los últimos éxitos del drama con ojo puesto en el Holocausto (La decisión de Sofía, La vida es bella, El Pianista, El lector), solo que Paquet-Brenner prefiere jugar la carta del melodrama en algunas ocasiones, lo que termina por deslucir un conjunto que, parece, buscaba la desnudez honesta de las emociones. Afortunadamente en muchas escenas encuentra un sabio equilibrio entre el drama desgarrado y la sensibilidad delicada, si bien las dos historias paralelas no terminan de embonar y el conflicto sentimental de Julia, con un marido de por medio y un bebé por nacer queda desdibujado, poco desarrollado y, por ello, frustrante.
Tanto Kristin Scott Thomas (Julia) como Mélusine Mayance (Sarah) hacen un trabajo espléndido porque han sabido captar la esencia de ambos personajes. La primera es una mujer madura que tiene que hacer frente a una gran carga emocional que le llevará a cambiar su vida, y Kristin expresa muy bien esa lucha interior. Por otro lado Sarah es una chica que lucha para sobrevivir y Mélusine sabe interpretar ese aspecto.
Esta es una película sencilla y emotiva, sin grandes pretensiones, que muestra al espectador una de las muchas historias, horribles, que dejó el nazismo, aunque pudo haber llegado mucho más lejos, pero no se atreve a saltar al vacío. Y eso es una pena porque habría funcionado muy bien.
La llave de Sarah/Sarah's Key/Elle s'appelait Sarah
Con Kristin Scott Thomas, Michel Duchaussoy, Niels Arestrup y Mélusine Mayance
Dirige: Gilles Paquet-Brenner
Francia/Reino Unido/Italia 2010