La lucha carnal
Miguel Cane
El surgimiento (o bien, resurgimiento, después del calamitoso fracaso hace unos diez años de su aparición como villanazo en la última de Star Trek, previa al reboot de J.J. Abrams) de Tom Hardy como estrella de cine ha sido sorprendente y bienvenido: su carisma ha servido para dar sustancia a algunos proyectos, como una adaptación de la BBC al perenne clásico Cumbres Borrascosas; la impresionante Bronson y el filme que lo acercó más al público: Inception, de Nolan, en la que era el simpaticón y sexualmente ambiguo “falsificador”.
Ahora, mientras llega el estreno de la nueva cinta de Nolan sobre Batman, en la que interpreta al grotesco villano Bane, se estrena La Última Pelea, un melodrama de artes marciales en el que es estrella indiscutible y que servirá para establecerlo de manera definitiva ante el público que no es asiduo al “circuito de arte” –donde tiene otro estreno pendiente; la intrigante y muy lograda El Topo. Sobre una novela de John LeCarré-. La cinta es el drama familiar de Paddy Conlon (Nick Nolte), un veterano de la guerra de Vietnam con pecados que purgar, y sus hijos, a los que les cuesta mucho perdonarlo. El menor es Tommy Conlon (Hardy), el cual visita a su progenitor, y no para que éste expíe su culpa, más bien, porque él sabe que es su mejor opción para lograr lo que anhela: ganar un torneo de artes marciales.
Su relación, debido a los problemas con el alcohol de Paddy, cuando aún era un niño, fue y es complicada, dado que Tommy guarda en su interior rencor acumulado desde mucho tiempo atrás. Por otro lado está Brendan (Joel Edgerton), el hermano mayor, casado con Tess (Jennifer Morrison) y profesor en la ciudad donde vive. Tiene una hipoteca y no puede pagarla. ¿La solución? Recurrir a los combates de artes marciales, a los que había prometido a su mujer no volver jamás. Evidentemente Tess se enterará de que su marido participa en algunas peleas, sin su consentimiento, cosa que pondrá en peligro la estabilidad familiar. Más aún, al participar en el mismo torneo que su hermano.
El guión no es lo más innovador, pero Gavin O´Connor hace un buen trabajo de dirección: Nolte resulta muy convincente, con una interpretación plena de matices. Hardy hace un buen trabajo y su química con Edgerton (que hace doble presencia en pantalla esta semana, pues también participa en La Cosa del Otro Mundo) es adecuada para que el espectador se involucre en el melodrama familiar con espectaculares secuencias de acción, y un final predecible, pero bien intencionado.
Evidentemente esta película fue hecha para personas a las que les gusten las peleas de artes mixtas marciales y para quienes buscan algo que los haga sentir bien, mientras ven a Tom Hardy perfilarse como una nueva figura.