Miguel Cane
Siempre se ha especulado mucho acerca de la vida de William Shakespeare, a causa de la poca y contradictoria información que se tiene sobre su vida. Ello ha dado lugar, desde poco después de su muerte, a innumerables dudas sobre la autoría de sus obras. Christopher Marlowe, Sir Francis Bacon o el conde de Oxford han sido nombrados como posibles autores de obras firmadas por él. Anónimo juega con extrema libertad (hasta libertinamente) con la última de estas hipótesis: Edward de Vere, decimoséptimo conde de Oxford (Rhys Ifans), sería el autor de las obras que por accidente -porque el hombre que en principio había elegido como máscara era el dramaturgo Ben Johnson (Sebastian Armesto)- firmaría un mediocre actor casi iletrado, Will Shakespeare (Rafe Spall), para preservar el anonimato del aristócrata.
Con gran habilidad el guión de John Orloff (Hermanos de sangre, Un corazón invencible, La leyenda de los guardianes) mezcla esta historia de intrigas literarias, con intrigas cortesanas que tienen como protagonistas de un lado al propio conde de Oxford y al de Essex (Sam Reid) -favorito de la reina a la vez que conspirador contra ella-, y por otro lado, como sus más formidables enemigos, a William Cecil (David Thewlis) -el inteligentísimo y astuto consejero de Isabel I- y a su hijo Robert (Edward Hogg), su heredero en el cargo. Entre ambos bandos se alza la figura extraordinaria de Isabel I (la siempre enormísima Vanessa Redgrave).
La perfección con que se trenzan la trama literaria y la cortesana hace del guión un mecanismo de entretenimiento puro. Aunque sea al precio de convertir a Shakespeare en un pelele codicioso, al gran político que fue William Cecil en un villano de caricatura y a su hijo Robert en su comparsa. Se les perdona porque todos los involucrados son espléndidos actores y sacan adelante la situación. La verdadera fuerza del filme, no radica en los recovecos e intrigas del guión de Orloff, sino en Roland Emmerich demuestra que, aunque usted no lo crea, es un buen director de actores, más allás de los espectaculos superficiales basados en efectos especiales como Independence Day, la nefasta Godzilla, o 2012. Tampoco nadie podría afirmar su habilidad como creador de atmósferas. Su única incursión en el cine histórico -El patriota- era espantosa. Aquí, la espectacular recreación del Londres isabelino, funciona y la narración es suficientemente ágil como para que el bastante largo metraje de la película parezca corto, gracias al suspense y que algunos momentos hasta emocionen, como la recreación de la primera vez que sobre el escenario del teatro del Globo se pronunciaron los prodigiosos parlamentos de Julio César, Hamlet, Ricardo III o Enrique V.
El reparto es de primera (Vanessa Redgrave da un toque de distinción a literalmente cualquier cosa) y saca de apuros a Emmerich cuando no sabe para dónde hacerse con su película. Anónimo (o bien James Bond del siglo XVII) funciona si no se escruta demasiado de cerca y no se espera retratos fidedignos en el aspecto histórico; podría decirse que es una rara ave: la película palomera para la gente pensante.
Anónimo/Anonymous
Con Vanessa Redgrave, Rhys Ifans, Rafe Spall, Sebastián Armesto, David Thewlis, Sam Reid y Joely Richardson.
Dirige: Roland Emmerich
EU, Reino Unido, Alemania.