Miguel Cane.
No hay mucho qué decir sobre Meryl Streep (Nueva Jersey, 1949) que no se haya dicho antes. Es una leyenda por mérito propio que en más de tres décadas de carrera ha establecido una galería de actuaciones impresionantes, ahora coronada por su aparición como la controvertida ex Primer Ministro Británica, que es aún hoy, uno de los personajes históricos más cautivantes del siglo XX.
MC: ¿Cuál fue su primera reacción cuando Phyllida Lloyd le propuso el papel de Margaret Thatcher?
MS: La propuesta de Phyllida me interesó inmediatamente. Su idea de hacer una película sobre Margaret Thatcher y las circunstancias que rodean a una mujer líder. Para imaginar las barreras que tuvo que romper para convertirse en líder de Reino Unido hay que ponerse en su contexto histórico. El mundo era muy diferente entonces. Es interesante seguir la trayectoria de una mujer que creció durante la guerra y la posguerra en un tiempo de reconstrucción y privaciones. Ver como puso en acción su propia filosofía buscando soluciones prácticas a lo que veía como el déficit de bienestar económico de su país. Era ver a una mujer resolviendo los grandes problemas del mundo de una forma que no era la esperada en una mujer.
MC: Puede decirse que se coló en un mundo de hombres muy elitista y lo puso de cabeza. Se trata de un gran logro independientemente de la visión política que se tenga.
MS: ¡Es verdad! Como actriz, el primer día de ensayo me pareció increíble. Poder compartir espacio con todos estos maravillosos actores ingleses... Había por lo menos 40 o 45 y yo era la única mujer en la habitación. Tuve la misma sensación que debió experimentar Margaret Thatcher cada vez que acudía a una reunión del Partido Conservador. Los días de rodaje en el parlamento o en su recreación fueron sorprendentes porque podías observar cómo se domina un espacio, cómo se consigue persuadir al público sobre algún asunto político. Se trata de algo con lo que los seres humanos lidiamos en la vida. He visto directoras pasándolo mal para mantener el mando. Aún no nos hace gracia la idea de una mujer líder. Margaret Thatcher rompió esquemas demostrando como una mujer puede ejercer el liderazgo. Ella ejercía el mando de una forma natural y los hombres no tenían problema en saber a quién seguir. Creo que cuando una mujer no sabe cómo mandar o se preocupa por cómo será percibida o por su posible pérdida de feminidad, se resiente su autoridad.
MC: Hay dos temas recurrentes en el filme: amar y perder a la persona amada y ganar el poder y perderlo. ¿Cuál de ellos le parece más importante?
MS: Si la película tiene acogida entre el público, más allá de la posición política del espectador respecto a la figura, sin duda creo que será porque se concede igual relevancia a los momentos de alta tensión de su vida política como a los momentos personales que tuvieron influencia en su vida. Se trata de hacer una película global sobre un ser humano. Mira, la cosa es así. En una escena, ella asegura que si tomas decisiones duras la gente te odiará en el momento de tomarlas pero te lo agradecerán las siguientes generaciones. Esta es la forma en la que un mandatario debe pensar, igual que una madre que se siente odiada al restringir a su hija pero que sabe que se lo agradecerá en el futuro. Se trata de situaciones similares. Cuando piensas a corto plazo eres un político popular pero hay que poner la mira en el largo plazo. ¿Me explico? Eso es algo que yo misma no había previsto, hasta que empecé a prepararme.
MC: De hecho, la película es apolítica. ¿Cree que esto sorprenderá al público?
MS: Personalmente, yo no tenía una visión política de Margaret Thatcher. Honestamente no sabía casi nada sobre su gestión política. Es decir, sabía que había estado en la misma línea de algunas de las políticas de Reagan, pero las políticas que yo conocía de Reagan no eran las que ella apoyaba. Me interesó más el costo humano de sus decisiones políticas que cuál era esa política. Lo que hemos intentado reflejar de la manera más fiel posible es por qué fue odiada por sus decisiones y por que fue valorada por su orientación política. A Phyllida y a mí nos preocupaba más el precio que ha de pagar esa persona por sus decisiones. Cuando eres líder, tienes que asumir tu parte pero ¿cómo te afecta eso? ¿cuánta energía tienes que tener para mantenerte fuerte?
MC: Interpretar al personaje por un periodo de más de 40 años es un desafío increíble.
MS: Sí, es un reto, pero cuando llegas a mi edad y todavía piensas que tienes 20 años más, no parece un problema. Sientes que dentro de ti eres la misma persona de los 16, 26, 36, 46 o 56 años. Tienes acceso a todas las edades y a las personas que has sido. Creo que es la gran ventaja de hacerse mayor, si es que hay alguna. Para mí, fue una excelente oportunidad. Normalmente las películas te sitúan en un momento concreto pero esta película recorre toda una vida y eso es algo muy emocionante. Algo similar me pasó en Julie & Julia. Es algo enriquecedor.
MC: ¿Piensa que la gente saldrá del cine con una idea distinta de Margaret Thatcher?
MS: No sé si la gente se replanteará su opinión sobre ella, pero comprenderán las presiones a las que estuvo sometida y cómo propuso una política concreta, y por qué acabó siendo rechazada. Verán a la persona que sigue viviendo con eso durante años. Ella, como casi todo el mundo, mira hacia atrás y se pregunta, se cuestiona. Por otra parte, suele haber una parte del público a la que se subestima, el público femenino, al que rara vez se le ofrecen biografías sobre la gente que le interesa. Hay ganas de saber de ella porque rompió moldes en muchos aspectos.
MC: ¿Qué diría usted que fue lo mejor de hacer esta película?
MS: La oportunidad de observar una vida completa, porque a estas alturas de mi vida, miro hacia atrás y pienso en el todo. A veces me abruma lo larga que puede ser una vida y lo llena de situaciones que, en un principio parecían pasajeras. Entonces te das cuenta de la importancia que tiene el día, este momento, aquí mismo donde estamos ahora. Cuando somos jóvenes, seguro lo entiendes, todos afirmamos lo que no queremos hacer, pero estamos en el mismo camino, aparecemos y desaparecemos. Es de una ambición inusual para una película, el dirigir la mirada a ese momento, hacia el final. Normalmente se busca el apogeo. Sin embargo, aquí buscamos destilar lo que significa tener una gran vida, plena y gigantesca y verla declinar. Es casi como un poema, ¿verdad?