La realizadora e intérprete es una de las protagonistas de Carnage, el nuevo filme de Roman Polanski.
Miguel Cane
Alicia Christian Foster, más conocida como Jodie (Los Angeles, 1962) es una superdotada en el sentido más amplio de la palabra. Su coeficiente intelectual supera la media establecida, y tiene una carrera brillante que abarca ya cuatro décadas en cine —más televisión—, dos premios Óscar y la dirección de tres filmes. Ahora retorna al cine en Carnage, la nueva película de Roman Polanski, que se estrena en México.
MC: Cuatro décadas de trabajo en cine. ¿Cómo te sientes al verlo desde este punto de tu vida?
JF: Creo que la vida me ha proporcionado el privilegio de sobresalir en el camino que he elegido, pero eso no me hace diferente a los demás. Donde yo represento algo es en mi casa, pero fuera de ella soy una persona como las demás, sólo que, en lugar de trabajar de dependienta o de enfermera, se gana la vida convirtiéndose en otras muchas mujeres. Son muchos años, como dices, pero me siento contenta. Nada ni nadie podrá cambiar lo que he hecho, cómo lo he hecho y a donde me ha traído el camino que elegí. Soy muy consciente de ello; creo que he vivido como he sentido que tenía que hacerlo en cada momento, pero ahora tengo otras prioridades.
MC: En esta cinta haces de una madre preocupada por el entorno de su hijo. ¿Usaste tu propia experiencia como referente?
JF: En parte. Verás, me convertí en madre cuando ya tenía un nombre en la industria, y esa circunstancia me permitió tomarme un respiro. Soy muy maternal y creo que siempre lo he sido, pero no te das cuenta de lo importante que es hasta que no lo notas dentro de ti. Ésa es una sensación difícil de expresar. Desde que nacieron mis hijos, elijo rodar solamente una o dos películas al año. No hago más porque aún siento que sería un egoísmo de mi parte. Tuve a mis hijos para disfrutar de ellos, para llevarlos al médico, al colegio, leerles cuentos por las noches, darles de cenar. Soy su mejor compañera de juegos y ellos mis mayores cómplices. Me hacen increíblemente feliz. Me cuesta mucho dejarlos varios días en casa, por eso procuro que mis promociones y compromisos profesionales sean lo más ajustados. Cuando tengo que estar demasiados días fuera de casa, me organizo para llevarlos conmigo. Así lo hicimos con este rodaje: lleve a mis hijos conmigo a París, y Kate (Winslet) llevó a los suyos. Fue muy divertido. Sobre Penélope, mi personaje, sí creo que tomé algunos aspectos: me preocupa la violencia en las escuelas y en la vida de los niños en general, pero mi posición en la vida es mucho menos política y drástica que la de Penélope... aunque de hecho, lo que yo haga en la vida real no es relevante para la película.
MC: Penélope es una mujer de carácter fuerte, pero también muy obstinada.
JF: Sí que lo es. De hecho, ese matiz suyo me atrae. Ella juzga a Nancy (Kate) sin conocerla: la considera superficial y menosprecia su inteligencia, pero también tiene la capacidad de sorprenderse. Me gusta el subtexto de que se puede ser una mujer espectacular y tener una personalidad propia. Ya va siendo hora de erradicar esa idea de que la guapa no puede ser inteligente.
MC: ¿Qué enseñanzas te dejó Polanski en la cinta?
JF: Es un genio. En esas palabras. Supo cómo obtener de nosotros lo que deseaba y lo hizo todo con una gentileza que me dejó impactada. No hubo choques de egos: es el director y conoce su responsabilidad perfectamente; confía en que nosotros como actores sepamos las nuestras. Fue una delicia trabajar con él, verlo planear cada encuadre, dejarnos improvisar gestos, explorar a nuestros personajes. Fue una experiencia sumamente enriquecedora. Nos eligió por nuestro carácter y supo aprovecharlo.
MC: Carácter no te falta, ¿ya eras así cuando empezaste tu carrera cuando aún eras una niña?
JF: La verdad es que de niña yo me quería devorar el mundo y, en el fondo, era incapaz de dar un bocado a nada. Me dieron premios muy pronto y reconocieron mi talento, pero lo mejor de todo fue poder marcar el ritmo de mi carrera. Si hubiese hecho caso a los que escribieron que era la nueva Bette Davis, me habría destrozado la vida yo misma. Sé quién soy, de dónde vengo y lo que valgo. Una cosa tengo clara: nunca seré una estrella, y mucho menos me comportaré como una de ellas. Soy una persona normal o, por lo menos, yo así me considero. Sólo soy una actriz y ése es mi trabajo.
MC: ¿Qué dirías que te hace distinta a las demás actrices de tu generación?
JF: Pues las cosas que me hacen distinta a las demás son las que hacen que me mantenga en esta profesión, pero ser actriz es simplemente un trabajo. A mí no me parece ni que sea imprescindible ni difícil. Ser actriz es para mí algo muy natural. No sé por qué, pero nunca me he puesto nerviosa delante de la cámara, no sé explicarte por qué me da tranquilidad cuando a los demás les pone de nervios. Nunca he hecho teatro y, tal vez, hablaría de otra forma de haber pasado por esa experiencia. Tal vez lo haga un día.
MC: No ha sido nada fácil alcanzar esa madurez, no todas la consiguen.
JF: Es verdad. Pero creo que es cuestión de decisión personal. Yo siento que he madurado como actriz hasta el punto de poder arriesgarme haciendo cosas que rompen los moldes establecidos. Hace algún tiempo que encontré la paz dentro de mí y, en algunos aspectos de mi vida, aún me gusta dejar salir “de vez en cuando” a la adolescente que llevo en mí. Es un guiño a mi pasado al que no quiero renunciar.
MC: ¿Podrías dejar todo esto y dedicarte a vivir en el anonimato más absoluto?
JF: Estoy convencida que sí. Tengo una vida plena, así que, en ese sentido no tengo ningún problema. Aunque parezca que no, sí vivo bastante alejada del escaparate mediático la mayor parte de mi vida, porque sólo me dejo ver cuando tengo algo que contar o debo enseñar una película. No tengo una fama molesta, no me persiguen los fotógrafos ni tengo a los paparazzi haciendo guardia en la puerta de mi casa. Creo que tengo una vida muy parecida a la que llevaría si me alejara de los reflectores.
MC: ¿Tendrías la sensación del deber cumplido?
JF: ¡Sin ninguna duda! Tengo dos Óscar en mi casa y una carrera extensa en el cine. Mi vanidad está más que alimentada, y creo que puedo sentirme feliz con lo que he conseguido. Lo que quiero ahora es conquistar plenamente mi vida personal y familiar, ser una madre ejemplar y un ama de casa comprometida. Ya no necesito alimentar mi cuenta bancaria con grandes sumas de dinero. Prefiero ser menos rica y poder exprimir mi felicidad hasta la última gota.