29 nov 2012

Cristian Mungiu: “Hay que aprender a trabajar entre sombras”

Miguel Cane.

Nacido en Rumania (1968), Cristian Mungiu creció durante las últimas décadas del régimen de Ceaucescu, y tras estudiar literatura inglesa se formó como director de cine. En 2007 su filme Cuatro meses, tres semanas y dos días ganó la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes, donde en este 2012, con Más allá de las colinas, obtuvo el premio al mejor guión, mientras sus dos protagonistas, en tándem, recibieron el premio a la mejor actriz. La controversial cinta se estrenó en México en el Festival de Morelia, y en España en el Festival Internacional de Cine de Gijón. Próximamente podrá ser vista en salas de toda la República.



Mungiu, jovial y humilde, es considerado hoy en día uno de los cineastas más interesantes. Encabeza la llamada “Nueva ola” del cine de Europa del Este y algunos ya le conceden el título de auteur, si bien su sencillez disipa la imagen de genio que le han creado, y es el primero en admitir que no se considera un artista, sino más bien únicamente alguien que ejerce un oficio y lo hace con amor y dedicación.

¿EXISTE UN TEMA QUE HERMANE TU NUEVA CINTA CON LA ANTERIOR?
No, en absoluto, son completamente distintas. Lo único que tienen en común es que se desarrollan en Rumania, pero creo que para comprender Más allá de las colinas hace falta borrar de la mente lo que hice en la anterior, porque lo que he querido contar es otro tipo de historia. No se trata de una película sobre la amistad, como era el caso de la primera, sino sobre el amor y el sentimiento que provoca la pérdida de ese amor, es sobre las elecciones que tomamos. Que las protagonistas sean dos mujeres, nuevamente, es algo completamente circunstancial. Si el libro, que fue lo que me llamó la atención, hubiera tratado acerca de dos hombres, igual me habría interesado.



¿PODRÍA DECIRSE QUE ES UNA HISTORIA EN QUE EL AMOR Y EL HORROR VAN DE LA MANO?
Es una historia de amor. Pero también tiene muchos otros temas, es difícil señalar uno solo. Las reacciones de los dos personajes principales, Voichita y Alina, obedecen a un sistema educativo deficiente que se impuso mucho tiempo antes y que no cumple su objetivo con estos personajes. Lo que me interesa no es señalar esas deficiencias, a fin de cuentas, las opciones son importantes. ¿Tenemos siempre alguna razón para ayudar a los demás, incluso a los que amamos? ¿Les ayudamos realmente imponiendo nuestros valores en contra de su voluntad? Este hombre de fe quiere ayudar a la chica porque, por otro lado, nadie lo hace. Él la lleva al hospital, pero los médicos no pueden cuidarla y él interpreta este fracaso como una licencia para ejercer cualquier derecho sobre su suerte o sobre su tratamiento. Sus actos se corresponden con sus elecciones, pero no sabemos si él ha elegido realmente sus creencias o cómo ha llegado a esta forma de vida. No se juzga.



¿QUÉ ROL JUEGA LA RELIGIÓN EN EL CONFLICTO QUE PLANTEA LA TRAMA?
La religión es una ideología y como tal, está abierta a innumerables interpretaciones. Personalmente yo no busco criticar a nadie. La historia habla de casos particulares. No se trata de generalidades y no represento a la sociedad rumana describiendo esta pequeña comunidad religiosa. Una película no tiene capacidad para ser tan general en ese aspecto. Más allá de las colinas trata más sobre superstición que de religión, en todo caso, y de cómo ésta afecta las vidas de los personajes. Yo no pretendo hacer un análisis de los perversos efectos de la religión, que los hay y están a la vista, no invento nada nuevo, pero es importante señalar que tampoco digo que las creencias de esta gente correspondan a las de la Iglesia rumana ortodoxa como institución.

¿QUÉ IMPACTO TUVO EN RUMANIA EL ESTRENO DE ESTA CINTA?
La película fue un éxito de público, claro, pero su éxito también creó cierta confusión. La intención era fomentar un debate social. Pero lo que ocurrió en Cannes, igual que pasó con Cuatro meses, tres semanas y dos días la convirtió en un acontecimiento, una película que había que ver y, en ningún caso, cuestionar. Resultado: no hubo debate. Por lo demás, su triunfo no mejoró la situación del cine rumano. Actualmente hay solamente unas 20 pantallas de cine para 20 millones de habitantes. Las estadísticas dicen que cada rumano va al cine una sola vez cada 10 años. Es trágico, la verdad.

¿EXISTE LA LLAMADA “NUEVA OLA” DEL CINE RUMANO?
Es solo eso, una etiqueta. No hay un plan ni un manifiesto ni nada de eso, solo somos una serie de directores de edad similar que nos expresamos a la vez y que reaccionamos contra el tipo de cine que se hacía en Rumania a finales de los años ochenta y principios de los noventa. Nada más. Sí, es algo quizá agradable, pero no creo que sea un fenómeno.

EN ESTA ÉPOCA EL DIRECTOR ES UNA ESTRELLA QUE GARANTIZA QUE UN PROYECTO SE REALICE.
Pienso que un cineasta no debe nunca trascender al material con el que trabaja, o la historia que busca contar. Hay que ser humilde, para poder trabajar realmente con libertad. Saber trabajar entre las sombras para contar bien lo que uno va a contar. No imponer nunca el “porque yo quiero” o “porque yo lo digo”. Un director no debería ser nunca más importante que su película, su historia o que el público. Esa es mi opinión.

¿HA VENIDO YA HOLLYWOOD A TENTARLE?
Bueno, es como todo cuando haces algo que llama la atención. Pero preferiría seguir trabajando en Rumania. Si acaso hubiera un proyecto que me interesara hacer en inglés, invitaría a actores a venir a trabajar conmigo. Básicamente para no comprometer la libertad con la que ahora cuento. No tengo presiones ni compromisos y esa es una gran ventaja, porque me permite contar historias mucho más universales. Podrían estar situadas en Nueva York o en España o en Italia. Pero no vivo en ninguna de esas locaciones. Creo que en el fondo, salvo detalles muy específicos en el aspecto de las culturas, en el fondo, toda historia puede hablarle a todo tipo de público desde cualquier lugar. Por lo mismo, no siento gran interés por irme a Estados Unidos. Lo cierto es que yo trabajo más a gusto en donde estoy, y la fama no me interesa para nada, para alguien en este oficio, eso solo es un estorbo.

* * *
Cristian Mungiu nació en Iasi, Rumania, en 1968. En 2007 obtuvo la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes con su película Cuatro meses, tres semanas y dos días. Entre sus películas se encuentran el cortometraje Zapping (2000), Occident (2002) y Amintiri din epoca de aur (2009). Con Cristi Puiu, Radu Muntean, Cristian Nemescu, Corneliu Porumboiu y Câtlâin Mitulescu forma parte de la “Nueva Ola” del cine rumano.


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