Miguel Cane.
Después de haber obtenido una nominación al Oscar por su debut protagónico en An Education (2010), la carrera de Carey Mulligan (Londres, 1985) ha sido, por decir lo menos, brillante, con excelentes actuaciones en filmes controversiales como Nunca me abandones, Drive y Shame. Ahora, dirigida por Baz Luhrmann, encarna a uno de los personajes más emblemáticos de la literatura en lengua inglesa del siglo XX, en la vistosa nueva versión de El Gran Gatsby, que ha sido seleccionada para abrir la edición número 66 del Festival Internacional de Cine de Cannes.
Cálida, alegre, recién casada con el músico Marcus Mumford, que fuera su amigo de la infancia, Carey parece la antítesis de la estrella de cine; su imagen es más bien la de una chica dulce y sensible, una universitaria mucho más joven de lo que es, pero al hablar, especialmente de este apasionante proyecto, se descubre que es una mujer mucho más inteligente y sagaz de lo que el público se puede imaginar al verla en pantalla.
¿FUE DIFÍCIL INTERPRETAR EL PERSONAJE DE DAISY BUCHANAN DADO QUE NO REACCIONA TAN ABIERTAMENTE COMO LOS OTROS PERSONAJES?
Creo que la parte más importante de ella es que se deja llevar muy fácilmente y es atraída por la fuerza más poderosa que esté en el lugar, así es como se casa con Tom, así es como se relaciona con Gatsby. Así que creo que ella es muy reactiva y no creo que tome decisiones propias o de un modo consciente. Así es que la amé. Con frecuencia no dice lo que piensa, y también dice cosas por el efecto que causan. Eso es algo muy divertido para una actriz; creo que es el personaje más interesante que he hecho hasta ahora.
DE TODAS FORMAS, SE TRATA DE UN PERSONAJE ICÓNICO... ¿INTIMIDA ALGO HACER PERSONAJES ASÍ?
No me sentí intimidada, creo. Y es absolutamente icónica, sí. Pienso que es un personaje increíblemente atractivo. Como espectador tú entiendes por qué la ama Gatsby y también comprendes sus defectos. Sientes simpatía por ella. Pienso en su personalidad frágil —no todas somos Jordan Baker, la chica independiente, no todas estamos construidas para el mundo moderno— y que básicamente Daisy nació y fue criada para ser una esposa trofeo, pero es mucho más inteligente que eso. Y esa es una situación difícil.
¿ERA MUY DIFÍCIL SER UNA “MUJER MODERNA” EN ESA ÉPOCA?
Pienso que para las mujeres de hoy, al principio les es muy difícil conectar con ella, porque piensan que necesitaría ser estúpida para dejar ir a Gatsby antes. Pero creo que hay una escena increíble donde te das cuenta que Daisy es un producto de su época y un producto de su medio social, cuando le dice a Nick: “Cuando nació mi hija, tuve la esperanza de que sería una estúpida porque es lo mejor que puede ser una chica, una pequeña y hermosa tonta”. Es un diálogo formidable de la novela, y en ese momento nos damos cuenta que Daisy no es estúpida, sino que está atrapada en sus propias circunstancias, y es más astuta de lo que Tom o Gatsby, que la ven como objeto, creen que es realmente.
¿CÓMO ENTRAS A LA CABEZA DE UNA MUJER DE ESE TIEMPO Y QUE INFLUENCIA CREES QUE EJERCE EN LAS ACTUALES?
¡Esa es una buena pregunta! Verás, cuando empezamos a platicar de Daisy, Baz me dio siete libros sobre Francis Scott Fitzgerald y me dijo que los leyera todos. Y luego tuve la fortuna de leer toda la correspondencia amorosa de Geneva King a Fitzgerald. Hay vacíos en el personaje de Daisy: la encuentras al comienzo de la historia y luego desaparece por mucho tiempo. Con frecuencia no dice lo que piensa; actúa erráticamente. Había mucho espacio que llenar para interpretarla con consistencia. Zelda Fitzgerald y Geneva fueron las dos mujeres que nos sirvieron de base, así que fue una especie de coctel de esas personalidades. Investigamos cómo hablaba la gente de esa época, cuando eran jóvenes, la forma en que eran criados… en especial Geneva King, el amor perdido de Scott... Venía de una familia muy rica. Ahora bien, Daisy fue un producto de su tiempo. Cuando la defiendo, siempre digo que provenía de una familia que esperaba que se casara por dinero y la impulsaba a eso. Si hubiera hecho otra cosa hubiera sido un escándalo. Así que no se trata de debilidad de carácter.
SUPONGO QUE DURANTE EL RODAJE RESULTARON IMPACTANTES LOS CAMBIOS EN LA MANERA EN QUE SE VE HOY A LAS MUJERES, EN COMPARACIÓN A LAS DE ENTONCES.
Sí, claro. Es decir, nos hemos vuelto más y más liberadas, espero. Pero no creas, las personas todavía se quedan atrapadas en matrimonios sin amor y, cierto, todo el tiempo la gente se casa por las razones equivocadas, bueno, no siempre, pero muchas veces lo hace por impulso, sin razonarlo. Sin embargo, creo que hemos crecido más y más, probablemente. Ahora podemos votar, nos hemos liberado del corset y nos hemos cortado el pelo (se ríe). Tenemos la libertad de integrarnos. Creo que tiene que ver con lo que dice Tom Buchanan: “Las mujeres corren mucho estos días”. Daisy está atrapada en una jaula de oro del siglo anterior, y la rodean todas estas flappers más libres que vemos en las fiestas de Gatsby. En nuestra investigación descubrimos que había madres que llevaban a sus hijas a juicio por lo corto de sus vestidos, y esas chicas fueron a la cárcel. Desde luego que hemos cambiado mucho y para bien.
¿TUVIERON QUE INVESTIGAR MUCHO PARA HACER UNA RECREACIÓN DE LOS AÑOS VEINTE?
Todos juntos participamos en la investigación. Fui a Princeton con Don Skimmer, que dirige la biblioteca de esa universidad. En el foro teníamos expertos en la forma de hablar de esos años. Hay diálogos que salieron de las cartas de Zelda Fitzgerald a Scott. Algunos de los diálogos que dice Daisy son de las cartas de Geneva King que yo encontré en la biblioteca. Leonardo DiCaprio andaba por todas partes con una copia de Trimalchio (que es la versión en galeras de donde salió después El Gran Gatsby). Tobey, Leo y yo dábamos vueltas y vueltas en una habitación, repasábamos una y otra vez una escena, como tiburones oliendo sangre en el agua, buscando ese diálogo extra que viene de Trimalchio, buscando ese detalle extra, cualquier pedacito, cualquier guiño. Éramos una compañía teatral, trabajamos de la misma forma que una compañía de teatro, era una verdadera colaboración. Una colaboración que comenzó muy temprano con Leonardo y Tobey; y cuando cada uno de los actores fue llegando, se volvió parte del proceso de colaboración. Fue muy preciso y fascinante. Nunca había trabajado tanto de ese modo.
NO TIENES AÚN 30 AÑOS Y YA TIENES UNA CARRERA MEMORABLE. ¿TE SORPRENDE AÚN ADÓNDE HAS LLEGADO?
Un poco. A veces. No pienso mucho en eso; es decir, no tomo la decisión de hacer una película en función de cómo me va a hacer ver, sino por lo que me inspira de ella. Cuando Baz me llamó para decirme que tenía el papel, lloré. Estaba en un acto público, una alfombra roja, y llamó y me dijo “Hola, Daisy Buchanan” y me emocioné tanto, que lloré. Es por eso que hago las películas que hago, porque me emocionan. Ahora, que el público haya conectado hasta ahora con esas películas y le hayan dicho algo, es un valor agregado. Pero yo no creo que te haces actor para ser famoso, lo haces porque es tu vocación, es lo que más satisfacción te da en la vida. Y si no lo haces, ¿qué sentido tiene todo?