Tanto para nada
Miguel Cane.
Que Kenneth Branagh, autor de numerosas adaptaciones fílmicas de Shakespeare – incluyendo una versión anterior y muy superior a Mucho ruido y pocas nueces, con su entonces esposa, Emma Thompson, hace veinte años – se atreviera a hacer una película de superhéroes (la mediocre primera parte de Thor, en 2011) sienta el precedente para que Joss Whedon, el ídolo de millones de fanboys alrededor del mundo desde que creó Buffy Cazavampiros y dirigió la sobrevalorada Los Vengadores (que fue un fenómeno de taquilla) decidiera hacer lo mismo, pero a la inversa.
Así, chistoso y pretencioso al mismo tiempo, durante un descanso de una semana de su trabajo en Los Vengadores Whedon rodó en su casa de Hollywood esta película de escaso presupuesto y en blanco y negro (no por razones estéticas, si no para dar uniformidad a sus escenarios); básicamente lo que se esperaría de un tipo que, cuando tiene una fiesta, invita a sus amigos a representar algunas escenas de Shakespeare después de la cena.
La versión que hace Whedon de esta comedia de enredos, no exenta de momentos de sátira salvaje y hasta de intención criminal es creativa y bastante lista, mas no por ello deja de caer mal por momentos; por un lado, existe el contraste entre el lenguaje lírico antiguo y un poco denso, que choca con el modernismo casual de los atuendos y las locaciones, así como el lenguaje corporal de los actores, que están muy por debajo de un nivel satisfactorio de interpretación. (No faltan quienes aseguran que para hacerla más “digerible” Whedon debió haber reescrito los versos de la obra en "Inglés” para su más sencilla comprensión).
Otro problema son las libertades que se toma Whedon al adaptar la trama – como revelar detalles clave de la relación entre Beatrice y Benedick desde el principio – y agregar detallitos salaces y modernos que la obra en sí no necesita, pero hay que tener en mente que no está hecha para el público que conoce y aprecia a Shakespeare. Está hecha para los fans de Whedon y su cuadro de actores, por lo cual, no importa qué tan mala sea la realización, que de momento se siente como una película doméstica (lo que a fin de cuentas es), la defenderán a capa y espada de todas formas y no tiene mucho sentido señalar sus defectos.
Si le gusta Shakespeare, prepárese para un disgusto. Si por el contrario, le da igual, tal vez encuentre algo que lo entretenga, pero el resultado es básicamente tibio y sin gracia. Será que a Whedon le faltaron sus superhéroes.
Mucho ruido y pocas nueces / Much ado about nothing
Con Alexis Denisof, Amy Acker y Nathan Fillion
Dirige Joss Whedon
EU 2012