23 dic 2013

Nicolas Winding-Refn: Todo lo que hago como director, proviene de la necesidad de desafiarme a mí mismo

Miguel Cane.



Nacido en una familia cinematográfica – su padre es un director y documentalista, su madre es editora y directora de fotografía – Nicolas Winding-Refn (Copenhagen, 1970) se ha ido haciendo un nombre como uno de los cineastas más polémicos y llamativos de Europa y más recientemente, del panorama internacional. En diversos festivales ha causado sensación con filmes como Bronson, la trilogía Pusher – que lo puso en el mapa – y más recientemente con Drive, que suscitó un verdadero furor en Cannes y lo juntó con Ryan Gosling, actor con quien repite experiencia ahora en Solo Dios perdona, una inquietante cinta surrealista filmada en Bangkok, que, como es natural con este director, ha sido objeto de acaloradas y encontradas críticas por su mezcla de violencia y extraña belleza en su estilo visual.



Después del gran éxito de crítica que tuviste con Drive, ¿Qué te llevó a hacer una película de presupuesto medio en un lugar como Tailandia?
Bueno, debería decirte que en realidad el concepto de “presupuesto medio” es más bien un eufemismo, porque esta es más una película de muy bajo presupuesto y la hicimos de milagro (Risas). Todo comenzó con mi acuerdo para rodar dos películas con las productoras Wild Bunch y Gaumont. De hecho, Solo Dios perdona iba a ser nuestra primera colaboración, pero entonces llegó la oportunidad de hacer Drive y la química con Ryan fue tan buena, que decidí hacerla antes y posponer Solo Dios perdona. Pero la película había llegado tan profundamente en mis entrañas que no podía sacármela de la cabeza, así que mientras hacía Drive en Los Ángeles, también preparaba Solo Dios perdona.



¿Es por eso que repites mancuerna con Ryan Gosling?
En parte, así es. Cuando estábamos preparando Drive, descubrimos que nos llevábamos extraordinariamente bien, y que había mucha química laboral entre nosotros. Ryan es un actor espléndido y eso salta a la vista, pero también es un actor que corre riesgos. Es intrépido y habrá quien diga que, por hacer algo como ésta película, quizá hasta un poco temerario. Es verdad que él podría estar muy cómodo en Hollywood, haciendo películas de estudio que le redituaran ganancia y una fama tranquila, pero él es así, puede compaginar ambos aspectos de su carrera. Le gusta el peligro y cuando le hablé de este guión, de inmediato dijo “hagámosla”, sin importarle el nivel de las palizas que iba a recibir, sin reparar en nada, salvo en la pasión que le despertó a él la historia. Así supe que tenía que hacer la película con él y nadie más que él, aunque antes tenía a otro actor en mente para interpretar al personaje de Julian. Ahora creo que esto fue una bendición ya que me permitió seguir colaborando con él.



¿Cómo podrías describir la evolución de su personaje y la dinámica que aplica al trabajo que hacen juntos?
Es curioso, yo había escrito el guión antes de Drive y había concebido al personaje de Julian como un ser muy silencioso, casi en un nivel de mutismo total. Cuando Ryan y yo empezamos a trabajar en el guión después de Drive, este lenguaje del silencio llegó de forma natural, lo cual fue muy útil, ya que Julian es un personaje muy torturado que nunca se abre a los demás y se encierra en sí mismo, almacena su ira y sólo la libera cuando pelea. No puedo imaginar a otro actor interpretando este papel. De nuevo, Ryan y yo somos prácticamente uno.

Te gusta mucho el cine de género: has hecho películas de gángsters, de horror, de aventuras medievales, hasta has redefinido el clásico film noir americano, ¿Por qué ahora una película de artes marciales a la usanza de Bruce Lee?
Es que siempre, desde muy chico, me han gustado las películas de artes marciales, ¿sabes?, pero pensé que sería muy difícil rodar una de ellas en Hollywood, sobre todo porque quería que los actores aprendieran Muai Thai y luchar de verdad. Se necesita toda una vida para aprender ese arte y yo necesitaba que los actores aprendieran a luchar en 8 semanas. Sólo esto era un reto en sí mismo. Fue una locura, pero salió bien.

Podría decirse que esta película tiene varias identidades: comienza como un melodrama de mafiosos para luego convertirse en una historia de venganza estilo tragedia griega. ¿De dónde viene la historia?
Siempre quise hacer una película sobre la relación entre madre e hijo y sus conflictos, llevados al extremo más desbordante. Quería que la película comenzase en un género concreto y se fuera transformando poco a poco en algo más, como el enfrentamiento final entre la visión de la madre y el hijo, hasta llegar a un paroxismo alucinante.

Kristin Scott Thomas se transforma totalmente de su aspecto habitual y su personaje, la madre, es un ser monstruoso. ¿Cómo conseguiste que te diera eso en su interpretación?
Porque Kristin es una actriz extraordinaria, sensacional. En cualquiera de sus interpretaciones. La amo. Además me intrigaba, porque estamos tan acostumbrados a ver la delincuencia y la violencia en manos de personajes masculinos que la idea misma de ver a una mujer que encarna el mal absoluto – y además es una madre capaz de usar a sus hijos para sus maquinaciones – fue muy divertido de escribir. Tuve a Kristin en mente para el papel de la madre de Julian desde el principio. Nos reunimos en París, donde ella vive, y pensamos que sería muy interesante hacer de Cristal, la madre de Julian y Billy, una especie de coctel entre Lady Macbeth y Donatella Versace. Por supuesto, Kristin estaba encantada de estar interpretando un papel en el que podía soltarse el pelo y hacer de todo, sin límites. Sin embargo, era muy importante que ella estuviera dispuesta a hacerlo, a dejarse llevar, ella necesitaba esto para interpretar a esta madre dominante y diabólica. Y lo hizo de maravilla. Nunca había visto a una actriz hacer una cosa tan drásticamente opuesta a su personalidad y hacerlo con tanta elegancia, ¿sabes lo que quiero decir?

¿Qué influencias podrías decir que has tenido para rodar esta película?
¡Cantidad! (Risas) Mira, aunque soy danés, crecí en Estados Unidos, así que de niño y adolescente, vi toda clase de películas que de un modo han sido influencias que llevaron a diferentes ideas para todos mis proyectos. Y no sólo Bruce Lee o los clásicos del noir, en este caso, una de los principales fue la obra de Richard Kern y su obsesión por las imágenes violentas, en particular, su cortometraje The Cameraman Evil (1990). Y también estaba mi obsesivo deseo de enredarme con la mitología griega, con Bangkok como telón de fondo… no podría enumerar todo lo que me influyó.

¿Cómo relacionas Solo Dios perdona con el resto de tu obra?
Mira, en realidad, todo lo que hago como director, proviene de la necesidad de desafiarme a mí mismo cada vez. Por supuesto hay conexiones con mis otras películas y personajes, pero hace ya bastante que decidí dejar de tratar de comprender los motivos que me mueven a hacer las cosas para así poder seguir mi instinto: ¿qué es lo que quiero ver cuando voy al cine? Y esta película es justo eso: algo que yo querría ver como espectador.





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