27 feb 2014

No sé estarme quieta en casa: Emma Thompson

Miguel Cane.



Algunas veces, los actores y actrices coinciden en señalar que, para ellos, quizá la parte más difícil de una película no es el rodaje en sí, sino el tener que promoverla. Algunos buscan la manera de eludir el compromiso de acercarse a la prensa, a la que parecieran tener fobia. Pero hay otros que no solo asumen esto como parte de su trabajo, también buscan que sea una experiencia amable para los involucrados. Como Emma Thompson (Londres, 1959), dos veces ganadora del Oscar —como mejor actriz por Regreso a Howard's End en 1992 y mejor guión adaptado (en tándem con Jane Austen, tal como suele decir) por Sensatez y sentimientos, en 1995.



Sencilla y jovial, se reúne con la prensa para presentar El sueño de Walt (en inglés, y más adecuadamente, Saving Mr. Banks), que es la historia de cómo en 1963, Walt Disney (encarnado por Tom Hanks) invitó a Pamela L. Travers (Thompson), la creadora de las novelas de Mary Poppins, a ser parte del rodaje del filme que resultaría legendario, ganando cinco Oscar en 1964.

Este es un proyecto muy personal para ti. ¿Cómo te preparaste para interpretarlo?

Las personas que no quieren que se sepa nada de su vida destruyen la documentación y todo lo que pueda dar pistas de cómo eran. En cambio, P. L. Travers, a pesar de vivir casi recluida y no hablar de ella misma, dejó sus archivos a la Biblioteca de Brisbane (Australia, su lugar de nacimiento). Lo que indica que se creía suficientemente importante como para pensar que tras su muerte alguien podía interesarse por ella e investigarla (risas). Tenía un ego saludable, supongo. Eso está bien.



Entonces, tuviste bastante material para crear o bien, para interpretar, al personaje...

Quienes la conocieron bien, están conformes con la película tal como quedó. Fue una mujer de contradicciones extremas. Yo tuve un año para leer sus escritos, hablar con quienes la conocieron, ver documentales acerca de ella, observar fotografías, escuchar entrevistas... y después hay que lanzarse a ser ella. Las grabaciones que hizo de su estancia en América fueron muy útiles, enfocándome en las dos semanas que P. L. Travers estuvo a principios de los sesenta en los estudios Disney para adaptar sus libros al guión de Mary Poppins. Y te diré que era una mujer formidable, sorprendería a cualquiera.

¿En qué sentido?

Era muy poco convencional. No se reprimía en lo absoluto, y tuvo una carrera brillante, muy avanzada para el tiempo que le tocó vivir. Además de escribir los libros Poppins (que fueron varios, no solo uno), fue actriz, escribió poesía, se relacionó con los poetas George Russell y W. B. Yeats, tuvo relaciones amorosas con hombres y mujeres, era bailarina y se interesaba por la moda y la elegancia. Los contrastes entre los modales ingleses y estadunidenses que se ven en la película, marcados por su actitud, no están exagerados, es más, te diré que siento que se han quedado cortos porque ella era así, una personalidad muy particular. Trataba a los guionistas y compositores de forma grosera; era tosca, lo sabía y le gustaba serlo. En eso, en ser claridosa, es en lo que más se parece Travers a Mary Poppins, porque ambas dicen lo que piensan y lo que sienten sin pensar en las consecuencias.

¿Cómo definirías ese tipo de personalidad?

Es una forma relajada de ser. Indica mucha confianza y seguridad con una misma, pero por otra parte demuestra vulnerabilidad y ella estaba llena de contradicciones también. Lo cierto es que no se puede definir a este personaje fácilmente por su enorme complejidad. Fue un reto fascinante interpretarla.

La película ha resultado controvertida no tanto por su retrato de Miss Travers, sino por el de Walt Disney, aún cuando no es el protagonista de la historia...

Sí, creo que sí. Ha habido algunos comentarios al respecto, porque según algunos hemos ido muy lejos en el trato de Walt Disney: sale fumando, bebiendo... Para los estadunidenses eso es ir lejos, para los europeos no significa nada. Además, eran los años sesenta, era otro mundo completamente diferente, sin tanta corrección política. Creo que Tom Hanks pinta un retrato de Disney, el hombre, en el que aparece convincentemente humano, como un hombre de éxito en los negocios en la cima de su poder, que era justo con sus empleados sin ser necesariamente blando, sabía muy bien lo que quería y cómo lo quería, y también sin ser financieramente generoso. Creo que Disney tenía cosas buenas al margen de lo que uno piense, o pensamos, en lo que se ha convertido su mito, a base de vender un universo idealizado. Eso precisamente fue lo que lo salvó del mundo real y brutal en el que creció. De hecho, los aspectos realmente polémicos de la personalidad de Disney, sus ideas políticas conservadoras, y todo eso se ha quedado fuera de la película, porque no venía al caso. Lo que queríamos contar era el encuentro entre dos personalidades muy opuestas, la de él y la de Travers, y el resultado en la película es lo que realmente importa. No se trata de una cinta biográfica sobre ninguno de los dos, sino más bien, de la instantánea de un momento muy específico que vivieron ambos.

¿Y trabajar con Tom Hanks?

Teníamos muchas ganas de hacerlo, desde hace tiempo. Y lo pasé muy bien. Es un compañero generoso y cálido, un espléndido actor, comprometido con un personaje tan complejo como lo fue el mío. Fue una buena experiencia y quedé muy contenta. Entiendo que Tom Hanks sea una de las grandes estrellas de su tiempo. Lo es, porque tiene todos los elementos para serlo. Además de ser muy divertido fuera de cámaras. Yo repetiría con gusto.

Guionista, actriz, productora... ¿hay algo que te falte por hacer?

Es una pregunta interesante, es cierto hay que poner todo de ti para hacer películas. Nunca he tenido que trabajar tanto, pero esto es lo que siempre quise hacer. Llevo 30 años dedicándome a esto y me gusta tanto que, aunque tengo muchos intereses más allá de mi carrera solamente, no podría dedicarme a otra cosa que no tuviera que ver con esto.

El cine es tu pasión entonces.

Sin duda. Actuar. Donde sea, como sea. Cine, teatro...

¿Incluso televisión?

Sí, si el proyecto me atrapa y me enloquece. Empecé en la televisión después de todo. Y me gusta lo que se hace en la televisión hoy en día. Cuando hicimos con Mike Nichols Ángeles en América (¡hace ya 10 años, lo puedes creer!), fue una de mis mejores experiencias. Así que si me llega un guión que me apasione, le puedo decir a Greg (su marido, el actor y director Grez Wise), "mi cielo, te dejo al frente de todo por este tiempo, porque voy a trabajar, pero volveré", desde luego. Mi marido y mi hija son una fuente de cariño y calidez. Soy actriz y haré lo que sea, siempre y cuando me haga sentir que es algo que puedo hacer con pasión. Estoy consciente que hay papeles que ya no podré hacer, pero no me arrepiento de no haberlos hecho. He hecho lo que he querido cuando he querido y como he podido. Y me gusta y me hace sentir muy satisfecha en algunos aspectos e inquieta en otros.

¿Eso quiere decir que seguirás incansable?

No sé si incansable. Soy humana. Pero mi madre (la actriz Phyllida Law, de 81 años de edad, aún en activo) es un gran ejemplo para mí, porque sigue trabajando así que, ¿por qué no? Mientras pueda, seguiré interesada en trabajar, en actuar, en escribir. Hay cosas que no puedo dejar de hacer. ¡No sé estarme quieta en mi casa! ¡Qué mal hábito el mío! ¿No crees?





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