13 mar 2014

“Mis hijos siempre serán lo primero”: Kate Winslet

Miguel Cane.

Es una actriz temeraria y disfruta de los retos. Así ha sido siempre, y si bien pudo perfectamente dormirse en los laureles de la fama que le brindó Titanic, Kate Winslet (Londres, 1975) decidió buscar papeles más difíciles y retadores para demostrar al mundo (y a sí misma) que es una actriz con recursos, que le gusta lo diferente. Así la vimos la década pasada en filmes como El lector (por el que obtuvo un Oscar), Little Children, Un dios salvaje (dirigida por Roman Polanski) o en la miniserie de HBO Mildred Pierce. Ahora retorna a las pantallas, después de tener a su tercer hijo, en Aires de esperanza, el más reciente filme de Jason Reitman (Juno), en el que interpreta a Adele Wheeler, una madre soltera que se ve involucrada junto con su hijo en la fuga de un hombre de la prisión, situación que en cuestión de días cambia por completo la vida de su familia. En la cinta, que se estrenó con mucho éxito en el festival de Toronto, comparte créditos con Josh Brolin.




En Adele, eres una mujer común y corriente en una situación extraordinaria. ¿Cómo logras el balance entre la ficción y la realidad? ¿Eres una mujer ordinaria en una situación extraordinaria?

No lo había pensado, pero puede ser que tengas razón. Para ser honesta, siento que tengo que actuar mucho más cuando llega la hora de caminar por una alfombra roja en una ceremonia de premios o un evento así, que en el momento en que soy un personaje con la cara completamente sucia. Tengo que planear mucho más en el atuendo que voy a llevar en un evento que en el vestuario de mi personaje. Supongo que la única forma de encontrar el balance es disfrutarlos por igual.

¿Es necesario prepararse siempre para un nuevo rol? ¿Alguna vez empezaste una película sin ningún entrenamiento o investigación de campo?

A mí me gusta estar siempre preparada para una película. Me sentiría como una novata o como una irresponsable, si llegara al set sin ningún tipo de preparación. Me acuerdo que unas semanas antes de empezar esta película, quizá un mes antes, Jason me dijo que descansara, él no quería que me preparara, que estuviera relajada. Pensé que estaba loco de remate (risas) y le dije “no puedo hacer eso”. Yo siento que tengo que prepararme aunque después resulte innecesario. Hay que pensar en todo, hago notas sobre mi personaje y a veces las consulto con el director. A veces funciona, otras no. Es así.



Algunos actores son partidarios de la idea de que se debe sentir el sufrimiento para mejorar como artista. ¿Qué opinas tú?

Creo que los actores tenemos suerte de vivir dentro de comportamientos ficticios y me parece fascinante. Es algo que nunca se puede descifrar del todo. Es como dedicarse a la fotografía, jamás se puede aprender todo. Sí, actuamos, pero también nos enamoramos de nuestros personajes, ayudamos a crearlos. Nos gusta muchísimo lo que hacemos. Diría que de no ser así, no sería posible dedicarnos a esto. ¿A ti te apasiona lo que haces? Supongo que debe ser así. El sufrimiento es relativo, como toda la experiencia. A mí me gusta la totalidad de la experiencia mientras filmo. Después, me quito el traje del personaje y vuelvo a ser yo. No me quedo con su sufrimiento ni con su alegría.



¿El hecho de ser madre cambió en algo la perspectiva de representar a una madre como Adele?

Fuera de los sets, ser madre es la principal razón de mi existencia. Eso lo supe cuando nació mi primera hija, Mia. Tener un hijo transforma tu vida por completo. Por supuesto, los hijos son absolutamente todo para cualquier madre. Y me siento muy afortunada porque al hacer esta película descubrí lo que significa ser madre de un chico mucho más grande que los míos. Mi hija ya tiene 12 años y mi hijo Joe tiene 9, Bear, el pequeño, acaba de nacer. Sin embargo, al trabajar con Gattlin Griffin, que interpreta a Henry, mi hijo en la película, lo disfruté mucho, y me dio una idea de qué puedo esperar dentro de un par de años, cuando mis hijos mayores crezcan.

Adele padece depresión, y la época en la que vive (los ochenta) no era una época muy comprensiva para el trastorno ¿Cómo te acercaste a ese aspecto?

Fue un verdadero desafío interpretar a Adele, aunque parece muy vulnerable, tiene muchísimas cicatrices del pasado, pero ser madre la obliga a ser fuerte. Es lo que tanto admiro. Ella es una persona que logra mantenerse de pie ante la adversidad sin tomar Prozac ni una copa. No es esa clase de persona. Su hijo es una buena persona, precisamente por ella, por su gran corazón y la capacidad de amar y ser apasionada, aunque se haya olvidado de semejante capacidad. Es algo que descubre cuando conoce el personaje de Josh (Brolin). Yo la admiro muchísimo y, de verdad, fue un personaje extremadamente complejo para mí.

¿Llegaste a identificarte con ella?

Es difícil encontrar algo específico con lo cual sentirnos identificados de tal o cual personaje. Me cuesta hablar del proceso de la actuación porque me parece que la gente lo encuentra pretencioso, y no me gusta dar esa impresión. Lo que más me identificó con Adele son sus convicciones como madre, por supuesto, pero también su capacidad de amar y su anhelo de ser amada. Para mí, la película demuestra cómo en la realidad nos olvidamos de las cosas más simples, como tomar a alguien de la mano. Hoy, si salimos en una cita, queremos que todo pase en seguida, rápido. No es así en la película. Un solo toque de la mano puede provocar una de las más grandes reacciones en la gente. Por eso fue una experiencia muy especial.

Se rumora que en la vida real eres tan buena cocinera como en la ficción…

¡Qué rápido corren la voz! Bueno, sí. Cuando hice Mildred Pierce, hace unos años, tomé un curso para perfeccionar lo que ya sabía, mi madre y mi abuela me enseñaron a cocinar, ambas son excelentes, y yo pensaba que era buena, hasta que Josh Brolin me demostró que es aún mejor cocinero que yo. Se levantaba muy temprano y llegaba por la mañana al set con un pastel. Como su personaje de la película. Estaba practicando, y es tan generoso, que nos compartía. Pero semanas después, seguía cocinando más pasteles. El pobre ya no sabía qué hacer con ellos (risas). Se metió demasiado en el personaje y nos la pasamos comiendo pastel durante dos meses, todos, hasta los maquilladores (carcajadas). Jason le tuvo que decir que era maravilloso, pero que por favor, parara o engordaríamos todos.

Para poder realizar esta película, Jason Reitman tuvo que esperarte…

Sí, yo venía de hacer varias películas seguidas y pedí tiempo. Tuve suerte de que Jason me esperara. Mucha suerte. Nunca me pasó antes, y estoy muy agradecida. Cuando Jason me trajo el guión, Josh Brolin ya estaba confirmado para el personaje de Frank. Era maravilloso. Y el personaje de Adele era extraordinario. Hubiera sido una locura rechazarlo. Jason y toda la producción fueron muy pacientes y generosos conmigo.

¿Te has vuelto más selectiva con tus elecciones fílmicas?

Supongo que es una manera de decirlo. De pronto me di cuenta, hace unos meses, que llevo 20 años ininterrumpidos de trabajar. Porque aunque no esté actuando, estoy trabajando. Leer guiones, promoción, todo esto es parte de mi trabajo. Y quiero tener tiempo personal para mi familia, para mis hijos. Así que sí, decidí espaciar un poco los rodajes (como fue este caso) y soy más selectiva con los guiones. No es que crea que soy más importante que las películas. No lo soy, pero mis hijos sí. Y mis hijos siempre serán lo primero.






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