Ahí está el detalle
Miguel Cane.
A estas alturas del poema, todo el mundo sabe que, si se desea acceder a la carrera por el Oscar, lo que hay que hacer es una “biopic”. Las ha habido de todos los tonos: algunas vibrantes y otras sensibleras. Pero lo importante es darle al público una “mirada privilegiada” al mundo íntimo de una figura conocida.
En México se había dado poco éste molesto género — acaso la más afortunada cinta en memoria reciente de este tipo sea La Reina de la Noche de Ripstein, sobre Lucha Reyes, infinitamente superior a las horrorosa y baratonas cintas que Carlos Amador produjo en los 90 sobre José Alfredo Jiménez, Álvaro Carrillo y José José—, pero el afán de conseguir una “justificación” del cine nacional obteniendo un Oscar, ha sido más fuerte, y con esa intención específica se creó Cantinflas, con un presupuesto de producción considerable, un reparto lucidor — controversialmente (aunque esto de hacer polémica siempre es una ventaja en este país) encabezado por el catalán de origen gitano Óscar Jaenada — y la pretensión de llegar a Hollywood.
Esto en sí no es reprobable. Lo triste es que se quiera hacer, con un producto mediocre (pese a todos los elementos que lo componen, que son de calidad innegable) y finalmente fallido, hecho para sorprender a un público poco exigente, con la guisa de ser “un relato verdadero” al que se sanitizó al punto de convertirse en una versión con más recursos de cualquier programa pseudobiográfico de la televisión.
Jaenada está muy bien en un rol decididamente difícil, y captura bien el lenguaje corporal de Mario Moreno y de su personaje, en distintas etapas de su vida, no obstante, tan buen elemento se diluye en un guión débil que promete una “historia no contada” que no sucede nunca.
El resto del reparto se pierde en cameos completamente inútiles (¿qué tantas figuras históricas reconoce usted?) que no hacen justicia a los actores que los representan: Ahí está José Sefami como Diego Rivera, Anna Layevska como Miroslava, Luis Gerardo Méndez como Shilinsky, Bárbara Mori como Elizabeth Taylor — su tercer marido, Mike Todd, produjo La vuelta al mundo en 80 días y aquí es encarnado por Michael Imperioli —, y un largo etcétera que poca sustancia aporta a lo que al final resulta un carnaval insostenible de clichés del género y un desperdicio de sus actores (especialmente Ilse Salas, que está muy bien en un papel ingrato como la esposa), que desesperadamente busca agradar y dar la sensación de que se está viendo un filme importante, cuando en realidad ni siquiera es malo: es mediocre.
Y mejor hubiera sido que fuera malo. Así, por lo menos, Sebastián del Amo (que ya había intentado algo similar en su opera prima sobre Juan Orol, que en su resultado fue ligeramente mejor) tendría algo que causara una reacción visceral y no sólo tedio.
Cantinflas es tan blanda y tan complaciente, que en lo único que resulta es en sensiblería corriente y la promesa defraudada de algo que no llega; una cinta objetiva sobre un personaje complejo. Incluso las últimas cintas de Cantinflas, en las que se regodeaba en una superioridad moral antipática (y más cercana a su verdadera personalidad hacia el fin de sus días), eran mejores que esto.
Cantinflas
Con Óscar Jaenada, Ilse Salas, Luis Gerardo Mendez, Adal Ramones y Joaquín Cosío.
Dirige Sebastián del Amo
México/EU 2014