24 jun 2009

Marion Cotillard conquista Hollywood

Aunque es la orgullosa poseedora de un Oscar, esta belleza francesa no había “dado el salto” a la Meca del Cine hasta ahora, con su intervención en Enemigos Públicos.

Miguel Cane




Tras haber impactado a la crítica y público internacionales con su actuación ganadora de un Oscar en La vida en rosa, donde interpretó a Edith Piaf, esta bellísima actriz francesa, nacida en 1975, ahora vuelve sus ojos a los sets estadounidenses como la protagonista junto con Johnny Depp y Christian Bale (dos de las más rutilantes estrellas de cine del momento) en la cinta Enemigos Públicos, dirigida por el aclamado director Michael Mann e inspirada en hechos reales, transcurridos en los Estados Unidos durante los años 30, en la que interpreta a Billie Frechette, la novia del célebre asaltabancos John Dillinger (Depp).


Si bien en Europa Marion es muy conocida, sobre todo en su país, tras su participación en la taquillera saga Taxi, sus participaciones en el cine estadounidense habían sido solo en Big Fish (donde tenía el pequeño rol de la nuera francesa de Albert Finney) y en la fallida comedia romántica de Ridley Scott Un buen año, en la que también interpretaba a una joven de origen galo. De este modo, éste es su verdadero debut en Hollywood, en una cinta totalmente hablada en inglés y esto representa un verdadero parteaguas en su carrera.

¿Qué es lo que conocías de la vida de Billie Frechette o de Dillinger antes de venir a América para rodar este filme?
Pues, si tengo que serte sincera, muy poco. Prácticamente todo lo que sé de esta película lo comencé a averiguar a raíz de recibir el guión de la película. Por supuesto, cuando lo leí me pareció un papel demasiado extraordinario como para perdérmelo. Billie no es solamente lo que en inglés llaman una ‘gangster moll’, una muñequita del bajo mundo… tiene muchos niveles y el que su vida se haya cruzado con la de John Dillinger no sólo le cambió la existencia a los dos, le valió un lugar en la historia y eso es algo que yo ni siquiera imaginaba y que me resultó fascinante.


Marion Cotillard in 20th Century Fox's A Good Year



Aún pese a haber ganado un Oscar, ¿en algún momento sentiste reservas ante el reto de tener que interpretar un personaje estadounidense, totalmente hablando en inglés…?
Desde luego, ha sido la parte de mi trabajo en la que más me he tenido que esforzar. Tuvimos un director de diálogos, que me ayudó a encontrar la voz de Billie, no solo para cantar, porque Billie era una cantante de cabaret, también para hablar. Una voz que fuera adecuada para una mujer como ella, de su época, de su extracción. Michael Mann, nuestro director, me lo dejó muy claro: como sabía que en tres meses ni yo ni nadie sería capaz de hablar exactamente igual que una mujer americana de los 30, debía prepararme a fondo y yo hice un esfuerzo para sorprenderlo. No hablaba nunca en francés, sólo en inglés y con la dicción de Billie Frechette. Para cantar fue otra cosa; se decidió que yo hiciera 'play back', aunque al final se incluyó una escena en la que se escucha mi voz. De lo que sí me he dado cuenta es de que no sólo se trataba de mover los labios al compás de la canción. Era mucho más. En La vida en rosa me dirigieron para hacer lo mismo – nunca en la vida podría cantar como Piaf, aunque lo intentara con todas mis fuerzas- y he visto tantas películas en las que los actores hacen tan mal (el 'play back') que llegué a pedir a un profesor de canto que me ayudara a comprender la manera que tendría Billie de cantar. Aun así, ensayé todo lo que pude y más, cantando sola en mi casa, en la ducha, en el auto... ¡En todas partes!

¿Te intimidó la experiencia de Hollywood? ¿Fue muy distinto a trabajar en Europa?
Me impresionó. Tengo que reconocerlo; no se parece a los rodajes que había hecho, aún incluso en otras producciones americanas. Es decir, todo aquí es muy distinto a como es en Europa… existe un lugar preciso para todo, hay mucha precisión, muchos intereses. Comprendo ahora perfectamente por qué en América existe una industria del cine, donde en Europa algunas cosas las hacemos por amor al arte. Creo que ambos mundos se complementan… pero sí, te puedo decir que me sentí algo intimidada al principio, aunque mis compañeros de rodaje y el director, se encargaron de hacerme sentir bienvenida y de orientarme. Por ello, les estoy muy agradecida.

Tras ganado el Oscar, ¿sientes que estás viviendo uno de sus mejores momentos profesionales?
Oh, sí, seguramente, pero todo eso ya ocurrió, y ahora me inclino más a mirar lo que viene, es decir, no soy ingrata, pero no me gusta mucho mirar hacia el pasado. Prefiero tener otros proyectos a futuro. Todos los momentos son buenos, hay que pensar que cada momento es bastante especial, pero no hay que estancarse, ¿me entiendes? Además del Oscar y todo eso, me ha ocurrido una cosa que valoro bastante a nivel profesional. Pude demostrarme a mí misma que podía hacer algo tan grande como la biopic de Piaf sin flaquear. Una experiencia así te hace aprender mucho y eso es algo que me gusta de este oficio, que siempre hay una oportunidad de aprender algo nuevo del mundo que te rodea y de ti misma y cómo puedes hacer encajar ambas cosas… ¿no es muy complicado lo que digo?

No tanto… ser actor consiste en observar y aprender, ¿no?
¡Exacto! Es un constante aprendizaje. Trabajamos con la naturaleza humana, con las emociones. Eso es lo que más me gusta de todo esto.


Marion Cotillard at the Santa Barbara Film Festival Virtuoso Tribute ? 01/30/2008 Photo: Ray Mickshaw, WireImage.com





También sucedió que te has hecho más famosa mundialmente en este intervalo de dos años. ¿Sientes que la celebridad cambia o cambiará de algún modo tu modo de la vida? ¿Te irrita la consecuencia de la celebridad?
Pues la verdad es que intento no hacerle ningún caso al asunto éste de la fama. En Francia la prensa rosa es muy intensa… pero supongo que eso ya sucede en cualquier parte y nunca puedes escaparte de ella. Verás, en mi país desde hace unos cuatro o cinco años, los medios de comunicación se han fijado mucho en mí. Yo lo entiendo, y ahora sucede en otras partes, gracias al Oscar y todo lo que conlleva. Aunque eso supone una gran responsabilidad y sobre todo debes tener mucho cuidado con lo que dices, no irte de la lengua. Antes, tú sabes, yo hablaba hasta por los codos. No me importaba decir lo que fuera, pero ahora, en cuanto abro la boca, mis declaraciones están en todas partes, y algunas veces, fuera de contexto (hace alusión a la controversia en que se vio involucrada a principios de 2008 sobre una declaración referente al 11/9, y que suscitó mucho ruido a ambos lados del Atlántico, por lo que decidió no hablar más al respecto con los medios de su país). Y parece que algunas cosas que digo tienen una importancia mayor de la que realmente tienen, ¿ves? Y mi vida privada la mantengo así, ahora que aprendí la lección. Tengo una pareja (el actor y director Guillaume Canet) y pensando en nosotros tengo que cuidar mucho lo que digo, por lo que jamás hablo de mi relación con los medios, ¿para qué? Por lo demás, prefiero, preferimos, mantenernos al margen del juego de la celebridad. Yo no soy nadie especial. Soy una chica que trabaja, igual que tantas otras en el mundo.

Sin embargo, y pese a trabajar tanto (se ríe) también eres una persona de muchos intereses… ¿Existe algo más que te apasione, aparte de tu trabajo?
Sí, y es algo que me llena mucho más que el tema de ver mi vida en los medios. Lo que más me sacude, es la lucha por el medio ambiente. Creo que de un modo completamente equivocado, lo que llamamos ‘civilización moderna’ ha venido a afectar muy seriamente al planeta. Por eso mismo, si mi trabajo, mi ‘celebridad’ puede servir para aportar algo, para atraer la atención del público general a situaciones como el calentamiento global, la prevención de una deforestación y la lucha por los derechos de los animales, créeme, entonces lo hago con mucho gusto y en cierta forma, es una compensación mayor que cualquier otro privilegio que pudiera recibir por hacer lo que es mi trabajo. Y yo ayudo en lo que puedo, sin dudarlo. Es nuestro planeta y todos podemos hacer algo por ayudarlo, aunque sea algo mínimo. Nada es demasiado poco.

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