5 jun 2009

Rocketman. El increíble viaje a la Luna y más allá del astronauta Pete Conrad, por Nancy Conrad y Howard A. Klausner - Jacobo Bautista

Jacobo Bautista



A mi generación ya no le tocaron las hazañas de las primeras exploraciones espaciales y aunque de algún modo en la infancia todos quisimos ser astronautas, no vimos la carrera espacial y sólo nos tocaron las historias del Skylab, mal cubiertas por la prensa. Los astronautas, además, resultaron a final de cuentas héroes bastante grises, con vidas perfectas, siempre dispuestos a arriesgar la vida por su nación y tonterías así. Las biografías de los cosmonautas rusos estaban llenos de historias cursis de amor a la Unión Soviética, producto de su propaganda… pero las historias de la NASA ni siquiera tenían la cursilería.

A mi generación le tocaron, en cambio, las exploraciones a otros planetas hechas por naves sin tripulación. Recuerdo a Pedro Ferriz narrando los programas especiales dedicados a la llegada de la sonda Viajero (1 y 2) tanto a Júpiter como a Saturno… pero nada de grandes aventuras…

La exploración espacial me atraía, pero le faltó siempre el elemento de los héroes de carne y hueso. Fue con la película The Right Stuff que vi algo de drama en estas aventuras. Luego de mucho tiempo y con la película Apolo 13 vi que, después de todo, sí había habido una aventura de verdad peligrosa.

El inicio de mi renovado interés por estos asuntos fue la miniserie, producida por Tom Hanks, titulada From the Earth to the Moon. Mi capítulo favorito de esta serie es Is there all that is? Que trata sobre el Apolo 12… está basado en parte en el libro que escribió uno de sus tripulantes (y el cuarto hombre que pisó la Luna) Al Bean. Y lo que hace el libreto de este capítulo es retratar a un verdadero héroe, todo un personaje, llamado Pete Conrad, el comandante de la segunda misión a la Luna.

Ya había escuchado algunas historias de Pete Conrad y lo había visto en un programa de televisión del Speed Channel original (cuando dedicaban espacio a los aviones también y no la bazofia que es ahora este canal)… Conrad entrevistaba pilotos y hablaba de los aviones, y cada vez que se presentaba con alguien, este alguien –fuera quien fuera- se quedaba con la boca abierta, como no creyendo que estaba hablando con Pete Conrad.

Luego me enteré que Conrad se murió… a los casi 70 años, Pete se murió luego de tener un accidente mientras paseaba en su Harley Davidson.

Y un buen día vi que su viuda escribió un libro sobre la vida de su esposo y pues no me podía imaginar qué tanta anécdota podría tener un libro sobre la vida de un tipo que, cuando bajó las escaleras del módulo lunar para pisar la Luna, dijo (recordando las palabras inmortales de Neil Armstrong) “pudo haber sido un paso pequeño para Neil, pero es un salto grande para mí” (porque además era el más chaparro de todos los astronautas) y luego dio un salto mientras gritaba “Whoooopeeeeeee!”.

La vida de Conrad es extraordinaria desde que cuentan la historia de cómo sus ancestros llegaron a Pennsylvania. La familia siempre tuvo dinero, o lo había tenido, hasta la gran depresión que comenzó en 1929… la otrora gran casa de los Conrad (donde vivía el pequeño Pete con sus dos hermanas mayores) se fue quedando vacía, primero porque corrieron a los empleados, luego porque fueron vendiendo los muebles y tercero porque abandonaron la casota para mudarse a una casita pequeña luego que el papá perdió su negocio.

El pequeño Pete Conrad, después de tener que despedirse del chofer de la familia, quien le enseñó los primeros secretos de la mecánica (primero en el motor del auto del coche, luego al desarmar el motor de una motocicleta Indian), después de despedirse tuvo que despedirse de la mansión Conrad pensaba que aquello no podía ponerse peor… y se puso peor.

Disléxico, con el sistema educativo de entonces sin poder diagnosticar –mucho menos tratar- la dislexia, Conrad fue de mal en peor en la escuela… mientras su papá además de distanciaba más de su familia, Pete era amenazado con ser reprobado y aún más, con expulsarlos de la escuela. Con la dislexia a cuestas, sin embargo, todos los esfuerzos de Conrad se fueron por la borda.

Y los primeros capítulos de este libro son sencillamente un recuento de la desesperación de un niño al que todo le sale absolutamente mal y que, para colmo, lo único que le gustaba, lo que entendía, era la mecánica… su futuro se vislumbraba como el encargado de una gasolinera o de mecánico.

En medio de la desesperación, habiendo comenzado mal en su nueva escuela, de repente Pete se dio cuenta que todo era con en la mecánica: debía seguir un procedimiento, igual que limpiaba el motor de la Indian, haría todo lo demás, por pasos… y comenzó a irle tan bien que consiguió entrar a la Universidad de Princeton, con una beca de la Armada.

Un día, asomado por la ventana con su compañero de cuarto, vieron pasar a un viejito, todo despeinado, con un suéter que daba lástima. ¿Sabes quién es ese? –le preguntó su amigo… -es Albert Einstein… ¿y ves sus libros? Usa como separadores los cheques, es tan brillante que el dinero ya no significa nada para él.

Y de ahí en adelante, luego de salir de Princeton comenzó la carrera ascendente de Conrad en la Armada… todo contado de manera fantástica por Howard A. Klausner quien dio al libro una estructura fantástica. El libro comienza no con el nacimiento de Conrad sino con los últimos detalles de la preparación para dar la vuelta al mundo en un Lear Jet… y la guía del libro es precisamente la vuelta al mundo, con Conrad repasando su vida mientras volaba alrededor del mundo buscando romper un récord… sólo un viaje más en la increíble vida que había llevado… y el libro repite una y otra vez que no era la gloria, la historia o la leyenda, era todo por el viaje.

Luego se inscribió al programa de la NASA cuando estaban buscando a los primeros astronautas, pero le desesperaron tantas pruebas a lo tonto y se regresó a probar aviones (era piloto de pruebas para la Armada). Obviamente, cuando los primeros astronautas comenzaron a viajar al espacio, Pete se dio cuenta que había dejado pasar una oportunidad histórica… y volvió a hacer las pruebas, entró entonces a la NASA con el grupo de astronautas que volarían las naves Gemini y posteriormente las Apolo, cuyo objetivo era aterrizar en la Luna.

La vida de Pete Conrad se puede resumir en dos momentos, porque uno piensa que después de caminar en la Luna pues ya no hay más que hacer en la vida. -¿Qué fue más lo más emocionante en tu vida? –le pregunta un chavo que viene con él en el jet tratando de darle la vuelta al mundo -¿Tu primer vuelo solo o el caminar en la Luna? A lo que el astronauta contesta que ninguna de las dos… y luego de hacer una pausa revela: “mi primer aterrizaje en un portaaviones”.





En otro momento del vuelo le preguntan eso que uno se imagina de los 12 hombres que caminaron en la Luna… ¿No se pone mejor que eso, verdad Pete?... y sin chistar, Conrad respondió: “Sí, para mí se puso mejor… en Skylab”.

Con mil anécdotas que contar, siempre con una sonrisa en los labios, toda la vida contando chistes, echando relajo todo el tiempo, así es como todo el mundo recuerda a Conrad, que no dejó de cantar, hacer chistes ni cuando estaba trabajando en la Luna.

“Si no puedes ser el mejor, sé pintoresco”, era el lema de Conrad.
¡Es un librazo! Porque va, además, de aventura en aventura, cuando no estaba preparándose para viajar a la Luna, estaba viendo fotos del Playboy en ella, o probando el más nuevo avión de la Marina, trabajando para el tipo que inventó la televisión por cable (el mismo que patrocinó el viaje alrededor del mundo) o diseñando y viajando en la primera estación espacial o promocionando el entonces nuevo avión de la Boeing…

Y todo con un humor terrible.

Rocketman
El increíble viaje a la Luna y más allá del astronauta Pete Conrad
Por: Nancy Conrad y Howard A. Klausner
Prólogo de ‘Buzz’ Aldrin
ISBN-10: 045121837X
ISBN-13: 978-0451218377
Publicado por: NAL Trade



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