12 oct 2009

Matt Damon, no es una estrella

Actor versátil, hombre de familia, este niño dorado de Hollywood tiene los pies plantados en el suelo y vuelve de la mano de Steven Soderbergh, en una de las cintas más controversiales del año.

Miguel Cane

Matt Damon at the Hollywood premiere of Universal Pictures' The Bourne Ultimatum


En poco más de una década, Matt Damon (Boston, 1970) ha dado el salto de proverbial desconocido, a ser, junto con unos pocos más – entre ellos sus colegas George Clooney y Brad Pitt- una de las estrellas de cine más cotizadas en Hollywood, con un nombre que, de solo asociarse a una producción, ostensiblemente garantiza su financiamiento... aunque asegura que ese no siempre es el caso. No obstante, este rubio alto y jovial se ha convertido en una figura presente en numerosas cintas de éxito con la crítica y en taquilla, aunque la noción de ser estrella de cine es, según él, algo que todavía hoy le parece extravagante e incluso ajeno. “La estrella de cine es una personalidad total, yo no creo tener la capacidad para declararme una estrella. Soy un actor que a veces tiene suerte y trabaja mucho. Y digo suerte, porque para mí es una suerte dedicarme a lo que a mí más me gusta… pero francamente… una estrella es alguien como Clint Eastwood, ¿no? Como Jim Carrey o Tom Hanks. Alguien que puede garantizar ese estatus… pero yo definitivamente no.”

Matt Damon at the Hollywood premiere of Universal Pictures' The Bourne Supremacy


En su más reciente trabajo, Matt se reúne con Steven Soderbergh, con quien previamente había trabajado en la exitosa trilogía de Ocean's 11, es una sátira sociopolítica inspirada en situaciones reales, titulada El Desinformante (desafortunado título en castellano para The Informant!, o bien, El Soplón), en la que se hace mofa de los escándalos industriales y gubernamentales, así como del tráfico de influencias y que le ha atraído a Damon excelentes críticas.

La historia real de Marc Whitacre, empresario, doble agente, soplón con la policía y encima de todo, mentiroso compulsivo, es increíblemente extraña cierta... ¿es Whitacre realmente tan excéntrico como lo encarnas en el filme?

La verdad es que no lo sé, porque nunca lo conocí. Cuando Steven (Soderbergh) me dijo que iba a plantear la película como una comedia, comprendí que en realidad no me hacía falta hacer un estudio de personaje riguroso. De todos modos, he conocido a mucha gente que se comporta como mi personaje, y seguro que tú también, todo mundo conoce a alguien así: gente con un título académico del más alto nivel pero que se comporta de un manera increíblemente estúpida.

¿Fue difícil tener que aumentar de peso para la película? ¿Cuántos kilos fueron?
Fueron quince kilos. Un par de meses antes de empezar a rodar mandé un mail a Steven y le pregunté: ¿qué aspecto quieres que tenga mi personaje? Y él solo me contestó: «Esponjosito». No quería un personaje de contornos definidos, así que incluso me hizo ponerme una prótesis en la nariz para quitarle aristas. Engordar fue extremadamente fácil, todo lo que tuve que hacer fue comer pizza y muchos BigMac, y beber cerveza y helado. Y debo confesar que no es tan cómodo o divertido como la gente piensa. Es una lata tener que acumular tanta masa corporal y luego tener que perderla... yo tuve que darme prisa, porque tenía que empezar a rodar Green zone, que es mi próxima película, y no podía hacerlo con todo ese peso. Sí que en cuanto terminamos de rodar, me puse en un régimen muy estricto. Debo confesar aquí que en parte, quise ver si podía hacer lo mismo que Robert DeNiro en Raging Bull y creo que no lo voy a volver a hacer (se ríe).

Matt Damon at the Hollywood premiere of Warner Bros. Ocean's Twelve


Green zone es tu nueva colaboración con el director Paul Greengrass, ¿no es así?Sí, es una película de gran presupuesto sobre la guerra de Irak y eso, teniendo en cuenta qué mal suele funcionar ese tema en la taquilla, es casi un suicidio (risas). También está basada en hechos reales. Interpreto a un científico a quien se le encomendó la búsqueda de armas de destrucción masiva y que no tardó en darse cuenta que todo el asunto de las armas era una patraña inventada por George Bush y su administración.


Esta película sostiene que al menos el gran capital americano está sostenido en mentiras. ¿También sucede en Hollywood? ¿Hay que ser mentiroso en esta industria?

Para sobrevivir en Hollywood hay que ser no solo un mentiroso, sino un muy buen mentiroso. Constantemente tienes que decirle a la gente que te ha gustado su película, y ellos te lo dicen a ti. En realidad, asumes que todo el mundo está mintiendo todo el tiempo, pero es la política que nos rige y no hay más que hacerlo. Aunque eso es una cosa y otra muy distinta es creerte la mentira.


¿Eres un buen mentiroso?

¿Tú qué crees, que te mentiría? (se ríe) No, no, no. Yo nunca miento. Me madre se aseguró de que mi hermano y yo nos sintiéramos muy culpables cada vez que mentíamos y nos hizo pasar por experiencias realmente humillantes cuando nos pescaba en una mentira, y yo quiero que mis hijas crezcan igual, sin decir mentiras. Así que no. Soy muy diplomático, pero hay una diferencia entre eso y decirte una mentira. (Se ríe) Ahora, tú sabrás si lo que te dije es la verdad, ¡o una mentira! (Carcajadas)


Otro tema que toca la película, es el posible origen de la actual crisis económica. ¿Cómo crees que te ha afectado a nivel profesional?

Me ha afectado, y mucho. Actualmente es muy difícil conseguir dinero para hacer películas. El dinero ha desaparecido. No basta con que tengas a Tom Cruise, o a Will Smith, para que te den una luz verde para hacer algo. Ahora hay que hacer milagros con los recursos a mano. Está el caso de un director formidable como lo es David Fincher, que aún pese al éxito de Benjamin Button, no ha sido capaz de sacar adelante su nueva película, y es una pena porque yo iba a protagonizarla y me hacía mucha ilusión, pero ni siquiera un reparto te garantiza que haya recursos. Son tiempos muy difíciles.


Obtuviste un Oscar hace doce años por Good Will Hunting, al coescribir el guión con Ben Affleck. ¿No han pensado en escribir otra película?

Es curioso, sabes, nosotros escribimos ese guión para encontrar trabajo, porque estábamos muy chavos y con muchas ganas de hacer cosas… y sin mucho dinero. Nos la jugamos y creo ahora que la apuesta salió bien, porque desde entonces no hemos dejado de trabajar ni él ni yo. Nos gustaría repetir la experiencia, pero estamos atareados, en proyectos diversos. Cuando eres actor te absorben los proyectos… no lo hemos hablado, pero ya veremos.

Matt Damon in Universal Pictures' The Bourne Ultimatum



En los últimos años has procurado mantener un bajo perfil. ¿Qué se siente volver a los reflectores?

¡No me gusta ser famoso! (se carcajea). En el último año, aunque rodé tres películas, quiero tomarme un descanso y mantener las cosas calmadas. Pero si te dedicas a esto eres automáticamente una figura pública. No necesariamente te conviertes en alguien a quien todo el mundo conoce, que es lo que celebridad quiere decir. Mi familia y yo disfrutamos el no tener un perfil tan público. Vamos a cualquier lugar cuando queremos y como queremos. Claro que también sirve de algo, por ejemplo, puedes conseguir una mejor mesa en un restaurante. A mí no me interesa agradar a todo el mundo, si la gente viene a ver mis trabajos será porque les gusta cómo lo hago, no por causas ajenas a mi carrera o por lo que las revistas cuenten de mi vida privada. Sólo quiero ser considerado un actor, no una estrella. No me veo como un hombre lo suficientemente carismático como para lidiar con ello. Sólo hago mi trabajo y cuando dicen “corte”, vuelvo a ser yo. Esa es la gran ventaja… lo que te señalaba entre la diferencia entre las estrellas y nosotros. Yo no soy una estrella, porque no tengo la vocación, ni las ganas, de serlo. Y estoy muy bien así.

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