14 ago 2010

La pasión de Patricia Clarkson

Es reconocida como una de las mejores primeras actrices del mundo: su presencia en infinidad de filmes de los más reconocidos directores lo demuestra y ahora, con Pasión en El Cairo, le llega el momento protagónico.

Miguel Cane




No hay papeles pequeños. Ese es un mantra actoral que Patricia Clarkson (Nueva Orleans, 1959), ha seguido al pie de la letra desde que hizo su debut como la esposa de Elliot Ness (Kevin Costner) en Los Intocables de Brian DePalma. De ahí, su voz rasposa y su rostro elegante han aparecido en filmes como Milagros inesperados, Dogville, Lejos del Cielo, Vicky Cristina Barcelona y, más reciente, La isla siniestra. La actriz, quien estuvo nominada al Oscar por Pieces of April, y obtuvo dos premios Emmy por su participación en la serie A tres metros bajo tierra ahora tiene el rol central de Pasión en El Cairo, presentada en el festival internacional de cine de Toronto, donde obtuvo el premio a la mejor película.




En esta cinta de factura canadiense, interpreta a Julitette Grant, una mujer sofisticada y de mundo, que es esposa de un diplomático y que, sin proponérselo, entabla romance con un hombre árabe. “Me doy un festín con los personajes que interpreto, no importa si es una escena. A veces una sola presencia es importante. Lo veo como adentrarse a un mundo que no es de uno, pero que hay que transitarlo y desarrollar. Es verdad eso que dicen. No hay papeles pequeños.”


¿Siente que te costó mucho llegar a este punto de tu carrera profesional en Hollywood?
Mira, cuando comencé a hacer cine, hace unos veintitantos años, yo era una chica rubia y bonita. Sólo era considerada para los papeles de esposa o novia encantadora, comprensiva. Los intocables fue algo muy especial. Para ser mi debut cinematográfico, con Brian De Palma, Kevin Costner, Sean Connery y Robert De Niro, fue muy emocionante. Ten en cuenta, que era la única mujer en una película “de hombres”. Yo en esa época estaba haciendo una obra en Broadway y tuve que abandonarla, muy a mi pesar, pero era un riesgo que tenía que correr. Yo soy egresada de Yale en arte dramático, que es una de las mejores escuelas y me enamoré del teatro, pero fue con ese filme que aprendí otras cosas, como técnicas de cámara, tomas y ángulos. Fue como tomar un curso de postgrado. Y desde entonces, trato de aprender todo lo que puedo de los trabajos que hago. Así que sí, ha sido un camino muy largo, pero no me ha importado en absoluto recorrerlo.




¿Cuándo dirías que comenzó a tomar vuelo tu carrera?
Creo que fue cuando interpreté a Greta en High Art, dirigida y escrita por Lisa Cholodenko, en 1998. Desde ahí todo cambió para mí. Me tocó hacer un personaje muy radical, algo que nunca en mi vida había hecho: el de una ex-modelo de haute couture alemana, neurótica, lesbiana y adicta a la heroína. Ciertamente fue demandante, porque tenía que hacerlo creíble y yo soy muy neurótica (se ríe), pero no soy ni alemana ni lesbiana y nunca he tomado drogas en mi vida. Pero sentía que la conocía. Nadie podía creerlo cuando vieron mi trabajo. Era como si dijeran: “¡Wow! ¿Ella puede hacer eso?” y empezaron a ofrecerme otros papeles que no eran los de la novia buena y comprensiva. Diría que ahí me empezaron a ofrecer retos. Y yo los tomé encantada.




¿Cómo llegó a tus manos el personaje que interpretas en Pasión en El Cairo?
Ruba Nadda, la directora, es una mujer joven y muy talentosa, que sabe muy bien qué es lo que quiere- Perfectamente pudo haber concebido el mismo relato con una mujer joven, pero prefirió hacerlo con una mujer de cierta edad. Sí, qué pasa, soy una mujer de cierta edad y ésa era la historia que ella quería contarle a la audiencia y por las reacciones que ha habido en las proyecciones, en festivales en las premieres, te das cuenta de que muchos disfrutaron. Son historias de mujeres, y hay mercado para ello, a pesar de que opinen distinto. ¿Quién no quiso ver Vicky Cristina Barcelona? Aparte del encantador Javier Bardem, ese relato fue conducido por mujeres. Y fue un éxito.

¿Sientes que Hollywood no aprovecha a sus actrices maduras?
Somos muy pocas. Admiro a Helen Mirren y, por supuesto, a Meryl Streep. A Sigourney Weaver, Susan Sarandon, Glenn Close, Mia Farrow... Son mujeres muy hermosas y han madurado con una gracia impresionante. Ahora bien, hay menos papeles de este tipo. Ya sabes, si es para una película grande, primero se lo van a ofrecer a Meryl y si ella pasa, entonces... Pero no me puedo quejar. Ya he trabajado con Woody Allen dos veces y todo se debe a que asumo pequeños papeles que me permiten trabajar en mayor número de proyectos y con otros directores. Es una manera de ser versátil y me manengo activa.

¿Qué opinas de quienes esperan un papel que los defina?
Creo que es un terrible error como actor hacer eso. Cada interpretación que he realizado tiene cierto valor para mí. Me ha hecho mejor actor y no sólo por trabajar con Allen, Von Trier o Scorsese, sino con todos. Considero que una carrera es la combinación de muchas partes y el hecho de seguir haciendo cine a la edad de 50 es increíble. Aún estoy trabajando. Soy una mujer muy afortunada.

¿Con quién te gustaría filmar?
¡Con Pedro Almodovar! Él lo sabe, se lo he dicho. Escribe para mujeres y es un gran director de actrices... yo sueño con ser chica Almodóvar. Aprenderé español si es necesario. No me importa. Mientras tanto, haré otra película con Ruba. Será un thriller de suspenso y yo volveré a ser la fuerza conductora de ese relato. Será emocionante.

¿Filmar Pasión en El Cairo en Egipto te mostró algo que desconocieras del Medio Oriente?
Sí, fue una experiencia fascinante. Yo nunca habia estado en Egipto, ni como turista, así que fue una experiencia cultural, es cierto. Hay belleza, hay romance en esos lugares; personas viviendo vidas normales. Estoy agradecida de participar en un filme con locaciones que tengan un clima político. Hay momentos políticos en ella, pero Ruba le devuelve la belleza a El Cairo. Es ofensivo englobar inmediatamente a esa ciudad como si fuera todo en ella un reflejo de los conflictos actuales. Hay tantas culturas diferentes y ciudades tan distintas... Tenemos que honrarlas a cada una. El Cairo es un personaje maravilloso en esta cinta. Igual que trabajar con Alexander Ziddig, trabajar con él fue extraordinario. Interpreta a un hombre común, nada que ver con ese cliché de que al final resulta un terrorista o una persona de alta jerarquía. Estoy agradecida de estar en un filme que enfatice la belleza de una ciudad como El Cairo y su gente.




Tu personaje, Juliette, vive una apasionada historia de amor ¿hay romance en la edad madura, entonces?
¡Pues claro! ¡Claro que puede haber historias de amor, y apasionadas, hasta eso, a cualquier edad! Yo he estado enamorada en mi vida de dos hombres. Sé lo que es estar en un momento de amor con una persona, por muy momentáneo que sea. Algo que no te cambie la vida pero que defina lo que eres. Cambios internos. Qué puedo decirte? ¡Soy una romántica incorregible!

Y una trabajadora incansable... ¿cuántas peliculas filmas al año?
Oh, no creas que tanto. Dos. O tres. Pero sí, tengo suerte de que hay mucho trabajo. Y si no es cine, es teatro o TV o grabar audiolibros, o dar talleres de actuación o tomar talleres de actuación. Esto no es “bien, ya estoy haciendo cine, ahora mírenme todos y adórenme”. La época de las grandes estrellas ya se acabó. No todo mundo puede ser Bette Davis. Pero trabajas y buscas trabajo. Soy actriz, tengo muchos años de experiencia. Así que si hay un proyecto y creen que funciono para él, yo encantada. Nunca le hago ascos al trabajo. Es mi pasión.




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