Miguel Cane
Encontrarse con Julianne Moore (Carolina del Norte, 1960), a los cincuenta años recién cumplidos, es ver a una mujer literalmente en plenitud: de su belleza, de su salud y de su carrera. El yoga y largos paseos por el bajo Manhattan la mantienen en forma y que reconoce que los estragos de la fama no la han tocado, por lo que su vida familiar al lado de su marido, el director Bart Freundlich y sus hijos Caleb y Liv, es un remanso de paz después de pasar tiempo en locaciones o sets. Selectiva con su trabajo, Julianne afirma que elije sus proyectos principalmente por cómo la hacen sentir los personajes y vio cumplido un sueño cuando la directora Lisa Cholodenko, de quien ha sido amiga por años, le ofreció protagonizar al lado de Annette Bening Los chicos están bien, una cinta que causó sensación en la Berlinale, y que es considerada una de las mejores del año 2010.
¿Cómo describirías para el público la trama de la película?
Es principalmente un retrato de familia, muy contemporáneo. Una película acerca de un matrimonio como cualquier otro, que está casado mucho tiempo y tiene hijos, y sobre cómo se vive con eso. Que la pareja sea conformada por dos mujeres, es lo que le da un tono particular. Creo que se trata de un tema que hoy en día es muy relevante e interesante para explorar, porque el cine en general se queda en los comienzos de la relación, no en cómo continúa y aquí podemos ver cómo es la relación cotidiana de una pareja que lleva más de veinte años de compartirlo todo, casa, hijos, libros... es algo fascinante y más, por el modo en que Lisa lo presenta y conecta con la siguiente generación.
¿Cómo fue la dinámica para hacer de la esposa de Annette Bening?
Bueno, no es difícil trabajar con Annette. ¡Me casaría con ella en un segundo! (risas) No, en serio. Las dos estamos casadas hace mucho tiempo y tenemos hijos (Bening es la mujer que logró atrapar al elusivo Warren Beatty en 1992 y desde entonces son felices) y sabemos muy bien lo que es eso. Me interesan profundamente las relaciones familiares de todo tipo. En este caso, para establecer un matrimonio convincente, Annette y yo hablamos muchísimo; Lisa nos dio total libertad, es decir, nos dio directrices, pero la creación de los personajes en gran parte corrió a cargo de nosotras. Fuimos juntas a Costco a comprar víveres y productos de limpieza, como si fuésemos una pareja. Hablamos con muchos matrimonios gay, tanto de mujeres como de hombres... fue una experiencia sumamente enriquecedora.
¿Fue un proceso de colaboración?
De alguna manera, aunque la película es cien por ciento el trabajo y la visión de Lisa: el tono del filme fue cambiando con el tiempo y, de hecho, la última línea que se dice en la película cambió unas semanas antes de rodar. Lisa, Annette y yo no estábamos muy convencidas del cierre, y lo cambiamos. Al principio era muy distinto el guión y el tiempo lo fue tornando cada vez mejor. Lisa es una escritora sensible, brillante, muy, muy perceptiva. A mí me gusta trabajar en proyectos con gente interesante, guiones y actores que me atrapen, que me fascinen. Creo que gran parte del trabajo de un actor consiste en lograr que la gente se vea a sí misma a través de uno. Lo mejor que me puede pasar es que se reconozcan en lo que yo hago, que piensen que lo que le pasa a mi personaje podría haberles pasado a ellos. Jules es el reflejo de un momento en el que miles y miles de mujeres, de cualquier credo, raza o preferencia sexual, se ha encontrado: el umbral de la mediana edad, de la menopausia y de la incertidumbre. El miedo a lo desconocido y ésto a ella, aunque adore a su familia, la abruma.
Hablemos un poco acerca de Jules. ¿Por qué interpretarla de esta manera?
Me interesaba hacer un personaje así, un poco perdido en un lugar tan estructurado como es su propia familia. Alguien que no sabe qué hacer con sus hijos ni con su pareja después de un cierto tiempo y cómo se adapta a esa situación específica de su vida. Eso es algo que ves mucho en la vida real, pero no en las películas. En el cine la gente siempre parece saber adónde va. Y ella no sabe. Cuando reúne a su familia para hablarles, les dice que no sabe bien lo que está haciendo, que no sabe adónde va y lo hace porque necesita su apoyo. A mí me gustan los proyectos que tratan del comportamiento humano, pero creo que no podemos encasillarnos porque de todo se puede aprender. Cuando estás en una película hay que hacer las cosas bien y si es necesario uno se lleva el personaje a casa para sentirlo y vivirlo. Pero después es muy importante volver a la realidad del hogar, estar con la familia. Jules siempre se quedaba en el set y yo volvía a mis hijos siendo simplemente “Má”.
Tus hijos, tu familia, son algo muy importante y eso es algo que está muy presente en este filme.
Es un deseo universal, una necesidad. Queremos conectar, vivir en grupo y estar cerca unos a otros. Yo soy una mujer muy urbana. Resido en Nueva York y dentro de la ciudad hay pequeños vecindarios, comunidades, gente que se conoce y comparte su vida con un café, en el supermercado, paseando. Hay muchos estudios que hablan de la necesidad de los seres humanos de conectarse con otros y la familia, sea como sea – con padre y madre o un sólo padre o padres del mismo sexo-, es la base de nuestroi mundo. Yo soy una madre que trabaja y trato de organizarme. No es fácil, lo reconozco. Para mi marido y para mí es muy importante la vida familiar. No nos gusta trabajar al mismo tiempo ni pasar el verano lejos de los niños. Esta película la rodamos en Los Ángeles durante las vacaciones de mis hijos y todos los fines de semana Bart volaba a estar con nosotros. Disfrutamos la calidad del tiempo. Trato de ser flexible en todo lo que hago y mi esposo también. Es maravilloso tener un compañero que te comprende, porque hace lo mismo que tú.
Debutaste en la pequeña pantalla y cumples veinticinco años de carrera, yendo siempre a más, pero sin comprometer tu integridad ¿cómo lo has conseguido?
Tuve y tengo mucha, muchísima suerte. Empecé a trabajar cuando termine la Universidad. En aquella época hice mucho teatro, mucha televisión. Eran los años ochenta y ahora mi carrera en el cine es muy sólida, pero es cierto que el éxito me llego tarde. Ya me sentía anciana cuando conseguí mi primera película. Luego me tocó un periodo de trabajo muy intenso y hoy soy feliz con lo que he logrado, pero también soy consciente de que es algo efímero y que no lo tendré siempre, así que procuro no cimentar mi felicidad ni mi realización personal en ello. Hay muchas cosas que componen la persona que soy y todas me complementan, pero en el orden de prioridades, mi familia, mis hijos, siempre serán primero.