31 ene 2011

Murió el compositor John Barry. James Bond está de luto

Con la muerte del maestro de maestros, John Barry, se cierra un capítulo muy importante de la cinematografía mundial, quedando como testimonio de su talento, una gran trayectoria.

Miguel Cane




Grande entre los compositores modernos, John Barry Prendergast nació en York (Inglaterra), en Noviembre de 1933 y desde su más tierna infancia, su vida estuvo marcada por una vedadera obsesión con el celuloide: su padre era dueño de dos cines en su ciudad natal, así, desde muy joven Barry se convirtió en proyeccionista, tomando contacto con la magia del Séptimo Arte.

Todavía no había abandonado la escuela ni empezado a trabajar para su padre, cuando ya había aprendido a tocar la trompeta y el piano. Antes de que lo mandaran al servicio militar, ya era aficionado a los clásicos (Korngold, Mahler), y además había formado parte de una banda de jazz: The Modernaires.

Estando en el ejército se unió a una banda militar, y se formó musicalmente mediante un curso por correspondencia. Tras su licenciatura, realiza trabajos de arreglista aunque también compone.



En 1955 John juntó a unos cuantos amigos y fundó su banda: The John Barry Seven; con los que aparecio en un programa de la BBC, con éxito. Tras una época como ídolo pop con temas bailables, en 1960, John Barry realiza su primer trabajo en el cine poniendo música incidental a una peliculita de bajo presupuesto llamada Beat Girl. Un año más tarde, cuando Monty Norman componía el score de El Satánico Doctor No, la productora buscaba ayuda, un gancho para hacerla memorable. Así es como surge el tema de James Bond, que es creación de Barry, así de sencillo y le ganó, sin proponérselo, un nicho en la historia. Muchos se lo discutieron y Norman quiso quedarse con el crédito, pero finalmente se estableció su autoría y a la larga, antes de los cuarenta, ya era millonario.

Posteriormente colaboró con el director Bryan Forbes, en seis filmes, pero fue Zulú en 1964, su primera partitura redonda, la que brilló con luz propia. Volvió a Bond con Desde Rusia con Amor, y logró desbancar a los mismísimos Beatles del hit parade con su canción tema para Goldfinger en voz de la enormísima Shirley Bassey.




Barry completó los 60 con grandiosas y ya maduras obras, obteniendo un Oscar y terminando la década con las que quizás sean sus obras maestras: la sinfonia coral para El León en Invierno y la magistral banda sonora de Al Servicio Secreto de Su Majestad.

A lo largo de los gloriosos años 70, Barry se comienza a desvincular de la serie Bond, pero establece una prolífica carrera con aportaciones a filmes como María, Reina de Escocia, El Abismo Negro, el desastroso remake de King Kong, Robin y Marian, Pide al Tiempo que Vuelva y Moonraker, su retorno de la saga que le dio fama de la que se despediría definitivamente en los 80, con 007 En la Mira de los Asesinos.

En estos años, África Mía resultaría en un nuevo reconocimiento de la Academia, aunque en 1988, por andar consumiendo un dizque “Tónico de Salud” precursor del popular Malunggay, sufrió una bestial ruptura en el esófago que le dejó expuesto a una neumonía y casi se muere. Milagrosamente se recuperó y regresó al trabajo de la única forma que conocía: creando una obra maestra. Danza con Lobos le valió su último Oscar.




A partir de entonces, Barry parecía dispuesto a componer con total libertad artística, aunque tuviera que renunciar a trabajar para el cine comercial, aunque esto no pareció importarle. Sibarita y amante de las damas (se casó cuatro veces, una con la sensual Jane Birkin en los 60, misma que lo abandonó de un día para otro por el inefable Serge Gainsbourg), Barry falleció el 30 de enero en su residencia, de un infarto repentino, dejando tras de sí una impresionante carrera que le ha valido un lugar en la historia.

Ciertamente, usted, aún sin saberlo, en algún momento ha tarareado alguno de los célebres temas que compuso para la pantalla de plata y realmente no hay mejor testimonio a un trabajo fabuloso, que ese.

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