19 jul 2011

Superhéroes de celuloide

Con el estreno de Capitán América se prueba que las cintas de superhéroes son el gran evento de la década y han establecido un género propio, ¡y muy exitoso!

Miguel Cane

Es verano, y esto significa que es la temporada de los llamados event movies: los grandes espectáculos diseñados por los principales estudios para atraer al público a las salas. Como es natural, las cintas de verano son escapistas, llamativas, plenas de efectos, y desde hace poco más de una década, cada vez más hay películas de superhéroes.

Esta semana se estrena Capitán América (entretenida, muy lograda, con una buena actuación de Chris Evans – después de su paso por las dos terribles películas basadas en Los Cuatro Fantásticos – y un guión directamente conectado a The Avengers, la superproducción que presentará en la gran pantalla a las figuras más destacadas del universo Marvel, a estrenarse en 2012). Y en los próximos años tendremos las cintas nuevas entregas de filmes inspirados en Wolverine, Batman, Spider-Man y Superman, entre otras que se están planeando para 2012 y 2013.




Pero si hacemos una retrospectiva a la historia que reúne el cine con el superhéroe, veremos que estos personajes tienen una relación difícil, con resultados muy desparejos, con el séptimo arte. Aquí, como muestra de lo bueno, lo malo y lo mediocre (que es peor) ponemos a su consideración, una lista de una docena de filmes que son, al juicio de quien escribe, las mejores y peores adaptaciones de superhéroes al cine.

Las cinco mejores películas de superhéroes
Superman
(Richard Donner, 1978)
No solo es la primera, sino que realmente es la mejor: todavía hoy, tiene esa sensación de maravilla y de inocencia, que no se ha podido repetir. Christopher Reeve se convirtió en una figura icónica, si bien nunca pudo sacudirse el papel del todo, mientras que Margot Kidder, como Luisa Lane, rompía el esquema comiquero de la mujer en peligro, para demostrar que podía ser de armas tomar. Gene Hackman se divierte como loco interpretando al villanazo Lex Luthor y hasta Marlon Brando tiene una aparición especial. Los efectos especiales (todos realizados sin ayuda de computadoras, cosa que hoy parece imposible) siguen funcionando y aunque se le notan un poco los años, es una gran película, que dio origen a lo que hoy es un lucrativo género.





Los Increíbles
(Brad Bird, 2004)
Esta espléndida creación de los estudios Pixar es exactamente la clase de cinta que Watchmen debió ser y no fue ni de lejos: un amoroso homenaje a la llamada “edad de plata” (comprendida entre los años 50 y 60) del cómic, es un espectáculo entretenido para los niños que alterna una trama sofisticada para los adultos. Los personajes centrales cumplen su cometido y la cinta deslumbra, no solo por su avance técnico sino por su sensibilidad que no está de ningún modo con su ritmo trepidante y su guión inteligente, donde hasta los personajes menores (como la diseñadora Edna Modas, mezcla de la legendaria Edith Head y Yoko Ono) resultan redondos y memorables.





Batman: The Dark Knight
(Christopher Nolan, 2008)
Después que Tim Burton lanzara al personaje creado por Bob Kane a la fama en 1989, con un filme completamente moderno en el que Jack Nicholson (as usual) era un espectacular Guasón que le comía el mandado al acartonadón Michael Keaton y que lo llevara en una dirección más siniestra con Batman Regresa, con Michelle Pfeiffer como una inquietante Catwoman, la franquicia del hombre-murciélago cayó en desgracia (más adelante le diremos por qué) hasta que el director de Memento la resucitó en 2005 con la interesante Batman Begins, una cinta enfocada en el origen del personaje y de los terribles traumas psicológicos de Bruce Wayne. En Christian Bale, el director encontró al actor que buscaba, pero fue definitivamente la segunda parte, donde Heath Ledger encarnó a un Guasón hiperlumpen y psicótico (que a la larga le vino a afectar tanto la salud mental, que le pasó muy alta la factura), la que vino a demostrar los tamaños de esta nueva saga, que tendrá su entrega culminante el año próximo.





Spiderman 2
(Sam Raimi, 2004)
Algunos la llamaron El Imperio Contraataca de las cintas de superhéroes: lo cierto es que Raimi muestra una madurez narrativa notable mejorando los planteamientos hechos desde la primera cinta, que estuvo planéandose por años; Tobey Maguire y Kirsten Dunst crecen en sus personajes de Peter y Mary Jane y Alfred Molina hace una creación del abominable Doctor Otto Octavius (o bien, el “Doctor Pulpo”). La película ganó un Oscar por mejores efectos visuales, y se convirtió en la favorita de la crítica. ¡Lástima que esa cohesión y dinámica, no pudieron durar y que para la siguiente entrega de la saga, en 2006, a Raimi se le fueran el sentido del ritmo y la agilidad mental!





X-Men
(Bryan Singer, 2000)
Fiel a los míticos mutantes creados por Stan Lee, esta es la cinta responsable por el triunfo del género en la década (después que Schumacher casi se lo echó al plato) y su espectacular éxito en taquilla le valió a la Marvel convertirse en líder de mercado. El galán australiano Hugh Jackman pasó, gracias a su interpretación como Wolverine, de no ser nadie a convertirse en una superestrella de la noche a la mañana y la carrera de Ian McKellen se revitalizó enormemente (de aquí salió a hacer Lord of the Rings). Con otras dos cintas que completan una trilogia y dos spin-offs, ésta podría ser la saga más exitosa en su clase, solo desbancada por Harry Potter y Star Wars.



Las cinco peores películas de superhéroes

Batman y Robin
(Joel Schumacher, 1997)
George Clooney todavía se muere de vergüenza sólo de acordarse de que en su currículum como actor aparece este bodrio, en el que comparte humillación con Schwarzenegger, Uma Thurman y ese actor güerito con cara de niño bueno, como se llame, cuya última aparición relevante fue como segundón en Anatomía de Grey. Mal escrita, con un diseño de producción realmente atroz (increíble que fuera de Brigitte Broch), un camp desaforado y alusiones amaneradas de dudoso gusto, la película fue un abrumador fracaso de crítica y taquilla y el verla, incluso provoca malestar físico. Lo que sí, es que tuvo su lado bueno: por algunos años ostentó el record a la cinta que más premios Razzie a lo peor del cine había obtenido de un solo golpe.





Daredevil
(Mark Steven Johnson, 2003)
Después de haber ganado un Oscar por Mente indomable y antes de aprender a ser un buen director de cine, Ben Affleck anduvo dando tumbos por ahí, haciendo cosas que luego lamentaría, como andar con Jennifer Lopez y hacer este horrendo churrazo que avergonzaría al más pintado. Floja, mal actuada, aburrida, y pretenciosa, la película se viene abajo a los quince minutos y no se recupera. Aunque a Affleck no le fue tan mal; en el set conoció a su hoy esposa y madre de sus hijas, la adorable Jennifer Garner, que hacía de la asesina a sueldo con nombre de tienda de electrodomésticos.





Catwoman
(Pitof, 2004)
Halle Berry ganó un Oscar y su buen juicio salió volando por la ventana. Esta cosa horrenda ni siquiera justifica el gasto en celuloide. Evítela como la peste bubónica.





Watchmen
(Zack Snyder, 2009)
Fuera de su hermosísima secuencia de créditos iniciales, esta película se pasma y el peso inmenso de la novela gráfica de Alan Moore (que de ningún modo permite que su nombre se asocie al filme) le cae encima. En un afán de hacer una versión “fiel” de la historia, se pierde toda vida y es como observar un diorama carente de emoción. Además de que Malin Akerman es una mala actriz y se nota muchísimo: su total falta de experiencia y carisma sabotea la película y nunca se recupera del todo. Muchas veces la fidelidad no es lo que hace grande a un filme, sino su espíritu y esta película está vacía.





Linterna Verde
(Martin Campbell, 2011)
Después de más de cincuenta años, por fin Hal Jordan llega a la pantalla... y llega prácticamente en estado de coma. Ryan Reynolds, pese a ser un actor competente, no da el ancho y el gran héroe del cómic no consigue dar el salto a la pantalla. La película es larga y vistosa, pero inane y tediosa y esa es la peor combinación que puede tener una película de este género; el estrepitoso fracaso de taquilla que tuvo en Estados Unidos (lo que se ha traducido en que su estreno se haya retrasado cada vez más) deja claro que pese al trabajo y dinero (¡200 millones de dólares!) invertidos, no habrá secuelas de este desperdicio.










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