7 feb 2012

Ryan Gosling y Nicolas Winding Refn

Dos hombres y un filme

Ryan Gosling y Nicolas Winding Refn son los cómplices detrás de Drive, una de las películas más apasionantes y polémicas del año. Ellos nos hablan sobre cómo se creó.

Miguel Cane.




Son muy diferentes, como El Gordo y El Flaco. Y como ambos, parecen divertirse en mutua compañía. Ryan Gosling (1980) es alto, apuesto, rubio; tiene el prototipo para ser una movie star muy comercial —todo mundo pensó que así sería cuando protagonizó el melodrama Diario de una pasión en 2004—, pero en lugar de irse por lo fácil buscó alternativas poco convencionales y curiosamente mucho más retadoras, lo que le ha valido ser reconocido más como actor que como estrella. Nada mal para un prófugo de ese semillero de estrellas pop que fuera el Club de Mickey Mouse, donde fue compañero de generación de Justin Timberlake y Christina Aguilera. Por su parte, Nicolas Winding Refn —el apellido no es tan impronunciable como parece— (1970) es un danés diferente al concepto preconcebido de director de cine: tiene un aspecto despistado, como de niño, es jovial y también salpica su conversación con el verbo fuck, que asegura, es el que más le gusta.



La pareja toma café y fuma cigarrillos en una terraza, después de una proyección de Drive, su primer proyecto juntos. Se trata de un film noir posmoderno, basado en una novela de Jim Sallis, que se sale del molde habitual del cine de género para hacer una propuesta estilística mucho más sofisticada. Este filme le trajo a Nicolas, entre otros reconocimientos, la Palma de Oro como mejor director en el pasado Festival de Cannes, donde su compatriota, Lars von Trier, acabó ganándose el título de persona non grata por sus comentarios durante la rueda de prensa al presentar Melancholia. Pero, dice Nicolas, “ese es el problema del ego: que te gana y entonces dices pendejadas porque crees que todo el mundo te las celebra, y resulta ser que un día ya no te las van a celebrar, y aunque hayas hecho una película preciosa —y Melancholia es preciosa, no cabe duda—, puedes mandar todo a la mierda sólo con abrir la boca. Por eso creo que el director no debe hablar, sino dejar que su película hable por él”.



“¿Entonces hablo nada más yo?”, pregunta Gosling, no sin socarronería. “A mí no me importa. Porque puedes decir alguna salvajada, y luego meternos en apuros”; “¡Yo no digo salvajadas!”, responde Nicolas. “¿Y no dijiste fuck al aire en una entrevista con la BBC?”, continúa el primero, a lo que replica el director: “Bueno, es verdad. Pero siempre pensé que los ingleses serían menos delicados con esas cosas que los estadunidenses”. Gosling estalla en carcajadas mientras el otro parece genuinamente mortificado. Esa parece ser la dinámica entre ambos: más que actor y director, son amigos, cómplices. Y la cosa fue así, según cuentan, desde el principio.

Ryan relata: “Recibí una llamada de Nicolas en 2009. Me pidió que nos viéramos para charlar. Yo había visto Bronson y me encantó. Quedamos en el bar de un hotel y cuando llegué, lo encontré, pero estaba resfriadísimo. Sólo tomaba jarabe para la tos”. La charla entre ambos, según recuerdan, resultó caótica y surrealista. “Pensé que no iba a funcionar, que no nos íbamos a entender. Entonces él me preguntó si podía llevarlo. Mientras yo manejaba por el freeway, todo hizo clic, y la película realmente tomó forma”.

Temáticamente, Drive, aunque ambientada en un Hollywood decadente, es una mezcla extraña entre el cine de acción y violencia, y el cinema existencialista: el personaje principal es prácticamente anónimo, como el extranjero de Albert Camus. Habla poco, y su existencia es un misterio. “Queríamos rendir homenaje al ‘hombre sin nombre’ que hacía Clint Eastwood para Sergio Leone”, dice Gosling, “un hombre que representara las emociones más básicas y que significara algo diferente para cada espectador”.

“El silencio es el sonido más poderoso del mundo”, dice Winding Refn; “Sin el silencio, no hay ruido. Es un poco como la fotografía: la luz te recuerda dónde están las sombras, y viceversa. Siempre he trabajado mucho con el silencio en mis películas. Obliga al público a concentrarse en lo que están viendo, porque el silencio no sigue una lógica: va directo al corazón, está compuesto de pura emoción”. Continúa Ryan: “Aunque no sólo es eso: la película tiene otros aspectos y rinde otros homenajes, como a las películas de John Hughes. Pregúntale a Nicolas. Es un gran admirador.”

Winding Refn comenta al respecto: “Pues sí, soy muy fan de John Hughes, y crecí en los años ochenta, cuando se estrenaron sus películas. Mi introducción a lo que podrías llamar ‘el amor cinematográfico’, esa ilusión del amor, fue a través de 16 velas y de Molly Ringwald. Eso fue lo que le dije a Ryan: ‘La primera parte de la película es como una de John Hughes. Es La chica de rosa, pero alguien acaba con la cabeza aplastada a patadas’. Hughes hacía películas sobre enamorarse, pero sin las complicaciones; de eso va la primera parte de la mía: el amor sin complicaciones. Pero después él tiene que proteger a la chica (Carey Mulligan), y la cosa avanza en una dirección totalmente opuesta. Y el espectador no se espera eso tampoco”.

La violencia en el filme, como en otros de su canon (la trilogía Pusher o Valhalla Rising, por ejemplo) también es un tema que surge en la mesa, lo que el director explica así: “La violencia es hermana del sexo. Todo depende de la acumulación. La violencia es algo mecánico, no tiene ninguna función si no estás involucrado emocionalmente con ella. Y así, cuanto más metido estés en la historia de amor entre los personajes, más efectiva será la violencia. Como la historia de amor es tan pura, la violencia tenía que ser realmente explícita para equilibrarla. Es un poco como un cuento de los hermanos Grimm”.

La química entre actor y director es palpable, no sólo en el filme, ya que trasciende la pantalla en una camaradería que seguirá rindiendo frutos: “En 2012 vamos a Tailandia a rodar una película titulada Only God Forgives, con Kristin Scott Thomas”, señala Ryan, quien agrega: “Yo la hago de un boxeador retirado, y ella es mi madre y me manda a buscar al asesino de mi hermano. Es una historia muy fuerte, muy emocionante y, si todo va bien, a continuación filmaremos La fuga de Logan”.

“El diseño de la película es enorme, gigantesco”, concluye Winding Refn; “Esa película siempre me ha fascinado. Y cuando surgió la oportunidad de rehacerla, dije: ‘¡Sí! ¡Quiero hacerla!’. Y con Ryan es perfecta”. Tal pareciera que es una mancuerna ideal, a lo que el director Refn contesta, mientras su actor estalla en carcajadas: “¡Oye! ¡Somos lo mejor que ha ocurrido desde Laurel y Hardy!”.



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