29 abr 2012

Don Draper se confiesa

Jon Hamm habla acerca de la nueva temporada de "Mad Men", recién estrenada en América Latina por HBO.

Miguel Cane



No es hipérbole decir que la serie de televisión creada por Matt Weiner es un auténtico fenómeno cultural: ha hecho de su estilo una verdadera moda y ha descubierto a millones de telespectadores una visión sin cortapisas del mundo de la publicidad en Madison Avenue, el reflejo de la sociedad estadunidense de los años sesenta, y gran parte de su éxito mantiene una constante: la necesidad de saber quién es realmente Don Draper. Y quién mejor que quien lo encarna, Jon Hamm (Saint Louis, Missouri, 1971), para contárnoslo.



Es obvio que Hamm no se parece en nada a Don Draper. De todos modos, es un hombre atractivo, interesante e inteligente, que no se toma muy en serio este juego de la celebridad: “Mañana se puede acabar esto, ¿y qué pasa? Nada. Soy actor, y si no consigo otro papel como este, no importa: puedo hacer otros o trabajar en otras cosas. La fama no sirve para poner comida en la mesa, así que yo no pienso dejar de trabajar sólo para ser ‘famoso’”.


MC: ¿Podríamos decir que Don Draper no tiene nada de ti?
JH: Bueno, algunas veces termino una escena y pienso: “No puedo creer que hiciera tal o cual cosa”, pero nada más. Es decir, obviamente Don no es la madre Teresa, pero tampoco me parece que sea Satanás. Matt lo ha concebido como un personaje profundamente humano y complejo, pero fuera de lo físico, él y yo no nos parecemos en nada. Cada quien tiene sus propios principios muy bien establecidos; yo tengo una serie de escrúpulos que sólo son míos, nada tienen que ver con los personaje que interprete; por lo demás, yo jamás digo la frase adecuada en el momento idóneo, como puede hacerlo Don, ni siempre estoy impecablemente vestido. Además, no fumo ni bebo. Si fumara o bebiera una cuarta parte de lo que fuma o bebe el personaje, amigo, estaría muerto.

MC: ¿Cómo nos encontramos a Don Draper en la quinta temporada?
JH: Curiosamente, ahora Don parece estar estabilizándose y no le va tan bien como esperaba. Cumplió 40 años —como yo, pero en 1966 tener 40 era algo muy diferente a tenerlos ahora, me consta—, está casado con Megan (Jessica Paré), a quien impulsivamente le propuso matrimonio durante el final de la cuarta temporada. La quiere, pero las cosas no son como pensaba. Justo cuando piensa que por fin podrá sentar cabeza, el mundo comienza a cambiar drásticamente. ¡Ahora sí estamos en los sesenta!

MC: ¿Cómo encara el personal de Sterling Cooper Draper & Pryce este tiempo de cambio?
JH: Nuestros personajes maduran junto con nosotros. A lo largo de la temporada anterior y ésta, un grupo de gente se ha replanteado sus relaciones personales, laborales, emocionales... Los más jóvenes, como Peggy Olson (Elisabeth Moss) o Pete Campbell (Vincent Kartheiser), son el mejor ejemplo de esto. Pero también Don o Roger Sterling (John Slattery) se encuentran en una disyuntiva para aceptar este momento de cambio y redefinirse como personas, o dejar que el tiempo los rebase... y no creo que les guste la idea.

MR: ¿Qué es lo que más te gusta de la serie y tu personaje?
JH: Me sorprendió que fuera un arquetipo masculino a la antigua. En Don se encuentran figuras como John Wayne, Gregory Peck y Robert Mitchum. Son tipos fuertes, atrevidos, de los que llaman la atención con su presencia. Muchos hombres fueron educados como Draper y a muchos hombres les gusta parecerse a él. Me gusta cómo está escrito y el aplomo que tiene, aun si es un hombre que, contradictoriamente, bajo su fachada, es cobarde y se siente a veces confuso. Ambas partes son indispensables para poder darle vida a Don. Me gusta esa complejidad. De la serie me gusta que se ha logrado un estupendo equipo, una verdadera compañía de actuación: todos tenemos papeles que conocemos bien e interactuamos perfectamente. Todas las piezas embonan. La serie no es sobre Don exclusivamente. Es sobre un tiempo en la vida de estos personajes. Sin ellos, nada de esto funciona. Es un elenco formidable, trabajamos con intensidad. Por eso es fácil dejar el trabajo en el trabajo, y así cuando estamos juntos es una fiesta. Trabajo es trabajo, no nos engañemos; jornadas de 12 o 14 horas que me tenían aterrorizado la primera temporada. A estas alturas es mucho más fácil. El único ensayo que necesitamos es para saber la posición de las cámaras.

MC: En cinco años de serie ¿cuál dirías que ha sido la evolución que notas en ti?
JH: Me siento muy afortunado. Crecí en Saint Louis, Missouri; mis padres se divorciaron cuanto tenía dos años; mi madre murió a mis 10, y mi padre a mis 20. Llevo desde los 19 trabajando como actor, y jamás había conseguido triunfar en mi carrera. En la universidad no te preparan para el rechazo; en cambio, la carrera te enseña a resistir. Haces una audición tras otra, te preparas, buscas la manera de lograrlo. No es fácil. Tuve que tener muchos empleos temporales mientras iba a audiciones: serví mesas, cargué palos de golf, estuve en alquiler de autos... a veces el dinero no alcanza. Pero traté de no perder la paciencia. La oportunidad existe, pero hay que estar con los ojos muy abiertos. Y no ser demasiado escéptico (sonríe). Don Draper fue un ejemplo de perseverancia recompensada. Claro que siempre he sido un optimista.

MC: ¿A qué atribuyes tú el éxito internacional de Mad Men?
JH: Pensé que íbamos a ser un show minoritario en televisión por cable, pero como la oferta televisiva está muy fragmentada, haber creado una serie tan rica y con tantas lecturas, capaz de recrear la nostalgia de otra época y a la vez emular muchas de las situaciones que vivimos hoy, nos benefició. Que la gente la vea con tanta devoción, es el mejor halago del mundo.

MC: Fueron 18 meses de espera entre una temporada y otra, ¿qué has hecho mientras tanto?
JH: Más trabajo, para mi buena suerte. Mi novia Jennifer (Westfeldt, la actriz y guionista que protagonizó el éxito indie Besando a Jessica Stein) y yo formamos una compañía productora, y tenemos una película que rodamos en 2011, llamada Plan perfecto (Friends with Kids), que es una comedia urbana muy moderna, que resultó ser muy divertida. No sólo producimos: Jennifer escribió el guión y dirige, por lo que es un proyecto muy especial para nosotros. Yo la admiro profundamente; hemos estado juntos desde 1997, así que nos pareció el siguiente paso lógico: hacer realidad un sueño que teníamos. Por otra parte, ahora me ofrecen mejores papeles y no tengo que audicionar tanto como ocurría antes. Eso, aunque no lo creas, también es un alivio. Soy agradecido; no me olvido de dónde vengo y, por lo mismo, estoy consciente, como te dije, de que esta racha de suerte en cualquier momento puede acabarse o cambiar. Así que yo hago lo que principalmente sé hacer: trabajar.


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