27 sept 2012

Dredd, de Pete Travis

Justicia ruda

Miguel Cane.



Aparecido por primera vez en las páginas del célebre cómic 2000 AD en 1977, creado por John Wagner y Carlos Ezquerra, el Juez Dredd es un personaje clave en la cultura popular: sus aventuras, cargadas de rabia punk contra la autoridad, también pueden leerse como un sincero canto al heroísmo en una sociedad podrida y asfixiante. Se trata, por tanto, de un icono difícil de manejar, como su nefasta apropiación por parte de Sylvester Stallone –Juez Dredd (1995)– se encargó de confirmar. ¿Cómo hacer una película popular, basándose en un personaje tan sui generis?



La nueva adaptación realizada por Pete Travis en Dredd, escrita por Alex Garland, tiene notable influencia de la obra de John Carpenter (especialmente Escape de Nueva York, Asalto a la Crujía 13 y La Cosa), presenta una visión del universo creado por los cómics. Karl Urban hace suyo el personaje sin problemas, imprimiéndole matices en una interpretación que arranca yendo directa al grano, tras una escena que anuncia tanto la brutalidad de la película, como de este juez, implacable. El espectador tiene la información básica para entender al protagonista, sabemos que es un tipo incorruptible, justo, valiente y que lucha por que su palabra sea la ley, con sólo eso hay más que suficiente para dotarle de un magnetismo arrollador ayudado por el porte de Urban, que impone con su simple presencia. La réplica la da Olivia Thrilby como la Juez Anderson, que forma una estupenda mancuerna.



De la sencillez de Dredd nace su grandeza, Pete Travis sabe contener la tensión, sabe resultar espectacular en las secuencias de acción y sabe imprimir humor a la trama sin necesidad de exagerar. Al respecto de la tan polémica violencia en esta versión del personaje, efectivamente es a veces abrumadora, pero nunca está fuera de contexto. Travis apela a un tipo de cine que hoy en día está casi en desuso: el cine de acción para adultos, que prescinde de la corrección política o de los elementos adolescentes, la película da todo lo que el espectador puede esperar de una película como ésta, una frenética acción salvaje no apta para menores.

Garland recrea el universo decadente del cómic y la trama fluye: los villanos (encabezados por la sensual Lena Headey, Sersei Lannister en Juego de Tronos) es una mafia futurista que no desmerece ante la presencia de Urban, que sabe hacer de ésta su película y en suma dejará satisfecho al espectador que sabe qué es lo que va a ver; los que creen que encontrarán el típico producto hollywoodense, tal vez se sentirán desconcertados: esta es una película muy ruda, que nada tiene que ver con las típicas producciones de superhéroes, algo que se agradece, para variar.

Dredd
Con Karl Urban, Olivia Thrilby y Lena Headey
Dirige: Pete Travis
Reino Unido/Sudáfrica 2012

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20 sept 2012

Steve Carell: “Nunca fui el típico payaso de la clase”

Este fino comediante, que se resiste al chiste fácil, logra en su reciente cinta, 'Buscando un amigo para el fin del mundo', extraer un humor reflexivo y fresco en medio de la fatalidad.

Miguel Cane.



Hollywood ha perdido poco a poco a los buenos comediantes desde que Tom Hanks eligió las películas dramáticas, Jim Carrey buscó más variedad de géneros en su repertorio y Adam Sandler se fue por el camino de las comedias vulgares. Quien parece indicado para seguir la tradición de los comediantes finos, que lo mismo podían hacer reír que sostener un filme serio, como Jack Lemmon o Peter Sellers, es Steve Carell (Boston, 1962), que debutó en cine con un papel pequeño para Woody Allen —en Melinda y Melinda— y desde entonces ha ido gradualmente alcanzando el estrellato con seis temporadas de la serie The Office, y roles en cintas como El Superagente 86, Little Miss Sunshine o Loco y estúpido amor, considerada por la crítica la mejor comedia de 2011. No obstante, su popularidad en aumento y el tener mejores roles, como el protagónico en Buscando un amigo para el fin del mundo, no parecen afectar su jovialidad.

¿HAS SENTIDO PRESIÓN POR PARTE DE LA GENTE QUE AL CONOCERTE ESPERA ALGO GRACIOSO Y OCURRENTE DE TI SOLO PORQUE ERES COMEDIANTE
Sí, muchas veces pasa eso, hay quienes esperan como mínimo un chiste, alguna puntada. Y se decepcionan, me temo, si no es así. El problema es que no lo soy. No soy para nada gracioso en el día a día, así es mi personalidad. No suelo actuar cuando no estoy trabajando. Mucha gente no lo creería, pero en realidad soy bastante tímido, y pongo a mi mujer de testigo, que es quien mejor me conoce. Suena a broma, pero de verdad disfruto si voy a una fiesta, pero no soy una persona muy sociable. Incluso me cuesta salir de mi caparazón ahora mismo.



¿CÓMO TE DISTE CUENTA DE QUE PODÍAS SER COMEDIANTE?
Supongo que actuando, pero actuando arriba de un escenario. Se tornó en una especie de salida para hacer algo divertido, pero nunca fui el típico payaso de la clase. Durante la universidad pensaba estudiar derecho, era muy serio, ya sabes. No sé ni cómo empecé a tomar clases de actuación en el grupo Second City de Chicago. Ahí también conocí a Nancy, mi mujer, mientras le daba clases de improvisación.

SUENA COMO ALGO MUY ROMÁNTICO Y POCO COMÚN.
Algo así. Nancy es poco común (risas). Es una mujer maravillosa. Fuimos al club de jazz Green Mill, en Chicago. Y nos sentaron en la misma mesa que usaba Al Capone, donde obviamente podía ver muy bien la puerta en caso de que alguien quisiera entrar para matarlo. Es un barrio terrible de Chicago, pero ésa fue nuestra primera salida. Desde entonces estamos juntos. Veinte años, dos niños. Hemos tenido mucha suerte.

¿CÓMO FUE LA EXPERIENCIA DE TRABAJAR JUNTOS EN BUSCANDO UN AMIGO...
Sí, tenemos una escena juntos al principio, hace de mi mujer que me abandona (risas). Entre tomas me dijo: “Listo, ya no tengo que hacerlo en la vida real. Ya lo hice” (risas). Nos gusta hacer esto. En Virgen a los 40 también tuvo un papel pequeño. Está bien, así pasamos más tiempo juntos si el rodaje lo permite y nos acompañan los hijos. Prefiero eso, estar con mi familia, que aburriéndome en un cuarto de hotel.

LA PELÍCULA PRESENTA UN ESCENARIO APOCALÍPTICO QUE SE HA PUESTO DE MODA EN LOS ÚLTIMOS AÑOS. SIN EMBARGO, HAY UNA VETA DE HUMOR EN ÉSTE. ¿CÓMO LO CONSIGUEN? ¿PODEMOS REÍRNOS DEL FIN DEL MUNDO?
Eso fue lo mismo que me pregunté yo cuando recibí el guión y leí la sinopsis. El primer párrafo decía “Un asteroide de 100 kilómetros de ancho llamado Matilda está a punto de chocar con la Tierra. La humanidad solo tiene tres semanas antes de su extinción”. Seguí leyendo, y me encontré con que era una historia muy humana, muy compleja y al mismo tiempo muy simple. Y por supuesto, hay muchas clases de humor que aparecen en la película, por ejemplo en la fiesta de fin del mundo que organizan los vecinos, así que creo que podemos reírnos de nosotros mismos en cualquier circunstancia, pero también hay aspectos muy reveladores de cómo somos en una situación extrema y cómo la vive una persona común, no un superhéroe. Para nada me pareció deprimente sino esperanzadora, por eso acepté hacerla.

LAS COMPARACIONES CON MELANCOLÍA DE VON TRIER SON INEVITABLES
Claro, aunque cuentan situaciones similares son muy diferentes. A mí me gustó mucho esa película. Creo que es uno de los filmes más hermosos que he visto. Pero en realidad, no se parecen en nada.

¿A QUIÉNES CONSIDERAS UNA INSPIRACIÓN?
Admiro muchísimo a Jack Lemmon, Walter Matthau y Bob Newhart. Ellos hacían esa clase de personajes que tanto me gustan. Hombres cualquiera, que tienen aventuras que no se imaginan. Muy clásicos. También admiro a Jerry Lewis, aunque su estilo de comedia es muy diferente al mío. De hecho, si te hablo de mi principal influencia, tal vez no lo conozcas, muy poca gente lo recuerda. Era un comediante de los años treinta llamado Robert Benchley.

AMIGO DE DOROTHY PARKER, DE LA MESA REDONDA DEL HOTEL ALGONQUIN.
¡Exacto! ¿Lo conoces? Era genial. Tenía una rutina llamada “El reporte financiero” que era para morirse de risa. Hoy casi nadie lo recuerda —iba a decir que nadie lo recuerda, pero me has sacado de mi error— y era sensacional. Creo que esa es la mayor inspiración que he encontrado para el estilo de comedia que hago. Es el padre de toda la comedia de improvisación y más gente debería conocerlo. Por otra parte, hay muchas otras fuentes de inspiración en la vida real. Mi mujer y mis hijos son una. Otra, por ejemplo, es el presidente Obama. No he visto a un orador más carismático en este tiempo.

¿VISTE SU DISCURSO EN LA CONVENCIÓN DEMÓCRATA? ¿QUÉ TE PARECIÓ?
Me conmovió y no es fácil, porque suelo ser muy escéptico. Uno de mis primeros trabajos fue con Steve Colbert, en The Daily Show, haciendo comentarios y burlándonos de la clase política a todo lo largo de la administración Bush. Uno sabe cuando hay hipocresía en las palabras de un político. Yo también quiero que mis hijos vivan en un país donde haya igualdad de oportunidades para todos, como dice la Constitución y creo que todos tenemos que aportar algo. No creo que fuera solo la euforia del momento o una promesa de campaña. Solo pienso que todos queremos lo mejor para todos y a mí lo que dijo me inspira y me convence y le creo.

¿CÓMO TE DESCRIBIRÍAS AHORA CON 20 AÑOS DE CARRERA?
Pues en gran medida aún soy el mismo. Creo que simplemente entro dentro del rango normal. Es un esfuerzo, igual, dejar atrás el sentimiento de timidez. Aunque tiendo a ser reservado en otros momentos, y paso mi tiempo con mi mujer y mis hijos, que son el centro de mi vida. Me parece desubicado actuar “todo el tiempo”, ya sea en el escenario o no, frente a cámara o no, y no hacer una diferencia entre los dos. Además de que resultaría agotador ser de esa manera todo el tiempo. Es decir, la gente tal vez tiene una idea de que uno puede ser como sus personajes todo el tiempo, pero, por desgracia, no lo soy. Soy un tipo bastante normal (sonríe).


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Tengo ganas de ti, de Fernando Gónzalez Molina

Melodrama de importación

Miguel Cane.



La película española más taquillera (hasta la fecha) del año 2012, es la secuela de la más taquillera del 2010. 3 Metros sobre el cielo, también dirigida por Fernando González Molina y protagonizada por Mario Casas (bien plantado ex modelo que ahora se busca lanzar como el “nuevo Antonio Banderas” aunque está muy lejos de serlo, como se verá), era un melodrama juvenil muy telenovelero, adaptado de la versión fílmica italiana de un best-seller de Federico Moccia (el escritor más vendido en Italia, una especie de Carlos Cuauhtémoc Sánchez, pero sin moralejas) que contenía todos los ingredientes para gustarle al público adolescente: gente bonita, conflictos generacionales, peleas callejeras, carreras de motos, sexo candente y muertes trágicas.



Pese a su chabacanería, ambas películas, tienen un muy buen aspecto técnico; ambas están bien hechas y ahí no hay reproche que valga: finalmente el cine también es un negocio que busca crear una industria (y créalo, en España hay una crisis en la industria cinematográfica tan o más grande que en México), y ganar dinero. El problema es que ambas cintas, y en particular, la segunda se presentan como una tragedia griega (pero en Barcelona), y su aire pretencioso se filtra hasta en los diálogos. Y algo peor: tiene un tono machista que acaba por irritar al espectador.

Tengo ganas de ti es más de lo mismo: más carreras, más sexo en lugares públicos, más peleas gratuitas y actuaciones acartonadas y cuerpos perfectos. Hay un triángulo amoroso presuntamente escabroso entre “Hache” -- es decir, Hugo – (el galán Mario Casas) y dos chicas, “Babi” y “Gin”, que no deviene en nada de lo que promete y el hilo argumental está, de nuevo, relleno con paja en forma de giros incomprensibles y situaciones increíbles concebidas únicamente para el lucimiento del equipo técnico (que sí, se luce) y del palmito del actor principal (que obviamente, de despoja de la camisa a la menor provocación).

La tensión entre este Romeo de barrio y su Julieta burguesa es prácticamente inexistente, apuntalada por diálogos son absolutamente inverosímiles. Director con oficio y deseos de impresionar, González Molina presenta una película que tiene todos los elementos para gustar (aunque en México es posible que no pegue: la idiosincracia de “macarras y chonis” en realidad poco o nada tiene qué ver con la realidad nacional, donde cintas como Amar te duele de Sariñana ya tocaron este tipo de temas con óptica más accesible). Es un producto llamativo, pero el carisma de Casas no es garantía suficiente de atrapar a un espectador que probablemente encuentre difícil de aceptar este tipo de melodrama, sobre todo porque, si bien trata de imitar los pasos del cine americano, resulta demasiado pedante e insatisfactorio, y donde tal vez al público promedio no le importaría si esto estuviera protagonizado por Robert Pattinson o Emma Stone, pero no es el caso y aunque bien hecha, la cinta no tiene nada qué ofrecer.

Tengo ganas de ti
Con Mario Casas, María Valverde y Clara Lago
Dirige Fernando González Molina
España 2012

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6 sept 2012

Buscando un amigo para el fin del mundo / Seeking a friend for the end of the world, de lorene Scafaria

Juntos ante la Catástrofe

Miguel Cane



El anuncio de que un asteroide llamado Matilda está por impactar el planeta Tierra, provoca las más diversas reacciones en la población; donde algunos deciden abandonarse a las cosas que nunca se atreverían a considerar en su vida normal (a una “fiesta del fin del mundo” alguien lleva heroína como droga recreacional, por ejemplo). En este marco satírico y muy, muy negro, encontramos a Dodge Petersen, un vendedor de seguros (Steve Carell) a quien su mujer abandona de repente y cuya vida rutinaria se va transformando aún si él no quiere (esto es algo que le queda más que claro cuando trata de explicarle a su empleada doméstica que no necesita ir a trabajar a su casa; el que ella se aferre a su rutina como una manera de lidiar con el pánico bajo una semblanza de normalidad es algo a lo que él se verá obligado a renunciar).



En medio de este caos surrealista, se cruza en su camino Penny Lockhart (Keira Knightley), una joven inglesa que vive en su edificio, cuya relación con un tipo ególatra se colapsa – como el resto de la sociedad – y que está deprimida al no poder regresar a Inglaterra para ver a su familia nunca más.

Sin proponérselo, Dodge y Penny inician un éxodo juntos: él para buscar reunirse con un amor perdido en la juventud y ella, porque no tiene otra persona en quién interesarse. Su odisea, por turnos hilarante y desoladora, revela poco a poco, en medio de situaciones absurdas y a veces sorprendentes, la naturaleza no sólo de los personajes si no del mundo que los rodea, tal como es, sin los artificios de la ¨civilización”.



Su encuentro con diversos tipos de personajes, lo mismo entrañables que esperpénticos durante su trayecto, hace que éste sea una especie de híbrido entre Melancolía de von Trier, los célebres road movies de los 60 y los célebres relatos de Canterbury de Chaucer.

Carell y Knightley hacen que el ritmo narrativo fluya con naturalidad, si bien conforman un dueto extraño (él es obviamente más de veinte años mayor y entre ambos no hay la química elemental en las comedias románticas – como entre Hugh Grant y Julia Roberts, por ejemplo... pero es que en realidad ésta no es una comedia romántica. Al menos no en el estricto sentido de la palabra) y hacen que la situación inverosímil atrape la atención del espectador y que éste se sienta interesado por lo que pueda pasarles.

Aderezada por apariciones de diversos actores conocidos en pequeños cameos (William Petersen y Martin Sheen, por ejemplo), Buscando un amigo para el fin del mundo, aprovecha todos sus elementos y se deja ver como un intento poco convencional de hacer un tipo de cine que uno ya no creía posible: la comedia anárquica y ácida (como Week-end, de Godard) que es mucho más aguda e inteligente (¡y compasiva!) de lo que se puede esperar al conocer la premisa.

Una banda sonora excelente redondea un filme logrado, ameno y también triste, pero que extrañamente hace que uno abandone la sala con una sensación, quizá inapropiada, pero bienvenida, de esperanza.

Buscando un amigo para el fin del mundo / Seeking a friend for the end of the world
Con Steve Carell, Keira Knightley y Martin Sheen
Dirige: Lorene Scafaria.
EU/Reino Unido 2012.


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1 sept 2012

Poderes Ocultos / Red Lights, de Rodrigo Cortés

Magia oscura

Miguel Cane.



Hace un par de años, Rodrigo Cortés sorprendió al público con el estreno de Enterrado, un inquietante ejercicio de tensión donde Ryan Reynolds llevaba todo el peso de sus 90 minutos, y conseguía llevar al espectador al límite de su resistencia, gracias a un guión inteligente y la película le abrió las puertas del mercado internacional.



En Poderes Ocultos reúne un elenco notable encabezado por Sigourney Weaver y Robert DeNiro, acompañados de Cillian Murphy, Toby Jones, Joely Richardson y Elizabeth Olsen, revelación de 2011 con Martha Marcy May Marlene. Asi establece una atmósfera ostensible de misterio: Margaret Matheson es experta en desacreditar supuestos fenómenos paranormales. Su asistente, Tom Buckley, tiene un escepticismo a veces puesto a prueba por su fe. Ambos están obsesionados con desenmascarar a Simon Silver (DeNiro), un psíquico invidente de fama internacional – estilo Uri Geller – que se ha mantenido alejado de los reflectores pero regresa con una gira exitosa y los tres se verán involucrados en una confrontación que demostrará si existen los poderes mentales o si todo es una elaborada farsa, aún si alguien tiene que pagar un precio muy alto.

La trama no carece de interés, el director es ambicioso en su propuesta y construye una película con una buena factura, pero es en el desarrollo de su propio enigma donde más falla la cinta, con un guión que pierde impulso al apoyarse demasiado en una gran cantidad de recursos para contar finalmente algo más simple de lo que aparentaba en principio y que se queda a medias para tener un final que deviene tramposo y complaciente.

Sin embargo, la primera hora resulta interesante, y nos introduce en el mundo de la investigación sobre esos fenómenos, la física y la parapsicología de la mano de los personajes de la Weaver y Murphy, sentando las bases que luego ignora. Esto se debe a darle prioridad al juego psicológico que quiere establecer para que el espectador no sepa si creer o no creer, pero en su conjunto se convierte en algo que no termina de funcionar, en una mezcla de trama y personajes interesantes pero donde también nos encontramos algunas partes que se alargan e incluso escenas que no aportan lo suficiente para darle coherencia. Quizá la trama se habría beneficiado de invertir los roles, con DeNiro como el mentor y Weaver como la mentalista, Ciertamente el estilo de la actriz habría funcionado más para el personaje, donde DeNiro realmente no parece muy interesado en éste, y su sobriedad habría servido más para el profesor escéptico.

En su intento por sorprender al espectador la cinta se convierte en algo que pretende parecer más de lo que realmente es y no termina de decidir qué quiere contar, por lo que en su clímax pleno de efectos, donde todo es revelado, acaba por no satisfacer del todo, lo cuál, dado el elenco y recursos, amén del talento del director y su gran trabajo de cámara, es un penoso desperdicio.

Poderes Ocultos/Red Lights.
Con Sigourney Weaver, Cillian Murphy y Robert DeNiro.
Dirige Rodrigo Cortés.
España/EEUU/Reino Unido.
2012.



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Sigourney Weaver. La política subversiva llega a la tv

Una de las presencias más notables del cine, protagonista del clásico 'Alien' (1979), toma la pequeña pantalla como figura estelar de la serie 'Animales políticos'.

Miguel Cane.



Aunque quizá se deba a algunos personajes memorables que ha interpretado en cine, su presencia física impone. Sigourney Weaver (nacida Susan Alexandra, Nueva York, 1949) es poseedora de una mirada inteligente y un sentido del humor que revela sin pudor alguno. Sus actuaciones en filmes como Alien y su secuelas —donde interpreta a la legendaria Ellen Ripley—, más Gorilas en la niebla, Secretaria ejecutiva, Los Cazafantasmas, La Tormenta de Hielo o Avatar, le han dado fama y prestigio en el cine. Ahora es la protagonista de la teleserie Animales Políticos, en la que interpreta a la secretaria de Estado Elaine Barrish Hammond, ex primera dama y ex gobernadora de Illinois, que acaba de perder unas elecciones primarias y por ello busca el equilibrio entre su carrera política y una familia en crisis. Si bien es notable el parecido con Hillary Rodham Clinton, Sigourney asegura que hay mucho más. “Algunos detalles son similares a los de la señora Clinton, es evidente, pero si hablas con el creador Greg Berlanti, que ha sido un verdadero adicto a la política la mayor parte de su vida, verás que está fascinado por todas esas familias que han vivido en la Casa Blanca, así que hay detalles de los Bush, los Kennedy y hasta de los Roosevelt. Creo que la gama de matices es mucho más amplia que simplemente hacer una versión de Hillary, cosa que me hubiera dado mucha pereza. Por eso fue que acepté, cuando vi que había mucha más sustancia”.



¿A qué cree que se deba que la serie tenga éxito entre diversos públicos? ¿Son los personajes, la trama?

Supongo que es un poco de todo. En este negocio nunca sabes cuándo una serie va a funcionar o cuándo podría ser cancelada. Parte de ello es obviamente la calidad de los guiones, y creo que, en este caso, además, hay una gran química en el elenco. También añadiría que es una serie para un público un poco más adulto. Pero sobre todo están los personajes que conforman esta historia. Son todos muy diferentes: todos tienen algún detalle que hace al público identificarse con ellos. Todos de un modo u otro le hablan al espectador y éste quiere saber qué pasa.



¿Diría que es usted accesible al público?

¡Por supuesto! Desde el principio de mi carrera trabajo mucho en teatro y es donde más cercano tienes al público, te esperan afuera para comunicarte su cariño o su enojo. Supongo que mucha gente prefiere no tener esa cercanía, o piensa que tengo la imagen de ser fría y dura (sonríe), pero soy una persona como cualquiera. La idea de que un actor está por encima de los demás me parece estúpida. La mejor retroalimentación que recibes proviene del público. Trabajas para ellos. Su calidez es un estímulo.

¿Qué tan grande es la responsabilidad de encabezar el reparto de una serie?

En realidad somos un ensamble. Sí hay un personaje central, Elaine, pero todos los personajes que hay en la serie —su ex marido, Bud; sus hijos, su madre, los periodistas y colaboradores de la Casa Blanca— todos son cruciales para la historia. Tú sabes que en este negocio tienes que ir siempre ligera de equipaje, porque nunca sabes qué es lo que te espera. Sin embargo, no me arrepiento de nada. Es una responsabilidad, pero al final de cuentas todo trabajo lo es.



¿Qué es lo que le gusta más de encarnar a una mujer como Elaine Hammond, tiene algo en común con ella?

Me atrajo mucho su complejidad. Es un personaje riquísimo: es madre, hija, una profesional en un oficio muy delicado. Tiene una carga muy humana, y para todo actor esto es algo valioso, la oportunidad de oro para asomarse a una nueva perspectiva y eso me encanta. Y claro que tenemos cosas en común. Ella es sensible, piensa sobre la vida y sobre el mundo. Creo que se parece un poco a mí en algunos aspectos. Sus hijos le preocupan como a mí los míos, tengo una hija universitaria… es un punto importante. Suelo preferir papeles complejos en su estructura; normalmente no interpreto personajes que sean ‘la hermana de’, ‘la madre de’ o ‘la esposa de’. Eso me gusta mucho.

¿Por qué una teleserie con esta temática?

Creo que es un gran momento para trabajar en televisión. Greg Berlanti está muy al tanto de todos los detalles. El clima político actual en el mundo permite este tipo de observaciones. La serie es limitada, por lo que no absorbe demasiado tiempo en mi agenda, pero es una gran experiencia; habrá mucha gente a la cual no le guste la serie y a otros que sí. Es subversiva, no se simplifica por una objetividad moral. Desde su concepción, es una exploración de personajes y puede tal vez resultar demasiado dura para un público acostumbrado a cosas más predecibles, menos complacientes. Espero que la gente se sienta satisfecha de seguirla.

Hace años, en una entrevista, usted me dijo, y cito: “(Muchas veces) en Hollywood, si eres hombre y dices exactamente lo que piensas, eres un hombre íntegro. Pero si eres mujer y haces lo mismo, entonces eres una perra latosa”. ¿Ha cambiado en algo esta situación?

En cierta forma aún pienso lo mismo. Naturalmente hay excepciones, pero el sexismo sigue siendo una característica muy marcada en la industria del entretenimiento. Siempre lo ha sido, desde los veintes. La mujer, el personaje femenino y quien lo interpreta, tienen que entrar en determinada casilla. De lo contrario, es cada vez más difícil encontrar papeles o proyectos. No puedo lamentarme al respecto, tuve mucha suerte al principio de mi carrera, al hacer Alien y un personaje como Ripley. Pero muchas actrices no tienen tanta suerte. Somos realmente pocas, hoy en día, de mi generación, aún en activo. Está Meryl (Streep), Susan Sarandon, Glenn Close, Dianne Wiest, Diane Keaton... pero hay enormes talentos, Brooke Adams, por ejemplo, o Mia Farrow, que han emigrado a otros ámbitos o se han retirado. Eso me parece muy triste. Un desperdicio. Yo quiero seguir trabajando, como Jane Fonda, Vanessa Redgrave o Jeanne Moreau, que son de la generación anterior a la mía. Pero mientras exista esta mentalidad en algunos círculos, sexista, sectaria, excluyente, será muy dificil para nosotras y para otras actrices que vienen detrás, como Laura Linney, Julianne Moore, Cate Blanchett o Nicole Kidman, son excepcionales, pero llegan a un punto en que encontrarán escasez de roles, como nosotras. Debe haber más y mejores papeles para mujeres; apoyar a guionistas, directoras, productoras. Hay grandes oportunidades para hacerlo. No creo que la mentalidad del público cambie de la noche a la mañana, pero se puede intentar. No importa que nos vean como “perras latosas” (rie). Candice Bergen me dijo una vez, si no lo hacemos nosotras, nadie más lo hará y no es solo por nuestra generación, es por las que vienen, tanto de intérpretes como espectadoras.

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