24 ene 2013

Emmanuelle Riva

Miguel Cane.



Para muchos espectadores jóvenes fuera de Francia el nombre de Emmanuelle Riva (Chenimènil, 1927) resultaba casi desconocido hasta este año, cuando se convirtió en la actriz de más edad en ser nominada a un Oscar como mejor actriz. Sin embargo, para cinéfilos de pura cepa, es recordada como una figura inolvidable, al ser la protagonista de Hiroshima mon amour (1959) el primer filme de ficción dirigido por Alain Resnais, que en esos círculos le valió obtener el título de leyenda.



Con una larga y distinguida carrera en el teatro y participaciones en filmes como León Petrin (con Jean-Paul Belmondo) y Tres Colores: Azul (de Krzysztof Kieslowski, como la madre de Juliette Binoche), la actriz estaba parcialmente retirada, hasta que el cineasta austriaco Michael Haneke la buscó personalmente para encarnar, junto con Jean-Louis Trintignant (otra gran leyenda del cine europeo, estrella de Un hombre y una mujer, Il sorpasso y El conformista, todas grandes cintas de su era) a Georges y Anne, la pareja protagónica en Amour, filme que causó sensación en su estreno en Cannes en mayo pasado y que ha logrado tres importantes candidaturas a los premios de la Academia: mejor película, mejor director y la suya.



No obstante, esto no parece impresionar demasiado a la actriz, que vía telefónica desde París, mantiene un aire jovial y sereno, aún si le sorprende un poco haber roto el récord impuesto por la difunta Jessica Tandy, a los 80 años, en 1991. “No esperaba que pasara esto, el Oscar. Es bonito, pero no lo esperas nunca, no haces películas para ganar un Oscar. La verdad es que nunca hice carrera en América,” señala “nunca hubo esa clase de interés de ninguna de las dos partes. Eran otros tiempos y las actrices europeas no hacíamos carrera en Hollywood. Muy pocas. Jeanne Moreau fue y no le gustó. Deneuve y Anouk Aimée igual. Simone Signoret fue la única de mi generación que hizo cosas. Ganó un Oscar, ella sí. Era muy valiente y no le importó. Pero yo no. Ahora de pronto hay todo este movimiento, esta curiosidad. No puedo negar que me hace gracia.”



Aún sin haber hecho carrera en Hollywood, tiene un linaje extraordinario, trabajó con grandes directores como Resnais, Franju, Melville, Kieslowski... ¿eran muy diferentes a Haneke?
“Cada director es diferente, sí. En teatro y en cine. Cada uno tiene su técnica. Aunque a veces hay cosas similares entre algunos en su manera de trabajar o de escribir, de percibir las cosas y plasmarlas, y en realidad hay una gran cantidad de similitudes entre Kieslowski y Haneke, ¿sabes? De hecho, los pondría en el mismo renglón con Bergman y Tarkovsky. Todos ellos tienen la misma visión generosa y magnífica del mundo."

Haneke tiene una visión muy dura, muy desesperanzada, ¿no cree usted?
“Sí, en su obra es así, pero creo que Haneke es más feliz, es un hombre más sonriente. Tiene una buena vida familiar. Es muy cálido, muy afectuoso. Kieslowski no me parece que fuera un hombre muy feliz. Haneke, como digo, es muy jovial. Estricto, pero nunca austero. Quiero decir, el tema es obviamente intenso. Pero tuvimos un montón de diversión en el rodaje. Muchas veces, el humor provenía de él, aunque no lo crea."

¿De verdad Amour tuvo un rodaje alegre?
"Sí, sí. Tanta risa, las cosas divertidas, tantos momentos joviales. Recuerdo una vez, cuando estaba filmándome a mí sola, en unos planos, tenía que permanecer inmóvil. Pero cuando el equipo se fue a mirar el monitor, empezaron a reír. Yo dije: "¿Qué pasa, qué es tan gracioso?” y me dijeron que mis dedos estaban moviéndose. ¡Mis dedos de los pies! Yo ni siquiera sabía que se podían ver en la toma que hicieron. Haneke se reía mucho también y hasta yo. Así que tuve que hacer toda la escena otra vez y concentrarme con mucho cuidado y controlar mis pies para que no se movieran nada. Creo que tienen una voluntad propia, será que me gusta bailar (se ríe). "

Sería para aliviar una historia tan intensa, como dice. El personaje de Anne, es muy difícil de interpretar, aunque casi no tenga líneas.
“Es verdad. Creo que es el más difícil que tuve desde Hiroshima... pero es que una no le dice que no a un director como Haneke, ni a una película como Amour. Es vanguardista, ¿sabes? Se atreve a decir cosas de un modo sencillo, cosas que no se atreven otros directores. Le dije, cuando me envió el guión, “¿cómo vamos a hacerlo, es decir, cómo podemos contar una historia así?” y me dio mucha confianza su respuesta, que sería contar una historia real, que le hablara a la gente. Y creo que es un filme muy hermoso el resultado.”

¿Cómo encuentra esta fama renovada, en el siglo XXI? ¿Es muy diferente ahora que en los tiempos que usted visitó Cannes por primera vez, por ejemplo?
"Particularmente no me gusta tanto. El público, los fotógrafos gritando. Es muy diferente. Tantos flashes. Sé que algunos actores les encanta, pero no me gusta y a Haneke no le gusta tampoco. Cannes era un poco más simple, recuerdo que cuando Hiroshima mon amour se exhibió en 1959, causó estupor. El público guardó silencio. En una época y en un festival en que se acostumbraba, incluso todavía hoy, a que la prensa y el público aplaudieran o abuchearan. Hubo aplausos, muy leves. Luego, más. Yo sé que hoy esa película es vista como un gran triunfo. Pero en ese momento sentí, por un segundo que era un desastre. Y sí, ahora es muy diferente.”

Usted estaba básicamente retirada de la actuación en la pantalla. Hizo una excepción para Haneke. ¿Piensa seguir trabajando después de Amour?
“No tengo objeciones. Si por casualidad la gente todavía me ofrece papeles, en películas, todavía me gustaría hacerlas. Pero si no, no hay problema. Me encanta la vida, y más la que tengo. Tengo muchas otras cosas qué hacer además de actuar. Soy escritora también. Eso en Francia lo saben, pero no en el resto del mundo y está bien. Hago muchas cosas. Tengo una familia, una vida plena. No temo a la muerte. Eso lo tuve muy claro en mi mente mientras hacía Amour. En parte fue como encarar mi propio temor a mi vulnerabilidad, a mi mortalidad. Y salí victoriosa de ello. Eso le agradezco a Haneke. Y la verdad es que si no actúo en otra película más, seamos honestos, ¿a quién le importa? Voy a cumplir 86 años y todavía estoy viva y se siente muy bien.”

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