Por Angélica Ponce.
“Quiero vivir en tensión como un arco hasta el día de mi muerte.”
- Kim Ki-duk
Con apenas diálogos, el director y guionista Kim Ki-duk explora todos los ángulos del amor en The bow, un filme sublime, lleno de color y esa pasiva armonía entre la tensión y la calma del mar abierto.
Llena de simbolismo, la cinta narra una bella y trágica historia de amor entre un viejo pescador y una joven apunto de cumplir 17 años de edad; donde los sentimientos más nobles se combinan con las más sórdidas sensaciones.
Polémica si se piensa que, adoptada de niña, la joven pasó 10 años alejada del mundo en un barco para vivir entre la adivinación, la pesca, la música, un arco y un hombre que la procuro hasta desposarla.
Y hermosa, si se mira el cariño que se procuran ambos personajes, alejados de las pasiones, llenos de la inocencia del amor fraternal, del cuidado, la amistad, complicidad y conocimiento.
No es filme sencillo.
En su belleza se deja llevar por una extraña sensación de mesura, de “no pasa nada”, escondiendo situaciones límite, acciones y temores internos. Los demonios se sueltan y poco a poco, casi imperceptiblemente se hacen del espectador, para confrontarlo con su propia naturaleza y concepto del amor.
Los celos, la envidia, la lujuría, el rencor, el miedo, la soledad, el afán de posesión, la desesperación y la desesperanza explotan como una tormenta, pero también se compensan con los sueños y la felicidad de una vida simple y armoniosa.
En The bow, por suerte de la adivinación, está dicho todo. Buda dirigirá las flechas del destino de los personajes, colocándolos en el momento que deben vivir y compartir conjuntamente. El cierre de ciclos en ningún caso representará ruptura, solo servirá de reconciliaciones y esas dulces despedidas que auguran una nueva vida.
Es un filme que si bien no permite la pasividad de quien lo mira, tampoco lo deja a uno con ese sinsabor que dan las moralinas. Es reconciliador y reconfortante. Expone la vida como un arco, con esa tensión y fuerza que debe guardar y ejercer cuando pretende un lance de flecha.
Kim Ki-duk vuelve a demostrar su maestría en las lecturas humanas, con esa sencillez y belleza que dan como resultado grandes historias, sin pretenciones o rebuscamientos, con una narrativa estética dominantemente visual, casi plástica que recuerda por momentos a Utagawa Hiroshige. Y la música, ese tenue canto que se repite con la misma naturalidad de los sonidos incidentales.
The Bow / El arco.
2005.
Dirección y guión: Kim Ki-duk.
Protagónicos: Han Yeo-reum, Jeon Seong-hwang y Seo Si-jeok.
Una producción de Sur Corea y Japón.
90 minutos.