Miguel Cane.
Con una carrera de casi tres décadas iniciada siendo muy joven, Ethan Hawke (Austin, Texas, 1970) es un actor que siempre se reinventa en el cine con trabajos memorables en los géneros más diversos, como La sociedad de los poetas muertos, Gattaca, Día de entrenamiento, Sinister o La dura realidad. Ahora regresa a las órdenes de su amigo el director Richard Linklater, para protagonizar el cierre de la trilogía romántica que se iniciara en 1994 con Antes del amanecer, continuara con Antes del atardecer una década más tarde y concluye ahora con Antes del anochecer, en la que él y la hermosa francesa Julie Delpy vuelven a encarnar a los personajes que le dieron ilusión a una generación entera. La cinta fue una sensación en el pasado festival de Cannes y ha recibido algunas de las mejores críticas del año alrededor del mundo.
¿HABÍAN PENSADO LINKLATER Y TÚ EN DARLE ESTE CIERRE A LA HISTORIA DE JESSE Y CELINE?
Siempre habíamos pensado que esta sería de algún modo una trilogía temática. Desde que hicimos la segunda parte, Richard bromeaba diciendo: “Bueno, ahora dejemos que pase algún tiempo para ver a dónde llegamos”. Primero era una broma, pero poco a poco fue tomando forma; finalmente decidimos hacerlo y cuando nos reunimos fue estimulante encontrar el punto de partida para de ahí contar nuestra historia.
MUCHOS DIRÍAN QUE ES EL PASO LÓGICO A LA MADUREZ
Depende, claro, de lo que se entienda por madurar. Para Julie y para mí era importante ver a dónde había llegado esta pareja —que en la primera película se conoció de una manera totalmente fortuita—, y cómo verían la vida 20 años más tarde, con un bagaje diferente, con hijos, con relaciones pasadas, con todas las responsabilidades y perspectivas de alguien que ha llegado a nuestra edad. Para algunos es el paso a la madurez, pero también es cierto que a veces llegas a cierta edad y no acabas de madurar, o deseas algo más, se trata acerca de esto.
TANTO JULIE DELPY COMO TÚ TIENEN CRÉDITO DE GUIONISTAS JUNTO CON LINKLATER.
Sí. En realidad, el guión fue un trabajo de colaboración de nosotros como actores con él como cineasta. Antes de empezar a rodar, y aún cuando ya estábamos en locación, nos reuníamos para aportar ideas y darles forma. Cuando llegamos a Grecia ya teníamos una idea muy clara de lo que queríamos contar; Richard fue muy generoso, nos dejó improvisar todo lo que queríamos decir, no decía “corte” hasta que lográbamos exactamente lo que queríamos. Como actor es una de las mejores experiencias.
LAS TRES PELÍCULAS SE HICIERON EN LOCACIÓN, VIENA, PARÍS Y AHORA GRECIA. ¿ESO AYUDA A CONTAR LA HISTORIA?
Desde luego. Este fue uno de los aspectos que más me interesaron. En cada una de las películas, las locaciones ayudan a tener una sensación no solo de lugar, sino de tiempo. En la primera, la sensación de urgencia, de ser dos extraños en una ciudad que no es la nuestra, de hacer que el tiempo dure más de lo que tenemos, que no se agote. En París, fue distinto. Ya éramos adultos más establecidos, estábamos en otro punto de nuestras vidas y era una especie de nuevo punto de partida. En el Peloponeso tenemos la ocasión de explorar lo que hemos hecho en los ocho, nueve años transcurridos, ahora como una pareja formal, no como los desconocidos que se encuentran y que deben aprovechar la ocasión. Aquí estamos en un plan más reflexivo y la isla ayuda mucho a esa impresión que queremos dar.
¿SIENTES QUE SE HA PERDIDO EN HOLLYWOOD EL IDEALISMO DEL PASADO?
De algún modo, sí. Verás, en mi juventud era un idealista del arte y la política, tal vez era yo demasiado idealista. Todavía lo soy, pero el mundo en el que vivo es mucho más gris de lo que pensaba. Encontrar tu camino es más difícil de lo que yo creía. Tengo 43 años, comparto la custodia de mis hijos mayores con su madre (la actriz Uma Thurman, con quien estuvo casado entre 1998 y 2004, actualmente está casado con Ryan Shawhughes, con quien tiene dos hijas pequeñas) y tengo que trabajar duro. Con ellos realizo lo que yo llamo amor en acción; comparto, amo, doy, perdono, olvido, todas esas cosas que no solemos hacer en nuestra vida. Si hubiera vivido esto a los 17 años no hubiera sido capaz de entenderlo. Es divertido acordarme de cómo era yo hace 10 años, cuando pensaba que lo sabía todo y, sin embargo, unos años después te das cuenta de que no sabes nada y que no entiendes nada de la vida y tienes que empezar otra vez. Es la vida misma.
¿HAS DICHO “NO” A UNA PELÍCULA O HAS ESCOGIDO ALGUNA POR RAZONES EQUIVOCADAS?
Claro que sí, muchas veces, pero toda mi vida he tratado de guiarme por mis instintos tanto como puedo. Lo pasé muy bien rodando esta película, y creo que es una de las mejores que he hecho, pero cada vez es más difícil para mí encontrar el proyecto adecuado. Soy un actor dramático, no un cómico, y ya no se hacen dramas para adultos. Si no consigues un papel en alguno de los dos o tres dramas anuales no hay trabajo. Eso me obliga a buscar otro tipo de proyectos que hace unos años no habría considerado, y trabajo más en el cine independiente que en el comercial. Es lo que hay.
PODRÍAS TRABAJAR EN LA TELEVISIÓN, SE HACEN COSAS MUY NOTABLES EN ELLA, ¿NO?
Sí. La calidad de los guiones en la televisión es muy buena. Pero me da miedo porque solo un manojo de series son las que triunfan. Estamos hablando de Breaking Bad, Mad Men, House of Cards, The Wire, Los Soprano... De esas series se habla con reverencia y respeto, pero son la excepción, y hay otras que pasan desapercibidas. La mayoría de lo que se estrena en las cadenas no es muy bueno. No quiero verme luchando con una serie de poca calidad. Solo grandes productores tipo Mike Nichols o Steven Spielberg son capaces de ofrecer series importantes. Mis hijos ven Sherlock, que es sensacional y mantiene tu mente alerta, pero no dejo de preguntarme cuánto tiempo podrán mantener ese nivel. El problema de las series de éxito es que las explotan tanto que acaban diluyéndose.
¿HAS LLEGADO A SENTIR LA CONTRADICCIÓN DE SER UNA ESTRELLA DE CINE?
Siempre he peleado contra esa idea de estrella. No me gusta especular con la posición que ocupo en Hollywood, no me gusta pensar que estoy por encima de otro actor que trabaja para ganarse la vida en un teatro en el que gana muy poco, pero cuyo trabajo es tan o más importante que el mío. Estoy muy feliz con lo que mi vida artística me ha dado, y por supuesto, da algo de miedo mantener lo conseguido. Todo el mundo quiere tener éxito, es divertido recibir toneladas de atención, pero tienes que pagar un precio por lo que recibes. Ese precio a veces puede ser demasiado alto.
PERO SERÁS AÚN MÁS RECONOCIDO ENTRE QUIENES VEAN ESTA CINTA.
Es verdad... Te digo, me siento afortunado, aunque a veces deseo ser más anónimo de lo que soy. Es una lucha interna, ¿sabes? Por ejemplo, cuando veo revistas no siento envidia por Brad Pitt, en lo más mínimo. Es un gran tipo, sin duda, pero ¿por qué querría ser él? Un minuto lo adoran y al siguiente le tiran piedras. Seas una estrella o no, todos batallamos con nuestros egos. Lo diré de esta manera: el ego de una estrella de cine se alimenta diariamente y se convierte en un monstruo que termina comiéndose la vida de cualquiera. Yo he sido muy precavido en ese aspecto toda mi vida, me apasiona mi trabajo, me gusta compartirlo con gente de mucho talento, disfruto con este arte que en ocasiones te da poder para utilizar la fama de forma correcta, pero no me creo una estrella, ni creo en la fama porque es una trampa muy peligrosa y no me interesa para nada.
ADEMÁS, ERES ESCRITOR Y DRAMATURGO. ¿ALGUNA VEZ ESCRIBIRÁS TU AUTOBIOGRAFÍA?
En cierta forma ya hice textos que son versiones de mi vida. Si te fijas en las dos novelas que escribí, ambas caen en la categoría autobiográfica. A menos que quieras leerla en las revistas de chismes, donde mi vida parece ser más entretenida. Lo que leas sobre mí en ellas entra en el terreno de la ficción (risas).
LLEGADO A ESTE PUNTO DE TU VIDA, ¿DIRÍAS QUE ERES UN HOMBRE FELIZ?
Mira, la vida es difícil siempre, la felicidad significa ser sincero a una idea determinada, ser honesto con uno mismo. La literatura está repleta de cuestionamientos sobre el significado de felicidad y lealtad. En ese sentido, tener hijos te da una buena orientación en vez de verlo todo como un placer propio. Si me va bien en el cine, pero mis hijos enferman, no le encuentro interés al éxito, ¿ves a lo que me refiero? Si por el contrario, fracaso con una película, pero mis hijos son felices y los veo crecer bien, mi vida tiene sentido. Mis hijos son mi equilibrio. En ese sentido, por tener ese equilibrio, soy un hombre muy feliz.