Miguel Cane.
Esbelta y vivaz, de expresivos y oscuros ojos y con una extensa carrera en el cine de ambos lados del Atlántico, María Isabel Verdú Rollán (Madrid, 1970), bien conocida como Maribel, es una de las actrices más celebradas de su generación. Inició su carrera a los 15 años y desde entonces ha trabajado para algunos de los directores más distinguidos en cintas de habla española, como Fernando Trueba (Belle Epoque), Vicente Aranda (Amantes), Alfonso Cuarón (Y tu mamá también), José Luis Cuerda (Los girasoles ciegos) y hasta con Francis Ford Coppola (en Tetro, filmada en Argentina).
Su presencia resalta en pantalla y la ha llevado además a ser miembro de tres academias de las artes y ciencias cinematográficas: la de España, la de México (tiene un premio Ariel por El laberinto del fauno) y la de Hollywood. Por su participación como la apasionada madrastra en Blancanieves, la cinta vanguardista de Pablo Berger —que se estrena en México esta semana— obtuvo su segundo premio Goya como mejor actriz (así como virtualmente todos los premios en España este año), en una interpretación que asegura es de las más excepcionales que podría realizar una actriz en esta época.
¿EN QUÉ MOMENTO SE DA EL PASO DE BLANCANIEVES A MADRASTRA MALVADA?
A ver, en todos estos años he hecho de puta, de monja, de aristócrata, de criadita, yo qué sé, de todo, pero con la edad se pasa por que se pasa. Si se filmara hoy Amantes no sería Trini sino Luisa (Victoria Abril); yo ya nunca podría interpretar a Blancanieves. Soy una madrastra. Afortunadamente, porque, dime, ¿quién querría quedarse para siempre con trenzas y calcetas? ¡Yo no!
AUNQUE BERGER SE BASA EN EL CUENTO DE LOS HERMANOS GRIMM, ÉSTA ES UNA VERSIÓN SUI GENERIS...
Desde luego. Me encanta. Y me gusta que se origine del cuento. La verdad es que yo creo que los cuentos son aterradores, pobres niños. Son muy tremendos, muy crueles. Pero esta es una locura maravillosa que Pablo trabajó con mucho mimo, por mucho tiempo. Es una verdadera obra de arte, porque no solo tiene el cuento, también tiene todas estas referencias al cine mudo, al toreo, a la España de los años veinte, es decir, es como un cuento de hadas dentro de un cuento de hadas, solo que Pablo lo hace más preciosista y elitista, sin los típicos lugares comunes.
¿CÓMO FUE LA EXPERIENCIA DE TRABAJAR CINE MUDO?
Cuando estudias interpretación aprendes algo muy importante: que con gestos se puede decir absolutamente todo. Blancanieves se entendería perfectamente sin intercalar líneas de diálogo. Es más, si tú a mí vienes y me dices que todas las películas que voy a hacer van a ser mudas a partir de ahora, yo te diré “¿dónde hay que firmar?”. Ahora bien, ojito aquí, que mi personaje habla, lo puedes comprobar si ves la película con un lector de labios. Tuve que aprenderme los diálogos como en cualquier otra película y decirlos con la misma inflexión que en una película sonora. Fue algo impresionante, porque todo el proceso es distinto; tienes que exagerar todo, para que parezca tan sutil como se ve en pantalla.
¿SIENTES QUE EL ARTISTA VINO A OPACAR UN POCO EL IMPACTO DE BLANCANIEVES?
Uf, sí. Qué rabia, y qué injusto. Pero qué puedo decirte, son de esas cosas pues que suceden de repente, ¿sabes? Estas coincidencias que a veces pasan, sobre todo en Hollywood, donde se hacen dos o tres películas sobre un meteoro, o sobre el Titanic, o lo que sea. Pero esto para nosotros fue un palo tremendo. Pablo, el director. llevaba nueve años metido en el proyecto, y yo siete, desde que me lo propuso por primera vez y me volví loca cuando me habló de él y le dije que sí, que no importaba cómo, pero haríamos esa película. Cuando por fin ya tenemos el dinero para hacerlo —y financiar un proyecto como éste es increíblemente difícil— y estamos rodando, de repente, sale otra película muda y en blanco y negro. Pero Pablo no se quebró, siguió filmando como si nada. Sin embargo, el éxito de esa película, que ganara un Oscar y todo eso, finalmente nos ayudó; es más, yo me atrevería a decir que en cierta forma ha surgido un nuevo género, o que ha resucitado.
¿CONSIDERAS QUE PODRÍAS SER TAN MALA COMO LA MADRASTRA?
¿Yo? No, no. Sería incapaz, no entiendo cómo personas así logran dormir con la conciencia tranquila. No me gusta la gente mala. No puedo con ella. Y esta es mala, mala de solemnidad. Mala perversa. Creo que nunca había hecho algo así en mi vida y en parte es por lo que quise hacerlo, me dije, voy a ser la mala del cuento para saber lo que se siente, para soltarme el pelo en esta ocasión. A veces necesitas hacer algo así para ti, como una manera de probar hasta dónde puedes llegar. Fue un poco como cuando, en teatro, hicimos Aitana Sánchez Gijón, Antonio Molero y Pere Ponce Un dios salvaje, la obra que luego filmó Polanski. Haces este tipo de personajes enloquecidos y neuróticos porque en cierta forma te liberan de cosas que tienes dentro, te purgan y te curan, podría haber hecho una gira permanente con esa obra, qué felices éramos. No nos peleábamos, éramos unos mentirosos estupendos. En Blancanieves me pasó más o menos lo mismo. Hacer esta mala fue maravilloso y fue un rodaje estupendo.
¿ALGUNA VEZ TE OLVIDAS DE TI MISMA AL ESTAR TRABAJANDO?
No, no. Como te decía ahora, nunca me olvido de que finalmente soy una actriz que solo está interpretando un papel. En esta profesión se trata de engañar lo mejor posible, con la honestidad más absoluta, por lo que no se me va la cabeza ni aplico técnicas. Actúo con la intuición y con la emoción, aunque me agote muchas veces. La cosa es así, porque creo que el arte se hace no solo con arte y técnica, ¿sabes? También se hace con un golpe de entraña.
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EN ESE SENTIDO, QUÉ OPINAS: ¿BELLEZA CONTRA INTELIGENCIA O AMBAS JUNTAS?
En absoluto, hay una inteligencia emocional que te ayuda a sobrevivir. Como esas personas que no han tenido oportunidades pero a quienes la vida les ha dado todo, grandes sabios en pueblos y pequeñas ciudades. Y también he conocido a individuos inteligentísimos que no hay quien los aguante en una cena, y gente hermosa que de tan hermosa cansa. Supongo que es cosa de encontrar el punto medio. Pablo aquí hizo un trabajo hermoso e inteligente. No siempre es posible conjuntar ambas cosas.
PARA TU GENERACIÓN TAMBIÉN HAS SIDO UN SÍMBOLO SEXUAL.
Qué cosas, sí. ¿Te das cuenta? Yo a veces, todavía hoy, me pregunto, y bueno, ¿dónde tengo lo sexy? Digo, sé que lo soy y que mi marido lo piensa, pero no deja de hacerme mucha gracia.
DOS GOYA MÁS LOS PREMIOS QUE TE HAS LLEVADO CON ESTA PELÍCULA ¿QUÉ TAL?
¡Imagínate! El Goya es un deseo hecho realidad. Por fin lo conseguí a la quinta, y el segundo no tardó mucho. Y luego, todas las nominaciones de Blancanieves. Me fui de espaldas. No lo podía creer. Y además, que llegara el reconocimiento, no tanto de los premios, sino de la gente que se acerca en la calle y me dice que les ha gustado la película, que los emociona. Y yo también me emociono con eso. Es increíble, te digo. Amo a esta madrastra.