Miguel Cane.
La carrera cinematográfica de Daniel Brühl (nacido Daniel César Martín Brühl González-Domingo en Barcelona, 1978) es completamente internacional, por lo mismo, versátil: criado entre España y Alemania —habla esos dos idiomas así como inglés y francés— hizo su debut adolescente como actor en teatro, pero a los 25 años protagonizó la película que lo puso en el mapa: Goodbye, Lenin! (2003), desde entonces, ha trabajado sin parar. En Francia rodó Feliz Navidad (2005) y The Countess (2009) así como ¿Y si vivimos todos juntos? (2011, con Jane Fonda); en España, Salvador (2006), Intrusos (2011), Eva (2011) y la taquillera cinta The Pelayos (2012); en Hollywood ha tenido papeles destacados tanto en Bourne el ultimátum de (2007) como en Bastardos sin gloria (2009), de Quentin Tarantino. Ahora, dirigida por el ganador del Oscar Ron Howard, es uno de los protagonistas de Rush, la cinta más espectacular de su filmografía, donde encarna al célebre corredor de Fórmula Uno Niki Lauda.
PROBABLEMENTE RUSH SEA LA PELÍCULA MÁS LLAMATIVA DE TU CARRERA, Y CON UN PERSONAJE MUY DIFÍCIL…
Sí, es verdad. Es de esos casos donde ya en el proceso de casting tuve esa impresión. Con un personaje que me atraía porque era totalmente opuesto a todo lo que había hecho antes. Y eso que Niki Lauda es austriaco… Igual si lo hubiera dirigido un director austriaco no me hubiera llamado para el papel, pero eso es lo bueno de los estadunidenses, no tienen prejuicios. Ron Howard solo había visto una o dos de mis películas, pero estaba abierto a todo. Nos conocimos en Londres y tres días después me llamó, algo raro porque normalmente te dejan sufrir dos o tres semanas. Yo estaba un poco nervioso, porque como sabes Niki Lauda es una leyenda en Alemania, lo vemos cada fin de semana en la televisión. Por su aspecto físico, los dientes, por todo, pensé: “Esto va a ser un trabajo duro”, pero estoy muy contento de que me lo hayan dado.
¿CÓMO HICISTE PARA ACERCARTE A LA ENCARNACIÓN DE LAUDA?
Trabajé mucho con el acento austriaco, porque para mí era imprescindible, ésa es su voz, lo que le da ese punto arrogante, irónico, me la pasé viendo videos de él y cómo era antes de su accidente. Lo afronté como un riesgo y una apuesta que podía ir mal. Pero ya en el primer día de rodaje me sentí más seguro gracias al apoyo de Ron Howard. Después de la primera secuencia supe que iría bien. Los movimientos, la manera de mirar. Todo eso es muy importante para hacer una interpretación lo más apegada posible a él.
ADEMÁS, CONOCISTE A LAUDA EN PERSONA.
Así es, lo conocí. Fue alucinante.
SUPONGO QUE CONOCERLO FUE DECISIVO. ¿CÓMO SE DIO EL ENCUENTRO?
Pues no fue fácil (risas). Porque Niki es como es y eso queda muy bien reflejado en el guión. Es muy directo, no se le da la diplomacia. La primera conversación que tuve con él fue por teléfono y me dijo: “Puedes venir a Viena en mi avión privado, pero no traigas demasiado equipaje, porque en caso de que no me caigas bien te regresas ese mismo día a Berlín”. ¡Ufff! ¡Así! Por supuesto me sentí intimidado, ¿cómo no? Cuando por fin lo conocí fue: “Bueno, me caes bien. Así que pregunta lo que quieras”. Yo estaba muy nervioso, sobre todo porque no sabía cómo mirarlo por como tiene la cara; él se dio cuenta y me dijo: “Mira, mira, ¿quieres tocar?”. Tiene una manera de ser tan diferente a las personas que conozco, es totalmente desinhibido… te confesaré que me entró un poco de pánico. Al final me compré ropa en Viena porque estuve tres días y le caí muy bien, incluso me preguntó si me quería ir con él a Brasil al Gran Premio. Me llevó en su avión privado, y de paso conocí a un par de pilotos de Fórmula Uno.
¿FUE BUENA ESA MANERA DE PREPARAR TU PAPEL?
Totalmente. Fue increíble. Hicimos un vuelo larguísimo y me presentó a varios pilotos de su generación, como Jackie Stewart. Fue genial, mejor que leer su autobiografía, ver todos los vídeos de YouTube y todos los documentales. Observarlo a él, ver cómo se mueve, cómo habla… y sentir su confianza, me miraba y ya notaba que lo estaba imitando. Sentí su cariño. Me llamó hace poco. Había visto la película y estaba emocionadísimo y muy orgulloso. Me dijo cosas muy bonitas, y eso que no es una persona muy emotiva. Creo que es la mejor recompensa.
¿CÓMO TE SENTISTE CON RON HOWARD? TIENE PRESTIGIO, PERO SU TRABAJO COMERCIAL ES MAL RECIBIDO POR LA CRÍTICA.
Es el precio que ha tenido que pagar, supongo. Pienso que es un genio, y lo digo no por haber trabajado con él, sino porque he repasado ahora muchas de sus películas, todas muy conocidas, aunque había algunas que no había visto. Después de verlas le comenté lo que pensaba: para mí hay dos tipos de directores, los que han encontrado un lenguaje único, maestros que tienen su “idioma” y lo siguen, como Almodóvar o Tarantino, y los que cambian con cada proyecto, como él, que ha hecho de todo: ciencia ficción, comedia, western, thrillers. Él me dijo que eso lo mantiene fresco. Me encanta la energía que tiene en el set; Rush era su primera película de carreras de coches. Siempre hace algo nuevo y eso le aporta agilidad y juventud. En el rodaje nunca está en la silla de director, siempre está por ahí, de un lado a otro. Me gusta mucho su humildad. Ve a alguien del equipo y se levanta para preguntarle su nombre. No le importa cargar cables o equipo. Eso es impresionante.
OTRO ELEMENTO IMPORTANTE FUE EL GUIÓN DE PETER MORGAN.
Desde luego. Peter es el mejor en algo tan difícil y que tan poca gente logra: escribir películas que describen episodios en las vidas de personas reales y que aún viven, como hizo en The Queen y en Frost vs Nixon. Creo que la película salió tan bien por la energía que se da entre Morgan y Howard. Peter estaba mucho en el set, incluso cambiamos secuencias el mismo día de rodarlas. Nunca he visto un guionista tan cercano al director sin que este pierda autoridad. Para nada. Entre tomas hablaba con Peter sobre escenas determinadas y Ron sabía que era para mejorar, así que no le importaba. Me impresionó mucho.
TÚ VIENES DE UNA ESCUELA DE CINE MÁS EUROPEA, MÁS INDEPENDIENTE...
Siempre me ha gustado la idea de hacer una historia grande con un presupuesto pequeño. Me gusta, aunque sea deprimente (risas). Leí hace unos días una entrevista con Leo DiCaprio en un periódico alemán; decía que quiere trabajar con directores fuertes porque solo ellos son capaces de transmitir esa visión para que el espectador la pueda sentir. Creo que tiene razón, pero igual, yo no voy a parar de trabajar con gente joven. Espero seguir teniendo esa suerte para poder trabajar con esos genios, no son muchos, pero los hay por todas partes, aquí (Europa) y allá (Estados Unidos). He hecho algunas películas cuyo resultado no me gusta y es muy triste que una película no funcione, que no interese a nadie. Y todavía más si la película es mala o mediocre y tu interpretación también. ¡Qué pena de energía, de trabajo, de dinero! Y eso sí que no pienso volverlo a hacer.
¿NO QUIERES IRTE DE EUROPA A HOLLYWOOD, COMO OTROS MUCHOS?
No, no quiero cambiarlo. El cine europeo me encanta, aunque, claro, si se da la oportunidad de entrar en el gran mercado de Estados Unidos, no voy a hacerle el feo, siempre y cuando el personaje sea interesante. Supongo que ya llegué al punto en el que puedo hacer otro tipo de roles. Veo que me he hecho mayor, se me ha quitado la cara de niño de 15 años que tuve tanto tiempo (se ríe) y ya no me mandan papeles de adolescente. Eso está muy bien, ¿sabes? Ya crecí (risas). Por fin me ofrecen papeles de adulto.