20 mar 2014

Se me da bien interpretar a los hijos de perra: Josh Brolin

Miguel Cane.



El hecho de ser hijo de un actor reconocido (James Brolin) no fue, para Josh Brolin (Los Ángeles, 1968) una garantía de estrellato. Sus conexiones, si bien le sirvieron en la adolescencia para obtener un papel en la cinta de culto Los Goonies, no sirvieron para mucho más. La carrera que se ha ido construyendo —y que en 2008 alcanzó un hito con una nominación al Oscar como mejor actor de reparto en Milk—, se la ha construido solo y está realmente orgulloso de que así haya sido. De este modo, ha trabajado con directores como Oliver Stone, Woody Allen, los hermanos Coen, Ridley Scott y ahora con Jason Reitman como el protagonista, junto con Kate Winslet de Aires de esperanza, en la que interpreta a un reo prófugo de la justicia, que cambia totalmente la vida de una madre soltera y su hijo adolescente. La cinta, estrenada en Toronto muestra a un Brolin más sensible, más cálido, un cambio notable en los personajes que habitualmente ha encarnado en otros filmes.



A lo largo de tu carera has interpretado a numerosos antihéroes, personajes conflictivos e incluso villanos. Éste no es la excepción aunque tiene más matices… ¿este tipo de personajes te han dado el reconocimiento que no otorga uno más heroico, por así decirlo, “bueno”?
Te diré que en realidad yo me veo a mí mismo como un mercenario. Un director me da trabajo y yo hago lo que me corresponde. Se me da bien interpretar a los hijos de perra, más que a los galanes románticos, no sé por qué. Me gustan esos personajes que dices porque son complejos, porque tienen mucha tela de dónde cortar y no todo mundo los quiere hacer y eso para mí está bien. El miedo de algunos actores es el éxito de otros. ¿Sabes? Será que tengo cara de malo y esos personajes de galán romántico, yo creía que tampoco me hacían falta.

Jason Reitman no pensó lo mismo, por lo visto.
Es verdad, él fue quien siempre quiso llevarnos a Kate y a mí en esta película. Nos buscó, y cuando me ofreció el papel de Frank Chambers, no pude decir que no. Es de esos personajes que aparecen una vez en la vida; tiene muchos matices, es un ser atormentado y violento, pero también sumamente cálido y generoso. Ese contraste en su carácter me llamó poderosamente la atención, así que tuve que hacerlo… y tampoco tuve que pensarlo mucho.



¿Cómo te preparas para encarnar a personajes tan complejos?
Siempre llevo conmigo una libreta a todos lados y hago apuntes, me hago preguntas a mí mismo, el 90 por ciento de las veces no encuentro una respuesta, pero el 10 por ciento encuentro retos muy interesantes en mis personajes. Para mí lo más importante es comprender por qué razón un hombre cualquiera se ve obligado a hacer las cosas que a veces hace. Ese es el caso de Frank. Por eso, cuando me dicen algo así, suelo decir que prefiero hacer de un hombre con problemas a un chico bueno, simplemente por que es más compensación al final del rodaje para mí.}

¿Cómo empatas con un rol así?
Como actor, logré identificarme con Frank, porque es un personaje muy rico, muy complejo. Está desesperado, acorralado, y con los personajes de Kate y Gattlin Griffith, encuentra un refugio, pero aún así es algo muy endeble, una situación muy arriesgada. Actuar te obliga a ponerte en duda sin parar, exponerte a las críticas y enfrentarte a tus inseguridades más íntimas. Con Jason tuve que pasar semanas trabajando en el personaje para indagar cómo hacer que tuviera más dimensiones. Para trabajar en las escenas que constituyen la tragedia de Frank, lo que lo llevó a la cárcel en primer lugar —un homicidio brutal, que se le fue de las manos—, tuvimos que trabajar muy de cerca para que funcionara. Hacer eso fue una experiencia tan arrolladora emocionalmente hablando, que al principio pensé que no quería ver la película. Y eso que en general no me cuesta verme en pantalla. Pero Jason me convenció y creo que es un estupendo trabajo por parte de todos.



¿Aprendiste cosas nuevas de ti durante el rodaje?
¡Sí, por supuesto! Siempre aprendes algo nuevo. En este caso, aprendí, por ejemplo, a hornear. Frank es un veterano de Vietnam, pero también sabe hornear pan. Así que durante el rodaje, aun en mis ratos libres, horneaba pasteles. Fue algo curioso, porque nunca antes lo había hecho y quise aprender a hacerlo bien. Creo que les gustó (al staff de producción) porque probaban mis experimentos y no recibí queja (risas)... No, ya en serio, con un personaje como Frank siempre aprendes algo de ti mismo. La interpretación se convierte en algo revelador.

Trabajas constantemente y has tenido grandes proyectos con los hermanos Coen, Oliver Stone, Woody Allen... ¿Dirías que es tu mejor momento profesional?
Yo estoy contento con poder trabajar, y si las películas ahora son mejores, me alegro. Durante años fui un actor de segunda, esa es la verdad. Antes me limitaba a rodar lo que podía para alimentar a mis dos hijos y pagar la hipoteca. Sin embargo, ahora comparto créditos en esta película con Kate Winslet, que es una de las mejores actrices en el mundo y escriben mi nombre en el cartel con el mismo tamaño. Hace unos meses me llamó Paul Thomas Anderson para ofrecerme un papel en su nueva película (Inherent Vice, la primera adaptación al cine de una novela de Thomas Pynchon) y cuando hablamos por teléfono, te lo juro, me pareció absurdo. Al colgar, me pregunté: ¿Cuándo me convertí en un actor importante? No sé cuánto dure, pero estoy muy contento.

¿Dirías que lo has logrado al interpretar ahora roles menos estereotipados que antes?
Como te decía antes, me sorprende que me los ofrezcan. Si dejé la actuación durante un par de años, y me dediqué a los negocios, fue por frustración: solo podía hacer tv, que por entonces no era tan buena como ahora. Por mi físico, de joven me encasillaron en papeles de jugador de futbol americano, cuando yo no he jugado nunca a ese deporte. Luego empezaron a llegar los papeles de malo… de antihéroe, como los llamabas, y una cosa llevó a la otra. Una de las cosas que más me interesa, más allá de mi trabajo, es la psicología y la exploración de uno mismo. Al actuar creo que prefiero ponerme en una posición vulnerable porque en eso consiste este oficio. Es un arte que nunca consigues dominar del todo, supongo que por eso me hace feliz, y ahora sí que no me imagino haciendo ninguna otra cosa.