9 jul 2014

Charlotte Gainsbourg: Ser ninfómana es una compulsión autodestructiva

Miguel Cane.



Hija del legendario compositor y showman Serge Gainsbourg y la célebre actriz, cantante y modelo, Jane Birkin, a los 12 años Charlotte Gainsbourg (Londres, 1971) hizo su debut, antes de ser actriz, cantando a dúo con su padre “Lemon incest”. Y en 1986 lanzó su primer álbum Charlotte for ever. Muchos pensaron que era solo una ocurrencia y que con el tiempo se disiparía; pero con su trabajo de actriz en filmes como 21 gramos, I’m not there, Lemming, La ciencia del sueño y Anticristo, y varios discos aclamados por el público y la crítica, ha demostrado que es mucho más que solo heredera de un linaje. Repitió con Lars von Trier en Melancolía, y ahora es la protagonista de su filme más polémico: Ninfomanía, cuyo estreno se dividió en dos partes, y en la que encarna a Joe, una mujer que en el sexo anónimo y desenfrenado encuentra la razón de su existir.



¿Por qué volver a trabajar con Lars?
No pude decir que no de ninguna manera. Habíamos comenzado a hablar de colaborar en este proyecto durante el rodaje de Melancolía. Lars me dijo que había un personaje para mí en su siguiente proyecto, siempre y cuando yo lo quisiera. Me advirtió que sería la experiencia más intensa en mi vida como actriz. Yo acepté. Con él sabes que lo que te espera no va a ser en absoluto como te imaginas, y esta vez no fue la excepción.

¿Cómo describirías la relación con él después de tres filmes?
Ahora hay más complicidad, pero básicamente cada proyecto que he hecho con él es tan diferente que exige respuestas distintas. De todas formas, Lars es un misterio para mí. Creo que eso es lo mejor de trabajar con él; es completamente impredecible. Podría decir que él me conoce a mí mucho mejor de lo que yo le conozco a él. Creo incluso que me conoce mejor que yo misma. Y lo digo sin temor a equivocarme.



¿Cómo describirías a Joe, tu personaje?
Joe es una mujer muy compleja, con una vida llena de contrastes, de soledad y de deseos. Con la familia que tiene —un padre irresponsable, una madre afectada por esto— no sabe cómo ser “normal”, hace lo que puede con lo que tiene, no hay un control sobre sus impulsos, pero no conoce otra forma de vivir. Creo que todos hemos conocido a alguien así, que reacciona de esa manera bajo presión, incluso escabulléndose de la realidad para evadir el terror y el caos que la consumen. No tiene realmente nada de mí, pero siento que aprendí mucho de ella.



Lars es exigente ¿Fue especialmente difícil hacer una película así?
Lo duro y complicado no es hacer escenas de sexo o actuar desnuda. Lo realmente exigente es trabajar constantemente con tus emociones. En este sentido no difiere mucho de otras películas que he hecho con él. El sufrimiento es casi palpable, algo físico, pero esto es lo que me gusta y lo que hace diferente actuar para él. Lo que aprendí en este rodaje es que ser una ninfómana es fundamentalmente un sufrimiento. Lo que no sabía es que este apetito por el sexo no tiene nada que ver con el placer. Es básicamente una compulsión autodestructiva. Así pasa con Joe: esta compulsión la domina. Ella piensa que los demás son débiles, y resulta ser que la que finalmente se asume como víctima de sus obsesiones es ella y no al revés. Entendí perfectamente lo que Lars quería.

¿Hubo algo que te negaras a hacer en este rodaje? ¿Cuál fue la escena más difícil?
Obviamente a hacer sexo real. Sé que mucho se dijo que así iba a ser, pero no es cierto. Todo es actuado. Puedo decirte que lo más difícil para mí fue simular la felación. No sé por qué, no es que sea para tanto, ni que yo sea una mojigata, porque no lo soy, pero resultó incómodo y me sentí realmente mal haciéndolo. Y además, tenía que usar una vagina falsa. Cada mañana alguien de maquillaje, aunque era un hombre encantador, me hurgaba y me metía esa cosa dentro. No era nada bonito, deja decirte. No podía mear durante horas. Y cuando creía que lo peor había acabado, empezamos a rodar la parte de los monólogos y eso fue agotador.

Lars se refirió a la película como pornográfica. ¿Estás de acuerdo con esa noción?
¿Qué?, ¿porno? (risas) Para nada. En absoluto. Es más, todos los que vayan al cine pensando que van a ver algo así siento decirles que se van a llevar una pequeña decepción (risas).

¿Cómo te sentiste al final del rodaje?
Extrañamente me sentí muy bien. Como exorcizada de los miedos con los que había trabajado antes. Fue un reto interesante y muy intenso y acabé satisfecha. Luego pensé, bueno, ya no tengo que volver a hacer algo como esto. Ya lo hice. No me quedé con las ganas.

¿Sientes que afecta a la película ser exhibida en dos partes?
Supongo que es el modo más adecuado que encontraron los productores para poder exhibir la película. En realidad es más una decisión comercial que una orden de la censura. Son requisitos a los que hay que atenerse. Personalmente prefiero la película como una sola dosis, del modo en que la imaginó Lars, pero no tengo objeciones a que se proyecte de este modo. Lo importante es que el público la vea. La experimente. Y que la película también encuentre a su público.

¿El sexo explícito de esta cinta rompe algún límite preestablecido?
No lo sé. Espero. Aunque ya existían cintas de sexo explícito antes, que tuvieron exhibición comercial. Emmanuelle, El portero de noche, Hiroshima mon amour, El imperio de los sentidos, El último tango en París… y eso fue hace qué, ¿40 años o más? Ahora, de repente, ha surgido una especie de nuevo puritanismo, de conservadurismo en algunos países. Quizá estemos derribando algunas barreras de hipocresía. Pero el hecho de que hasta en Francia se haya discutido por el contenido del tráiler y se exhiba con restricciones, quiere decir que todavía hay mucho camino por recorrer. La dureza de la censura francesa, si te digo la verdad, me ha sorprendido. ¿En qué momento nos volvimos un país tan gazmoño? No lo entiendo.

¿La polémica es parte consustancial de la película o solo un truco?
Creo que es parte esencial de todo. Incluso, más que de la película, del propio Lars. Él es así. Polémico. Provocador. Mi personaje es, de alguna manera, un reflejo del propio director. Yo en la película soy tan cínica como lo es él. Pero de un modo alegórico, sin límites.

¿Por qué ser actriz y cantante y no cualquier otra cosa?
Empecé de muy joven, hice mi primera película a los 12 años. Creí que eso era todo, pero después me pidieron hacer otra película, y otra. Con el tiempo vi que me gustaba mucho. Al principio, estar en un rodaje era como vacaciones; después llegó el placer de actuar. Nunca viví ese momento en que toda persona se pregunta qué hacer con su vida. Conozco muchos actores que han luchado encarnizadamente para conseguir su primer papel y me sentí poco profesional mucho tiempo. La verdad, todavía siento, algunas veces, que no soy una actriz de verdad ni una cantante de verdad... pero lo llevo bien, soy feliz con la idea de aprender de todo lo que hago, aunque sea un poco.