Miguel Cane.
La frescura, franqueza y amabilidad de Marion Cotillard (París, 1975) definitivamente contrasta con lo que uno espera de la mayor parte de las estrellas a la hora de hablar con la prensa. La actriz obtuvo un Oscar por su sorprendente trabajo encarnando a Edith Piaf en La vie en rose, mas sigue siendo una persona centrada y sencilla.
Su papel en Inception como la esposa del personaje interpretado por Leonardo DiCaprio, la llevó a un público masivo e internacional, después de roles secundarios en películas como El gran pez, de Tim Burton; Un buen año, de Ridley Scott, y Enemigos públicos, al lado de Johnny Depp.
De pronto, la joven de cabellera castaña y deslumbrante sonrisa se vio muy solicitada en ambos lados del Atlántico; así hizo la feroz Metal y hueso, y apareció como villana en el último filme de Batman dirigido por Christopher Nolan. David Lynch la eligió para protagonizar un inquietante cortometraje filmado en Shanghái, para la casa de modas Dior, en donde interpreta (como es habitual en el universo de Lynch) a una mujer en problemas.
Ahora, encabeza junto a Joaquin Phoenix el elenco de Sueños de libertad (The Immigrant), el más reciente filme de James Gray, en el cual interpreta a Ewa, una joven polaca que en busca del sueño americano emigra a Nueva York en 1923, tan solo para caer en manos de Bruno, un tipo sin escrúpulos que la explota.
¿Cómo te sentiste al saber que James Gray te quería para esta película?
Feliz. Es una película increíble. Yo nunca haría una película (la dirigiera quien la dirigiera) si no me gustara el guión, y ésta ha sido la oportunidad de trabajar con un director con un talento desbordante. James Gray es uno de los directores que más admiro y era imposible negarse a trabajar con él. El proyecto me llamó mucho desde un principio y estoy encantada con el resultado. Creo que es una gran película.
¿Cómo te internaste en la creación de tu personaje?
Ewa es una mujer buena, generosa, con una fe inquebrantable y llena de amor, en un aspecto. En otro, es la inmigrante, la que debe sobrevivir a cualquier costo en un mundo hostil, que en este caso es la ciudad de Nueva York en los años veinte, y se ve obligada por el hombre que ama a prostituirse. Eso me gustó mucho. Hay una ambigüedad que prevalece en toda la película y eso es muy difícil de lograr. Ewa está —estuvo, al menos— enamorada de Bruno Weiss (Joaquin Phoenix) y él de ella, por eso plasmar la relación entre ambos no es nada fácil. James es un perfeccionista absoluto y eso me gusta de los directores con los que trabajo. La primera vez que me dio el guión lo leímos durante tres días seguidos en los que casi no dormí. Después del tercer día volví en la noche a mi hotel y encontré una carta en la que me contaba las anécdotas de su familia y de otras personas que lo habían inspirado y que pensaba que me podría servir. Eso me ayudó muchísimo para poder crear el personaje.
James Gray tiene fama de ser un director exigente durante sus rodajes, ¿cómo fue la experiencia en un filme de época?
Uno no se aparta de un gran director, al contrario, se entrega a él. Y yo siempre quise trabajar con James sin pensar que era posible. Había visto Two Lovers y We own the night y pensaba, “qué sensibilidad, qué manera de plasmar emociones y también violencia. Entonces lo conocí en un festival y nos hicimos amigos. Algo raro que pasa cuando te conviertes en amigo de alguien con quien querías trabajar, es que sin que desaparezca ese deseo la perspectiva cambia. Fue una sorpresa cuando él me preguntó si quería ser parte de su película; eso me sorprendió mucho, mucho. James es muy observador y para hacer esta película hizo un gran trabajo de investigación, esta es en parte la historia de su familia, que llegó a Estados Unidos en los años veinte de Europa. Es un trabajo al que imprime mucho amor y cuando trabaja, dedica el mismo tiempo y atención a todos los detalles. Es un director que te hace colaborar, que no te ve solo como un instrumento.
¿Y Joaquin Phoenix? ¿Cómo resultó de compañero?
Joaquin es un actor auténtico que nunca cambia, esté con quien esté. Cuando trabajas a su lado te das cuenta de que tiene algo original que lo hace especial; aunque no sabría explicar bien lo que es; su instinto es como el instinto de un animal. Tiene una pureza. Hemos perdido ese instinto animal que teníamos. Usamos un porcentaje muy pequeño de nuestros instintos y él lo utiliza totalmente; por ese motivo nos encontramos ante una película tan extraordinaria que es mucho más que una historia de amor o tragedia. Es decir, se trata de ambas cosas. Pero también e una historia sobre los conflictos reales de estos personajes y eso lo hace todo más fascinante. Trabajar con Joaquin, como con Jeremy Renner, que interpreta a Emil, el otro interés romántico de Ewa, ha sido maravilloso para mí. Trato de nutrirme de cada una de las interpretaciones de mis colegas, porque todas ellas me aportan algo que tal vez me sea útil en el futuro, o simplemente que me alimentan como espectadora.
¿Eres capaz de abandonar a los personajes que interpretas en el set y llevar una vida normal?
Sé que hay actores que son capaces de estar dentro de su personaje durante el rodaje, pero yo no, creo que sinceramente me volvería loca. Sin embargo, hay momentos en que si la escena lo requiere, no soy capaz de abandonar el rol hasta que hemos terminado de rodarla, no importan las tomas. Algo así me pasó durante la secuencia de la confrontación entre Ewa y Bruno, su amante (Phoenix) que tardamos un tiempo en lograr, porque me costó llegar al punto que James y yo queríamos, así que permanecí bastante tiempo en el personaje hasta que terminamos de rodar la toma perfecta. Fue agotador, pero valió la pena.
¿Tienes algún criterio específico a la hora de elegir roles? ¿Usas ese instinto del que hablabas?
Creo que sí, es algo instintivo. Exceptuando las pornográficas, me gustan todo tipo de películas. Crecí viéndolo todo: clásicos de Hollywood, musicales, ciencia ficción, horror, cine de autor. Estoy abierta a todas las propuestas que vengan a mí. Por ejemplo, ahora voy a ser Lady Macbeth (al lado de Michael Fassbender) y aunque era un personaje que siempre supe que quería interpretar, no pensé que fuera a ser en cine, y en inglés. Pero llegó la oportunidad y dije, “¡claro que lo hago!”. Tal vez es un poco una locura, pero lo que necesito es sentir el deseo de hacer el personaje. Si cuando leo el guión siento que se me acelera el pulso, es porque ya estoy metida en el papel. Siento como si explotaran fuegos artificiales dentro de mí. Eso es lo que me pasa con los proyectos que hago. Si no hay pasión, no puedo hacerlo.