3 jun 2009

Call of Duty, de Lynn "Buck" Compton y Marcus Brotherton

Jacobo Bautista




El asunto con la vida de ‘Buck’ Compton es que ha sido maravillosa. Tiene mil anécdotas que contar y tuvo que elegir unas decenas solamente para armar un libro de lo que ha sido su vida, claro, nadie fuera de su círculo de conocidos habría sabido si no fuera por los tres años que pasó en el ejército.

Compton saltó a la fama como uno de los soldados –más bien sargento- que peleó la Segunda Guerra Mundial dentro de la Compañía E de la 506 División Aerostransportada, cuya historia fue relatada primero por Stephen Ambrose y luego hecha una miniserie para televisión, producida para HBO por Tom Hanks y Steven Spielberg.

Buck no sale en toda la serie de tv, se integra al final del primer capítulo y desaparece faltando tres o cuatro capítulos, cuando ya no puede resistir la tensión del combate (dos de sus mejores amigos pierden una pierna cada uno en la Batalla de las Ardenas y Compton, cuenta su capitán Dick Winters en su libro, “simplemente caminó retirándose de la línea de combate”).

Todos los que conocían a Buck entonces le comenzaron a preguntar sobre su estado mental, porque en la serie casi casi dicen que se volvió loco o que al menos quedó traumado. Y pues no, en parte por eso fue que decidió escribir sus memorias… pero Compton le dedica a la guerra menos de un tercio del libro.

Yo compré el libro junto con el de Don Malarkey (amigo de Buck, también de la Compañía E), precisamente por el asunto de la guerra, porque estoy muy clavado con el tema y me topé con una serie de aventuras sin igual.

Resulta que Lynn Compton creció en Los Ángeles y pronto averiguó que el nombre Lynn para un niño como que no va bonito, así que un buen día en la primaria decidió que todos lo llamaran ‘Buck’… y Buck, para ayudar con los gastos en su casa, se enrolaba como extra en algunas películas que se filmaban en Hollywood y titula a uno de sus primeros capítulos ‘Mi carrera cinematográfica’… donde llegó a ser dirigido por nada más ni nada menos que Charles Chaplin, quien lo corrió del set de Tiempos Modernos, por lo cual Compton le dedica unas cuantas líneas a Chaplin, donde lo menos que le dice es que es un desgraciado malagradecido y patán.

La graciosa vida de un chaval en medio de la depresión fue de repente interrumpida cuando una tarde llegó a su casa, donde estaba la policía… entre quienes pasó para encontrar un recado en la mesa de la cocina que decía “no vayan al garaje”… su papá se había suicidado dirigiendo los gases del escape de su coche hacia el interior del auto donde se sentó a esperar su muerte. La descripción que hace Buck se su papá es muy muy cruda… en una de las fotos que publica en el libro está posando alegremente con él, pero no dejó de señalar que ya era tarde, que tenía un buen rato que había llegado de trabajar, estaban en el patio y el señor seguía con la corbata bien puesta, el último botón de la camisa bien puesto…

Tratando de reponerse de esto, Buck se enfocó en los deportes… su carrera deportiva iba viento en popa, consiguió una beca jugando futbol americano, donde llegó incluso a jugar en el famoso Tazón de la Naranja, también jugó beisbol donde al parecer se sentía más cómodo jugando como cátcher. Cuando habla de sus compañeros, dice que aquél o este terminaron jugando en las grandes ligas o en la NFL… pero como muchos en su generación, tuvo que interrumpir su vida cuando Japón atacó Pearl Harbour y Estados Unidos entró a la Segunda Guerra Mundial.

Si uno escucha hoy a Buck en su programa de radio –porque tiene un programa de radio- y de repente se suelta a hablar de su amor por Estados Unidos y esas cosas, la verdad es que uno imagina a un viejito de ultraderecha que habla nada más por hablar. Pero cuando él se enroló en el ejército lo pusierno a jugar beisbol, partidos de exhibición de su base contra otras bases militares, contra el equipo de la policía, de los bomberos y así. Estando en el equipo de beisbol era imposible que lo transfirieran a otra parte, a menos que se enlistara como voluntario en los paracaidistas. Buck pudo haber pasado la guerra jugando beisbol como muchas de las estrellas de grandes ligas entonces, pero el tipo se enroló en los paracaidistas, para combatir, con el extra de saltar de un avión sobre los alemanes… eso le da derecho a hablar de muchas cosas en el tono que lo hace…

Buck cuenta la guerra como tres años que pasó por muchas cosas espantosas y que él ahora considera justo precio por vivir en una democracia como la americana. De las acciones que gente como Malarkey, Bill Guarnere y Dick Winters habla tan detalladamente, Buck dice tener un leve recuerdo y que no sabía bien a bien qué era lo que estaba sucediendo… en todo caso se la pasa corrigiendo las ‘licencias literarias’ que se tomaron en la miniserie de HBO y a hacer algún comentario sobre el libro de Dick Winters.

Varias cosas, comenta Buck, simplemente no sucedieron… hay una escena en particular que me encanta de la serie donde está jugando dardos con sus soldados, que dice Compton que tan no sucedió que él jamás ha lanzado dardos en su vida. Y se toma, valientemente, el tiempo para corregir a Dick Winters al decir que él no se alejó caminando del frente de batalla, “lo hice corriendo”.

Y así, Compton termina de contar la guerra…

Lo que uno agradece de este libro es el poder saber de primera mano cómo fue la vida de estos soldados, héroes muchos de ellos, que regresaron a tratar de hacer una vida normal luego de salvar al mundo. Compton trató de jugar beisbol a nivel profesional, pero había perdido ya tres años y la oferta era comenzar en las ligas menores, donde podía pasar otro año o dos… así que con todo el dolor de su corazón decidió aprovechar el dinero que le dio el gobierno por haber combatido (conocido como el GI Bill) y estudiar leyes en la universidad.

Y a la par que estudiaba leyes, se enroló en la policía… no llegó a usar uniforme sino que lo hicieron de inmediato detective y contrario a lo que uno esperaría, en su vida las anécdotas que más cuenta son aquellas de su vida como detective –en una época más inocente donde no se disparaba tanto y los delincuentes trataban de huir o confrontaban a la policía con los puños.

Buck siguió jugando beisbol toda su vida, incluso como policía… y en vida, como dije antes, la guerra sólo fue una interrupción. Otra de las grandes historias de Buck es que, al graduarse de la Facultad de Derecho se convirtió en Fiscal y como Fiscal le tocó llevar el caso de Sirhan Sirhan, que quizá no lo recuerden, pero fue el tipo que asesinó a Robert Kennedy cuando el hermano menor de JFK estaba en plena carrera por la candidatura a la presidencia de Estados Unidos.

Con un matrimonio frustrado, con un papá que se suicidó en su adolescencia, no pudiendo sostener a su mamá (es hijo único), viviendo en un pequeño departamento con ella, habiendo pasado miserias durante la guerra… Buck llegó a ser juez en California (quizá el único policía que ha llegado a ser juez)… y ahora está retirado y en parte por eso se pudo dedicar a hacer este libro que es como la historia de la vida de ‘cualquier’ abuelito… o contada por uno, con sinceridad, de forma dura donde era necesario y con candidez en otras… pero siempre con ese tono de viejito republicano de ultra derecha, que, aunque me cueste decirlo porque el tipo me cae muy bien, se ha ganado.

Call of Duty
Escrito por Lynn ‘Buck’ Compton y Marcus Brotherton
Prólogo por John McCain
Publicado por Penguin Group
ISBN-13: 9780425219706

Nedstat Basic - Web site estadísticas gratuito El contador para sitios web particulares