24 feb 2011

Annette Bening, Reina sin corona

Es una de las grandes actrices de su generación, madre de familia y – aunque no ganara un Oscar, una de las estrellas de Los niños están bien, de lo mejor de 2010.

Miguel Cane




En Hollywood, Annette Bening (Topeka, Kansas, 1958) es una figura de respeto. Su versátil trabajo histriónico ha dejado huella, lo mismo como la inmoral Marquesa de Merteuil (en Valmont, al lado de Colin Firth), la esposa devota de un amnésico (en Regarding Henry), la amante de un mafioso en Bugsy, un ama de casa neurótica, en American Beauty o como una médium que trata de resolver el asesinato de su hija – en Sueños de un asesino, de Neil Jordan. Ha sido nominada al Oscar en cuatro ocasiones, aunque no lo ha ganado nunca: esto no la amilana, compagina su vida como madre de familia – es famosa también como la mujer que domó a Warren Beatty y le hizo sentar cabeza – y su participación en filmes selectos, como Los niños están bien, de Lisa Cholodenko, por el que fue candidata a un Oscar y ha recibido excelentes críticas.




Eres muy selectiva con tus películas. ¿A qué crees que se deba?
Bueno, cuando voy al cine o al teatro, cuando me siento a leer un libro, quiero emocionarme. Es lo que yo creo que todos esperamos conseguir. Quiero que la gente tenga ese momento, como una experiencia extracorporal que te envuelve. Amo esta película por eso.. Trabajamos con la intimidad, en una forma muy extraña, especialmente en cine. Nos involucramos con la vida de cierta gente de la forma que solo el cine puede lograrlo. Cuando imagino una película, cuando leo un guión, me olvido de todo, me olvido de la cámara, aunque haya diez o veinte personas en la misma habitación. Y eso es lo que trato de lograr con el público. Eso es lo que hago, algo muy personal.




Julianne Moore y tú encarnan a una pareja que encabeza una familia poco convencional. ¿Cómo establecieron su dinámica?
Trabajar con Julianne es maravilloso. Es profundamente enriquecedor. También lo es trabajar con Lisa Cholodenko. Ella nos eligió porque somos madres, así que tomamos mucho de nuestra experiencia como madres – tratar de guiar a nuestros hijos por el mejor sendero, escucharlos, reirnos, regañarlos, ganarnos su confianza... -- para crear estos personajes sin que fueran caricaturas o estereotipos. Fue muy nutritivo para mi poder asomarme a esas posibilidades. ¡Y muy divertido! Sobre todo, porque sentí mucha confianza. Yo me pongo muy nerviosa al rodar. El primer día de filmación soy un manojo de nervios.




¿De verdad te pones nerviosa? No se nota nada.
¡¿Cómo no te das una idea?! Siempre me siento insegura en el trabajo. Cuando empezaba, en las primeras películas que hice con Mike Nichols, me ponía demasiado nerviosa y Harrison Ford era la gran estrella. Para ese entonces, yo había hecho otras cintas, pero seguía sintiéndome una principiante. Y a medida que pasa el tiempo, sigo sintiéndome igual, porque con la actuación en cine no importa que yo sepa lo que tengo que hacer, no importa estar lista. Siempre trato de sorprender, trato de buscar lo inesperado. Y de ahí vienen los nervios, pero se aprende a vivir así. Siempre hay que seguir adelante. Ya había trabajado con Milos Forman, en Valmont, y él me enseñó sobre ese estilo de actuación. Para cuando llegó Los Estafadores, tuve momentos donde aprendí a amar la cámara. Especialmente ahora, que todavía hago teatro. Aprecio la cámara que está ahí al lado, sin tener que trabajar para que me escuchen, porque la atención llega a mí. Es como si tuviera que invitarla, en vez de buscarla.




En otras ocasiones has hablado en contra del botox y las cirugías plásticas. ¿Consideras que una actriz debe envejecer con gracia más que buscar preservar su atractivo?
Cada quien es dueña de su cara y puede hacer con ella lo que le da la gana. Personalmente yo no pienso ir por la vida con una careta. Esa no soy yo. ¿Has visto esas fotos en las que modifican el aspecto? ¡Todo es subjetivo! Si basas tu trabajo en una imagen, estás supeditada a ella. Yo no. Yo sólo quería ser actriz de teatro. Yo nunca imaginé que podía ser una actriz de cine, no era lo que ambicionaba. Todo llegó de sorpresa. Yo no hice ninguna película hasta que tuve casi 30 años. Ahora tengo cincuenta y tres y no me importa que se note la edad que tengo. Me gusta cómo me veo.

La fama cambia con el tiempo. ¿Piensas que las grandes estrellas de Hollywood de otras épocas sobrevivirían hoy a los embates de los paparazzi?
No lo sé. Supongo que tenían otro temple. También encaraban lo suyo con la prensa amarilla; siempre es algo muy duro. Verás, cuando recién empecé a salir con mi esposo o cuando estaba embarazada, los paparazzi nos perseguían. A veces los fotógrafos se vuelven increíblemente entrometidos. Ahora es más fácil, porque no nos persiguen tanto, y hoy ya sé cuándo me van a sacar una foto, me piden permiso, sonrío y ya. Son respetuosos de mis hijos y eso lo agradezco. Por eso, no es tan traumático. Pero debe ser una pesadilla para quienes están de moda y los persiguen todo el tiempo. No los envidio.

¿Dirías que cumpliste todas las metas que te propusiste cuando eras una chica de Kansas?
Siento que tengo mucha suerte – se rie --. De verdad, yo sólo quería ser actriz de teatro, nada más. Y pude lograrlo enseguida, cuando recién empezaba. Mi sueño era subirme arriba de un escenario. La única actriz de cine que idolatraba era Julie Andrews, porque la había visto en La Novicia Rebelde. Y yo tampoco iba demasiado al cine. Me había enamorado del teatro al ver una obra de Shakespeare. Durante mucho tiempo, sentí que era una actriz de teatro que pretendía ser una actriz de cine. No me sentía cómoda en un estudio. Sonaba raro estar tan cerca de la cámara, hablando tan despacio. Y ahora lo amo, me encanta trabajar delante de una cámara. Mi cuñada (la legendaria Shirley MacLaine) tiene un dicho personal que a mí me gusta mucho: “al final, esta es una profesión siempre muy dura, pero la satisfacción que te da de vez en cuando, es tan grande que lo compensa todo” Y lo creo.



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127 Horas / 127 Hours, de Danny Boyle

Horas desesperadas

Miguel Cane



Naturalmente, para cualquier persona la historia de Aron Ralston resulta impactante, y casi increible. En el año 2003 se encontraba haciendo rappel por un alejado paraje de Utah, cuando su antebrazo derecho quedó atrapado bajo un enorme bloque de piedra. Estuvo así durante casi cinco días. Hasta que se dio cuenta de que en el lugar en el que se encontraba no sería rescatado y tomo una decisión brutal para intentar salvar su vida.




Como vemos tras el argumento, se presenta con una historia sencilla, y de la cual además si alguno sigue ya conocemos el final. Así pues Danny Boyle, que no le hace ascos a ningún reto, realizó una tarea de licencia creativa como pocas veces se ha visto. Lo que para algunos apenas daría para un cortometraje, Boyle lo extiende -- tal vez demasiado en las escenas cruciales, que son de desgarradora violencia visual. Eso, como siempre, queda a gusto del consumidor. Por lo que éstase trata de una película que se ama o se odia.



Naturalmente, quien carga con el peso de todo es James Franco, que por fin acaba de dar el estirón y en un soberbio trabajo realizado para mostrar las horas de sufrimiento que Aron Ralston padeció hasta ser rescatado. 127 horas de desesperación, pasando frío y hambre, gritando pidiendo ayuda y haciendo lo imposible para poder salir de ahí con vida. Pese a lo reducido del escenario, Boyle no pierde su habitual dinamismo a la hora de rodar. Los malabarismos con la cámara son constantes en el transcurso de la película, sacándose además varios ases de la manga para que el desarrollo de la historia no sea monótono ni se haga pesado sino todo lo contrario, resulte sumamente entretenido y visualmente muy ágil.




También se cambia constantemente el ángulo de la cámara para poder observar la escena desde diferentes perspectivas del entorno que rodea a Ralston, de lo reducido e incómodo que es el espacio en el que se encuentra trabado, de lo engorrosos y asfixiantes que resultan los pocos metros de los que dispone para su movilidad. Se puede comparar esta cinta con la española Buried / Sepultado / Enterrado, de Rodrigo Cortés. Lo cierto es que ambos directores utilizan los mecanismos de los que disponen, teniendo en cuenta lo limitado del escenario y la soledad del protagonista. Boyle no necesita explicar demasiados detalles para entrar no sólo en la piel de Ralston sino también en su cabeza; plasma en pantalla sus pensamientos y sensaciones (cuando tiene sed, por ejemplo) que sacuden al espectador.

Con todo, Boyle convierte a 127 horas en un relato enérgico y esperanzador sobre la naturaleza humana y sobre la vida misma. Pese a la terrible situación que vivió Ralston, éste jamás dejó de hacer lo que más le gustaba e incluso volvió al cañón en el que pasó esas desesperadas horas. El destino puso una piedra en su camino y tropezó, pero volvió a levantarse.

127 Horas/127 Hours
con James Franco, Amber Tamblyn, Kate Mara, Lizzy Caplan y Clèmence Poesy.
Dirige Danny Boyle
Estados Unidos-Gran Bretaña-Alemania-Francia 2010



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Los Oscares 2011: de Reyes, Cisnes, Cowboys y Geeks

La 83ª entrega de los Premios de la Academia tiene algo para todos

Miguel Cane




Después de varios años – desde que Billy Crystal dejó de fungir como maestro de ceremonias,– la ceremonia de entrega de los Oscares, la fiesta más glamorosa de Hollywood por antonomasia, no había logrado levantar cabeza; si ustedes recuerdan la ceremonia del año pasado con Steve Martin y Alec Baldwin, saben que se trató de un acto más bien aburrido, sin mucho brillo. Por lo mismo, y también teniendo en mente que el mercado a captar es el juvenil, los productores del show, Bruce Cohen y Don Mischer, se aseguraron de que la gala de este año tuviera una apariencia completamente nueva y dinámica, convocando como conductores principales a dos actores cuyos nombres suscitaron sorpresa en el medio: la hermosa Anne Hathaway – nominada en 2009 por su demoledora interpretación en La Boda de Rachel – y James Franco, que está nominado por 127 horas, de Danny Boyle.




La Academia quiere rejuvenecer
La idea detrás de convocar a estos dos, es la clara muestra de un – posiblemente desesperado, afirman algunos medios como The Hollywood Reporter– deseo de acercar esta ceremonia en su transmisión vía satélite a distintas cadenas internacionales, a un público más joven (los que marcan tendencia en taquilla y finalmente deciden el tabulario de producciones en los estudios, lo que explica que básicamente el 90% de la producción cinematográfica estadounidense, que llega a todo el mundo, esté dirigida a un público consumista con un nivel de exigencia muy bajo: películas de acción con espectaculares efectos, humor pueril y sin profundidad). Si bien es cierto que a la Academia le urge cerrar la brecha generacional – lo cual se advierte en la naturaleza de las dos cintas favoritas para obtener la estatuilla a la mejor película del año: la formal, elegante y optimista El Discurso del Rey, de Tom Hooper y La Red Social, ecléctica, posmoderna (y bastante misógina) cinta de David Fincher. Cada una tiene sus ardorosos frentes de defensa, y el que alguna gane será muy simbólico: por una parte puede ser el triunfo de la vieja guardia, que se ha anquilosado premiando biopics, cintas históricas, grandes espectáculas e historias de interés humano, opuesto a una cinta que es joven, con elenco igualmente juvenil y un lenguaje narrativo más directo, algo más cercano a la sensibilidad hipster de la nueva ola de cineastas y aficionados.




Esta es la primera vez en la historia de los Oscar que un dúo compuesto por un hombre y una mujer amenizará toda la ceremonia. En el pasado, algunas actrices – como Lucille Ball, Joan Crawford, o Whoopi Goldberg – han formado parte del equipo de maestros de ceremonias, y también había habido parejas, pero sólo como parte de una teletransmisión desde otra ciudad como Nueva York. Esta es la primera vez que una pareja actuará en vivo y en directo durante toda la ceremonia. La otra innovación importante es que los productores han desistido del escenario tradicional y ahora realizarán una serie de escenarios de realidades virtuales a través de proyecciones. El objetivo de este cambio es que los anfitriones transporten a la audiencia en un viaje por la historia de Hollywood a través de seis escenografías diferentes. Según explicó Cohen, “La esperanza es que podamos salir del (teatro) Kodak en 2011, no literal sino metafóricamente hablando, y llevarnos a la audiencia con nosotroshacia el siglo XXI".




¡Y también música!
Uno de los elementos que volverán a retomar los organizadores del evento este año es la presentación individual de las canciones nominadas. Randy Newman interpretará We Belong Together de la cinta de Toy Story 3. Mandy Moore y Zachary Levi realizarán un dueto con la canción de Enredados: I See the Light, mientras que la versátil Gwyneth Paltrow cantará el tema country Coming Home que compuso para la cinta Country Strong – en la que interpreta a una cantante–. Y como Dido, nominada por If I Rise de 127 Horas, no estará disponible, se invitó a la rockera Florence Welch para que interprete el tema.

Por otra parte, los productores decidieron incluir al coro de la escuela primaria 22, de Staten Island, Nueva York, para interpretar el memorable tema Over the Rainbow, que se hizo legendario en la voz de Judy Garland en El Mago de Oz.




Pero eso no lo es todo; en el afán de darle un toque más 'personal' a la ceremonia, se ha invitado este año a nueve madres de los nominados y una abuela (la de Franco), que seguirán la ceremonia a través de Twitter desde donde harán comentarios. Obviamente, no hay que esperar a que las orgullosas progenitoras sean imparciales en sus comentarios sobre sus retoños, lo cual seguro generará algo de polémica en la red social. Además, Cohen y Mischer descartaron para este año el uso de testimonios de un grupo de cinco presentadores, algo que se introdujo hace dos años. Todo pinta a que será un ceremonia rápida y dinámica, lo cuál, francamente, es de agradecer.

¿Qué será lo que quiere “El Negro”?
El que Alejandro “El Negro” Gonzalez Iñárritu esté nominado este año con Biutiful, el melodrama con tintes sobrenaturales que filmó con Javier Bardem (nominado a mejor actor) en Barcelona, ha puesto la atención nacional en el evento, tanto por la perenne ilusión de teñir los colores patrios de gloria en este ramo (algo que no sucedió con la clásica Macario ni con Y tu mamá también, que sólo sirvió para lanzar a los charolastras al mundo hace una década, con Gael apareciendo en la ceremonia de 2002 para presentar a Caetano Veloso y hacer politiquería al micrófono, como ya se sabe) como por el descontento que suscitó en algunos círculos que ésta fuera la cinta seleccionada por la Academia Mexicana para representar a México en los Oscar, violando (o bien, flexionando) sus propias reglas, algo que sentó bastante mal y que no se justificó claramente en ningún momento.

De obtener el Oscar, González Iñárritu saldará la deuda que tiene con él Hollywood desde aquél febril 2007 cuando los tres directores mexicanos (Cuarón, del Toro y éste) salieron con las manos vacías después de tanta algarabía. Sin embargo, no lo tiene tan fácil, ya que su principal competidora, Kynodontas, de Grecia, ha arrasado en el circuito de festivales.

Tribulaciones de la realeza, familias con madres lesbianas, delirios oníricos, cowboys con el corazón de oro, universitarios codiciosos y resentidos, boxeadores, narcotraficantes y ballerinas neurasténicas con problemas de identidad, son algunas de las cosas que ofrece el Oscar. Un cuadro más variopinto que en otros años, por lo que el interés no decae, aunque si quiere sobrevivir para el nuevo siglo, esta ceremonia necesita esta renovación – que no sabemos si funcione– con urgencia.



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13 feb 2011

El discurso de Colin Firth

Este actor inglés ha cultivado una sólida carrera y ahora, por El Discurso del Rey, es el favorito en la competitiva carrera por el Oscar

Miguel Cane


Colin Firth in Universal Pictures' Bridget Jones: The Edge of Reason


En casi treinta años de carrera, Colin Firth (Londres, 1960) ha interpretado diversos roles en más de cincuenta filmes – entre ellos la multipremiada Valmont, y las dos cintas basadas en El Diario de Bridget Jones- y alcanzó por primera vez la fama internacional al encarnar a Mr. Darcy en la célebre adaptación que hizo la BBC a la clásica novela de Jane Austen Orgullo y Prejuicio en 1995, una miniserie que literalmente paralizó el tráfico en la capital británica al transmitirse su último capítulo (sin importar que la novela en que se basaba fuera una de las más leídas de la historia y que su desenlace fuera del dominio público). Desde entonces hasta ahora, Firth ha visto su popularidad multiplicarse de manera geométrica, algo que parece no afectarle demasiado: “Desde hace muchos años vivo en Roma y ahí puedo caminar tranquilamente por la calle sin que nadie se percate de quién soy. Supongo que tiene que ver con que hago una vida perfectamente normal, sin nada espectacular… ser actor no tiene nada qué ver con ser una celebridad."


Colin Firth at the New York premiere of ThinkFilm's  Then She Found Me



Ser un actor versátil, le ha servido a Firth para verse presente en numerosas cintas de los más diversos géneros: desde thrillers hasta melodramas, comedias y musicales (se atrevió con Mamma Mía al lado de Meryl Streep) y el año pasado causó furor como un profesor universitario homosexual y deprimido en Un hombre solo (A single man), el debut como director cinematográfico de Tom Ford, lo cuál le valió su primera nominación al Oscar. Este año repite por su trabajo como el Rey Jorge VI en la aclamada cinta de Tom Hooper El Discurso del Rey, que explora la anécdota de cómo ante la repentina renuncia al trono de su hermano Eduardo VIII (que se convertiría en el Duque de Windsor) para casarse con la enigmática Wallis Simpson, éste tuvo que asumir el trono y superar su tartamudez mediante la ayuda de un logopeda poco ortodoxo (interpretado a su vez por Geoffrey Rush) y el apoyo incondicional de su esposa – la futura Reina Madre del Reino Unido-, que encarna con ternura y generosidad Helena Bonham-Carter.


Colin Firth at the Sundance Film Festival Sky 360 Delta Lounge portraits


Es la primera vez que interpretas a un personaje histórico real... ¿fue más dificil que uno ficticio?
Cuando Tom me contactó, pensé que era una idea que me intrigaba, sobre todo porque no me parezco, en lo absoluto, a Jorge VI... pero lo que él me dijo, lo que me hizo tomarlo aún más en serio, es que eso precisamente era lo que buscaba. No se trataba de hacer una biopic con actores-retrato. Su idea era contar una anécdota histórica con personas, como un testigo en el acto, no como un narrador. Eso me convenció de confiar en él y me puse en sus manos. Por otra parte, este es sin duda, el personaje más difícil que haya representado.

¿A qué supones que se debe esto?
A que es, en efecto, un personaje histórico. Y no puedes abordarlo como te de la gana, porque existió, porque formó parte de un momento muy importante en la historia de Inglaterra y también porque era un ser humano y no era perfecto. Yo soy actor. Se lo que hago. En el caso del Rey, fue un privilegio encarnarlo: es la clase de personaje con el que sueñas toda la vida, pero rara vez tienes oportunidad de interpretar. Cuando hablé con Tom la primera vez, luego de leer el guión, estuvimos de acuerdo que la carga emocional en él era muy difícil. Era básicamente un hombre de familia, que se encuentra de repente, con la carga de ser Rey en un momento álgido de la historia y no quiere, pero debe aceptar. Tener que adentrarte en esa dicotomía, es algo que exige mucho emocionalmente y no sólo a mí. También a Helena, a Geoffrey. Todos los involucrados. George VI, 'Bertie' como lo llamaban en casa... era este hombre que siempre trataba de hacer lo más correcto. Tenía la dificil misión de ser un tipo decente en un mundo muy complicado. Y hacerle justicia a un personaje que es así de complejo no es un trabajo fácil.


Colin Firth Cannes Film Festival American Pavilion



Muchos aseguran que este tipo de filmes se hacen para una temporada específica, para un público más bien elitista y no popular. ¿Tú qué opinas?
Es verdad que no es una película fácil de lanzar, de vender al público. Pero es una historia profundamente humana, llena de aristas, de colores y de sombras. De humor y patetismo. No es sólo una historia sobre aristócratas con tribulaciones. Creo que merece mucho la pena contar esta historia, por que tiene todos los elementos a su favor para llegar la audiencia. No es un melodrama, ni una biopic... de hecho. La cinta no necesita de etiquetas, y creo que eso es lo más importante. Es una historia de interés humano. Así que sí, es un riesgo, pero es uno de esos que valen la pena. Yo le diría al público que se acerque sin juicios preconcebidos a la cinta y se deje envolver. Descubrirían que tiene gratas sorpresas para todos.

Es una actuación que te ha colocado de nuevo en las ternas de los grandes premios...
Sí, bueno, no lo sé. Yo no tomé este rol pensando en si podría resultar en reconocimientos o no. La verdad es que yo no guio mi carrera de ese modo – si fuera asi, supongo que no viviría en Italia, manteniéndome alejado de los reflectores. Lo hice porque quise, porque sentí la imperiosa necesidad de hacerlo y punto. Puedo entender que el ego te haga sentir más poderoso y querer sentir el respeto de los demás. Como actores, todos somos un poco exhibicionistas, pero yo no soy ambicioso. Como actor disfruto con el reconocimiento, pero no me molesto por conseguirlo.

Sin embargo, más allá de los premios, has consolidado treinta años de carrera. No es cosa fácil.
Es verdad y creo que tengo mucha suerte. Comencé con roles secundarios en lugar de los protagonistas porque es más fácil empezar por abajo e ir poco a poco. No importa la fama, si no el poder trabajar siempre. Alec Guinness era así. Hay una gran tradición de actores británicos que han desdeñado la fama, en favor de su oficio. Derek Jacobi, Paul Scofield, John Gielguld. Ellos sentaron un precedente y un ejemplo en mí. Me gusta que ahora, treinta años después estoy trabajando en lo que me gusta. Espero poder hacerlo treinta años más.


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Discurso del Rey, El / The King's Speech, de Tom Hooper

Una historia Real

Miguel Cane



En su aclamada cinta El Discurso del Rey, más allá de la biopic y más cercana al poco explorado género del docudrama – una cinta dramática con un origen estrictamente documental- Tom Hooper aborda con maestría y agilidad narrativa un episodio clave en la historia de Inglaterra que tuvo ramificaciones que duran hasta hoy, en la historia del mundo.



Colin Firth tiene un rol magistral como Albert George, duque de York, hijo tartamudo del rey Jorge V (Michael Gambon) que jamás deseó gobernar y que ante la repentina renuncia de su hermano el rey Eduardo VIII (Guy Pearce) para casarse con la enigmática Wallis Simpson, se vio obligado a acceder al trono. La historia aborda el problema del futuro monarca, pero también la difícil situación personal que la tartamudez le provoca: imposibilitado de hablar en público, el duque se acompleja, se llena de miedos, se siente inferior a un hermano que no es capaz de soportar la presión de ser futuro Rey del Reino Unido y Emperador de la India. Pero, con la ayuda del logopeda australiano Lionel Logue (Geoffrey Rush) logrará superar sus miedos convirtiéndose en el magnifico monarca Jorge VI (1936-1952) tras la abdicación.




Colin Firth recrea sin exageraciones la tartamudez del rey, pero va mucho más allá, refleja con total sinceridad los complejos y miedos que atenazaron a Jorge VI. Con este papel Firth se aleja definitivamente de su imagen de galán cómico para demostrar su temple, tal como hiciera el año pasado en la reveladora cinta de Tom Ford A Single Man (que inexplicablemente nunca se estrenó en México). Lo acompaña un reparto de lujo: Rush da un contrapunto casi cómico al atormentado soberano que hace que la historia corra paralelamente entre el drama y la comedia. Que se enfrenta a los miedos del futuro rey ahondado en su pasado, en su persona. Ambos hombres se contraponen: el rey inglés frente al “médico” australiano de una de las zonas más pobres de Londres.




Pero no sólo de actuaciones vive el cine. La historia, en este caso, es de sobra conocida aunque nunca fue tratada de esta manera. El guión es excepcional, pues detrás del tartamudeo del rey se encuentra su búsqueda de autoridad, pero también el enfrentamiento entre el buen gobernante y el buen orador. Escena clave para entender es el visionado de la coronación por toda la familia, cuando la escena salta a un discurso. Isabel, la actual reina, le pregunta a su padre “¿Qué dice?” a lo que Jorge responde “No lo sé, pero lo dice muy bien”. En esta pequeña escena, casi familiar, se encierra el mayor secreto de la película. El rey Jorge que, en una ocasión se autodefine como Jorge VI el loco tartamudo, frente a Adolf Hitler, la elocuencia de las palabras del asesino dictador alemán, frente a la dubitativa palabra del rey responsable: la supremacía de los actos frente a las palabras.

Completan el cuadro Helena Bonham-Carter, en el sosegado y amoroso rol de la Reina Elizabeth (futura Reina Madre de la Gran Bretaña) y la muy poco vista y espléndida Jennifer Ehle, como la esposa de Logue, en una cinta sólida, con actuaciones logradas y una dirección sobria y entusiasta, que se transmite a cada toma. En otras manos, tal vez ésta sería una cinta de escaso interés, pero con este equipo nos encontramos ante un filme de gran calidad, que justifica su presencia en tantas ternas de premios como ha tenido.



El Discurso del Rey/The King's Speech
Con Colin Firth, Geoffrey Rush, Helena Bonham-Carter, Guy Pearce, Jennifer Ehle y Michael Gambon.
Dirige Tom Hooper
Reino Unido 2010

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6 feb 2011

Con temple de acero / True Grit, de Joel y Ethan Coen

Tierra de valientes

Miguel Cane



En lo que es su primera incursión 'oficial' en el venerado género del western, los formidables hermanos Coen se han atrevido nada menos que a dar una nueva mirada a la historia narrada en el popular filme Con Temple de Acero (True Grit, 1969), dirigido por Henry Hathaway y protagonizado por el legendario John Wayne.

Sin embargo, hay que señalar que esta versión no se trata, en absoluto de un remake.




En este caso, los Coen retoman la novela original de Charles Portis (una estupenda crónica de la vida en el oeste, narrada desde el punto de vista de una mujer) y el resultado es completamente distinto. Mattie Ross (Hailee Steinfeld) es una juiciosa y madura niña de catorce años que se embarca en un peligroso viaje para llevar a la justicia (léase horca) al asesino de su padre, el fugitivo Tom Chaney (Josh Brolin).




Para ello decide contratar a Rooster Cogburn (Jeff Bridges), un jefe de policía con muchos arrestos, pero alcohólico y con mala fama, ya que sus prisioneros rara vez llegan con vida al juicio. A ellos se sumará LaBoeuf (Matt Damon), un orgulloso Ranger de Texas que lleva tiempo tratando de apresar al mismo hombre por otro delito anterior para cobrar una jugosa recompensa. Bridges, qe es un actor enormísimo, le entra con valentía al papel de Cogburn, que coronó la carrera del John Wayne con un merecido Oscar. Habiendo ya trabajado con los Coen en El gran Lebowski (1998), fue la primera elección de los hermanos y está muy bien como el socarrón, borrachales y tuerto Cogburn, de este modo brinda una de sus mejores actuaciones, creando un personaje antiheroico más cercano al Clint Eastwood de Unforgiven, (1992), brutal y tremendo, pero también justo y valiente y es el corazón del filme, especialmente en sus escenas con Miss Steinfeld, que se pone a la altura al darle la réplica. Por su parte, el personaje interpretado por Matt Damon posee una excentricidad cómica, que encaja a la perfección en el universo de los Coen recordando al personaje de George Clooney en ¿Dónde estás hermano? (2000). LaBoeuf es engreido y verborréico, pero bien intencionado, tan tenaz y valeroso como sus compañeros de viaje.



Mientras que en el filme de 1969 todo el protagonismo era prácticamente acaparado por Wayne, los Coen devuelven a Mattie el lugar central que ocupa en la novela de Portis. Hailee Steinfeld – que realmente tiene la edad que representa- da vida a un personaje concebido por los Coen como intrépida, audaz y bastante necia; no duda en hacer frente a hombres experimentados, empleando como arma su educación y no toma un 'no' por respuesta, sin perder su mordacidad coeniana (elemento inescapable de estos cineastas), lo que da lugar a diálogos memorables.

Mención especial merece Elizabeth Marvel como la Mattie adulta, que enmarca esta historia a modo de remembranza desde su madurez, sin perder el aire agudo y cándido de su contraparte juvenil. En su viaje iniciático en pos de justicia y/o venganza, la chica deberá internarse en territorio indio traspasando la simbólica frontera que separa civilización de salvajismo. En esta arriesgada a la vez que imprevisible aventura, la protagonista forjará su carácter a la vez que perderá la inocencia.

Revisionista (como lo fuera McCabe y Mrs. Miller (1971), el significativo western de Robert Altman), oscuro, rebosante de humor negro, a veces sucio y violento pero también con momentos de gran hermosura y calidez, este filme constituye un prodigioso ejercicio de estilo que recupera al género, sin perder el estilo inconfundible de sus autores. Joel y Ethan Coen han conseguido engarzar la novela de Charles Portis en su peculiar filmografía, presentando una obra que se aleja del maniqueísmo haciendo uso de la ironía y de su mirada sobre la naturaleza humana y sus retorcidas ramas. Gran cinta con algo para todos, incluso aquellos que no gustan del género del oeste, pero que no pueden resistirse a una historia contada de modo magistral.

Con temple de acero/ True Grit
Con Jeff Bridges, Matt Damon, Hailee Steinfeld, Josh Brolin, Barry Pepper y Elizabeth Marvel
Dirigen: Joel y Ethan Coen
Estados Unidos, 2010



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El valor de los Hermanos Coen

Son cineastas de pura cepa, y demuestran su valentía al explorar uno de los géneros más venerados, el western, cambiándolo por completo.

Miguel Cane




Han pasado más de veinticinco años desde que Joel y Ethan Coen (nacidos en Minneapolis, Minnesota, en 1954 y 1957 respectivamente) hicieran su debut en el mundo del cine con Blood Simple – un homenaje al film noir de los 40, pero con una sensibilidad posmoderna- y desde entonces, no han parado de trabajar, convirtiéndose en una verdadera potencia dentro del ramo: juntos comparten las labores de dirección, guión y montaje y tienen un estilo tan particular que resulta perfectamente identificable – de hecho, los actores que han trabajado a sus órdenes afirman que, al ir a hacer alguna pregunta a uno u otro, siempre reciben la misma respuesta: así han creado auténticas obras maestras como Educando a Arizona, Barton Fink, Sin lugar para los débiles, De paseo a la muerte, Un hombre serio, la divertidísima El Gran Lebowski y Fargo, una comedia negra y muy violenta, ambientada en los territorios donde pasaron su infancia y juventud.




Confesos cinéfilos compulsivos (lo ven todo), los hermanos Coen han abordado básicamente todos los géneros – hasta el musical, con su irreverente y sensacional ¿Dónde estás hermano?- pero nunca se habían atrevido con un western puro y duro, como lo es Con Temple de Acero, su más reciente producción, que inaugura la Berlinale, y los ha vuelto a llevar a las ternas del Oscar.




El filme, más que un remake del realizado con el legendario John Wayne como protagonista en 1969, es una adaptación más fiel a la novela de Charles Portis, que narraba la historia de cómo Mattie Ross, una chica de catorce años que busca vengarse del asesino de su padre, y para que se haga justicia, contrata al formidable Rooster Cogburn – en esta ocasión interpretado por Jeff Bridges- para que la guíe en territorios inhóspitos. El reparto lo completan Matt Damon, Josh Brolin y la debutante Hailee Steinfeld, quien efectivamente tiene 14 años, y a la que buscaron exhaustivamente, antes de rodar.

¿Por qué hacer una nueva versión de esta historia?
Ethan Coen:
Bueno, True Grit era una de nuestras películas favoritas cuando estábamos creciendo. Pero en realidad no se nos ocurrió hasta que un día leí la novela y me di cuenta de que era completamente diferente a lo que se veía en pantalla, es decir, que era un texto mucho más rico de lo que habíamos visto. De ahí surgió la idea.
Joel Coen: Escribimos el guión de True Grit mucho más apegado a la novela de Charles Portis después de leer el libro. Es un western, pero es uno muy diferente a los habituales. Para empezar, está contado en primera persona por una mujer, en este caso, Mattie Ross, lo que lo hace muy interesante. Y quisimos pasmar esa historia.




¿Cuál fue la reacción cuando anunciaron un remake?
EC: Primero, persuadir a todo el mundo de que no es un remake. Porque no lo es, es otra cosa muy diferente, no hay una escena que se parezca a la cinta de Wayne. Después de eso, encontramos mucho entusiasmo por parte del estudio y todo fluyó.
JC: Ahora que todo en Hollywood son remakes, que esa parece ser la tendencia, mucha gente nos dijo “¡oh, no, no ustedes también!” y “¡cómo, una película de John Wayne! ¡Es una locura!”, pero de verdad, nos hemos acercado a esta historia para contarla de otra manera. Es apasionante y pensamos que sería estupendo poder contarla de nuevo.

¿Qué fue lo más dificil para rodar? ¿Las locaciones, el casting?
EC: Para Rooster Cogburn no pensamos en otro que no fuera Jeff. Así, sin más. En el libro, Cogburn tiene alrededor de 40 años, pero es una novela ambientada a fines del siglo XIX en el Oeste. Los hombres envejecían más rápido en el exterior. Wayne, de hecho, tenía la misma edad que Jeff cuando hizo la película. Lo interesante fue poder encontrar a la actriz idónea para ser Mattie. Hicimos audiciones en Texas, y buscamos chicas entre los doce y los dieciséis. Nos dieron luz verde para buscar a alguien que no fuera muy conocida ni con demasiada experiencia; eso era lo que buscábamos y Hallie fue ideal: tan vulnerable como sólida. Fue un deleite trabajar con ella.
JC: Las locaciones las encontramos en Santa Fe, en las mismas áreas donde John Ford iba a rodar. Fue sorprendente, pero se adecuaron perfectamente para lo que necesitábamos. Básicamente fue como tener una aventura en lo salvaje. Algo que nunca habíamos hecho, realmente. Fue un rodaje divertido.

Se dijo mucho que Sin lugar para los débiles era un western, y éste definitivamente lo es. ¿Por qué una pelicula de este género?
J.C.:
¿Y por qué no? Crecimos viendo westerns, todas las tardes por televisión cuando eramos niños. Era una especie de hábito, llegar a casa por la tarde y sintonizar películas de John Ford con John Wayne o Audie Murphy o Gary Cooper. Hay tantas variedades posibles de westerns, que pensamos alguna vez hacer uno. Cuando adaptamos la novela de Cormac MacCarthy, lo hicimos como un western, sí, pero nos daban ganas de hacer uno más tradicional. Y aquí está.
EC: Fue interesante también, porque hay muchos matices para esta historia; los personajes son auténticos antihéroes, con una plétora de fallas, aunque no por eso se deja de quererles. Es una historia acerca de una niña muy tenaz que no se detiene ante nada para lograr su propósito y es un personaje difícil, pero que a la larga resulta entrañable, igual que Cogburn, que al principio parece un vejete fanfarrón, pero resulta ser mucho más que eso; es un personaje con corazón... y no son algo que abordemos con frecuencia, realmente, así que decidimos hacerlo por eso, porque era algo que definitivamente no habíamos hecho antes y que queríamos probarnos, que podíamos hacer.

Ustedes no paran. ¿Cuántos proyectos tienen funcionando a la vez? ¿Descansan alguna vez?
EC:
Eso de que somos una máquina de trabajar es una falsa impresión, la realidad es que somos bastante flojos. ¿No es verdad?
JC: Es cierto. ¡A mí no me gusta trabajar! (rísas) La verdad es que en los últimos tres años hemos estrenado un filme para más o menos la misma fecha, pero si se fijan, previamente nos habíamos tomado dos años sin filmar.
EC: Ese es un tiempo en los que nos dedicamos a escribir guiones, a leer, a tener ideas. Por lo que teníamos unos cuantos filmes listos. Así salieron seguidos Quémese después de leerse, Un hombre serio y True Grit. Eso explica la velocidad con la que hemos estado trabajando últimamente... pero ahora sí queremos tomarnos un tiempo. Descansar.

Aunque ustedes descansan trabajando más... ¿qué traen entre manos?
JC:
¡Muchas cosas! Es cierto que siempre estamos pensando en cosas. Hay algunos planes por ahí que tal vez se concreten. Un par de adaptaciones de novelas, una comedia. Algo con Fran (Frances MacDormand, su esposa, que obtuvo un Oscar por Fargo)...siempre estamos pensando cosas.
EC: Francamente somos un par de tipos con suerte. Hace un momento Joel hablaba de que crecimos viendo películas. Es cierto. Tenemos mucha suerte de que eso que nos apasionaba de chicos, nos sigue apasionando aún ahora, sólo que ahora somos nosotros los que contamos las historias.


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