28 mar 2010

Te doy mis ojos, de Icíar Bollaín

David Guzmán

A Nancy, ella sabe por qué.



Hay ciertos temas a los que siempre rehuyo en el Cine, tal vez bajo la nada oculta intención de no sufrir con situaciones que seguramente veo de forma repetida en las noticias o incluso entre mis allegados. Situaciones en las que la realidad supera a la ficción, sin duda. Y uno de los temas que particularmente rehuyo es ver el maltrato hacia los indefensos, sean niños o mujeres.



Es el caso de 'Te doy mis ojos', película española de 2003 dirigida con rigor pero también con sensibilidad por Icíar Bollaín, una directora y actriz que traía un par de largometrajes bajo el brazo (actualmente dirige a Gael García Bernal en su nuevo film) pero siendo sin duda éste el que la dio a conocer internacionalmente. La premisa, sencilla en su anécdota pero con tratamiento interesante trata sobre Pilar, una mujer que una noche decide abandonar con su hijo, a su esposo Antonio. No sabemos los motivos, pero algo anda mal donde decide irse sin revisar siquiera el calzado que lleva puesto. Pilar acude al apoyo de su hermana, una restauradora de arte próxima a casarse que la recibe inquieta, pues desconoce lo que ocurre. La causa es develada posteriormente: Antonio es violento y tiene a Pilar atrapada en una especie de montaña rusa de celos, deseo, golpes y dependencia.


El mosaico de situaciones está servido y uno pensaría que todo el asunto tiene tintes casi didácticos pues aparecen todas las aristas que uno desearía tener para estudiar una conducta así: por un lado, el enojo de la hermana que no tolera ver el maltrato que sufre Pilar; en otro el pequeño, que empieza a generar miedo ante su padre al verlo estallar en esas crisis; la madre de Pilar como presencia de las costumbres y tradiciones ‘la mujer tiene que estar siempre al lado del esposo’ etc.; en otra arista, toda la preparación de una boda que nos recuerda lo bonito que puede ser el inicio de una vida en pareja; por supuesto Antonio, que ha empezado a buscar ayuda asistiendo a terapia grupal entendiendo lentamente el daño que provoca y por último, la parte más afectada: Pilar misma, padeciendo el terror que le infunde su esposo cuando la violencia se apodera de él. Especial atención a ella, a Pilar pues no carece de culpa en la maraña (si de buscar culpables se tratara), su actitud es la de una mujer que parece no quererse a sí misma, aunque su miedo no le permite percatarse de ello.


Hay que tener capacidad narrativa para lograr que lo planteado, no nos suene a lección moralina y Bollaín lo logra de forma sobresaliente. Me gusta mucho la forma en que la directora aborda el tema, consigue proyectarle vitalidad y fuerza sin trampas ni sentimentalismos baratos. En este tenor se agradece que la tonalidad del film no sea explícita gráficamente y que el punto medular de la cinta sea que estamos asistiendo a un periodo de reconstrucción en la relación de este par, no a una fotografía prolongada de la crisis; sin embargo, con un par de secuencias clave lo suficientemente poderosas podemos entender el problema en toda su magnitud sin recurrir al flashback: la co-dependencia, la baja autoestima y la violencia como ejes de toda la narración y en el centro, la labor actoral de una exquisita Laia Marull (tiene años que no veía una actuación tan plena de matices, tan vívida y real) como Pilar y de Luis Tosar (brillante como el frustrado e inseguro esposo) como contraparte. No está de más repetirlo: el trabajo de Laia excede cualquier expectativa, ver sus ojos, el terror que expresa con su cuerpo y manos, deja afectado a cualquiera.


Ahí está ‘Te doy mis Ojos’ para concederle la oportunidad de ser vista, al menos (y sin querer caer en lección moralina), para recordarnos las trampas del amor o como mencioné alguna vez, los falsos rostros de él.

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Queremos tanto a Laura: una postal desde Twin Peaks

A veinte años de su estreno, la teleserie de culto creada por David Lynch sigue tan maravillosa (e incomprensible) como siempre, demostrando que los clásicos no pasan de moda.

Miguel Cane

“Está muerta... envuelta en plástico...” con estas palabras, pronunciadas por el confundido (pero buena gente) Pete Martell al encontrarse de manos a boca con Laura Palmer, la reina de los adolescentes, muerta en la playa afuera de su casa, la historia de la televisión cambió para siempre.




¿Quién mató a Laura Palmer? Esta pregunta corrió de boca en boca a la mañana siguiente del estreno de Twin Peaks. El 9 de abril de 1990. Nadie sabe si esto sería por la novedad – hablamos de una época en que lo de moda en la TV americana era Dallas (que estaba en sus últimas boqueadas) y aún no se estrenaba Beverly Hills 90210, por lo que su hija bastarda, Melrose Place, ni siquiera brillaba en el horizonte-, porque era diferente o porque estaba tan bien hecha, el caso es que aquel piloto impactó a millones de telespectadores y sin proponérselo, había cambiado la historia del serial televisivo para siempre, algo que no ocurría desde el estreno de Peyton Place (la celebérrima Caldera del Diablo) en 1964, cuando nació la telenovela nocturna en horario estelar, curiosamente, en la misma cadena: la ABC. En menos de 30 capítulos distribuidos en dos temporadas, el cineasta David Lynch y su socio Mark Frost revolucionaron la ficción televisiva estadounidense con a una brutal mezcla de géneros y una atmósfera surrealista y opresiva inauditas hasta aquel momento en la pequeña pantalla, y convirtieron la imagen del cadáver de la hermosa Laura Palmer (es decir, la deslumbrante Sheryl Lee) envuelto en plástico en todo un icono de la cultura popular, vigente hasta hoy. Los ocho episodios de la primera temporada fueron un auténtico bombazo. En la segunda temporada ya se notaba el intento de alargar la serie para explotar al máximo el éxito que estaba teniendo y esto devino en un alargamiento innecesario. Aún así se convirtió en serie de culto alrededor del mundo.


Una rubia en plástico
Curiosamente, como suele ocurrir con estas cosas, Twin Peaks no estaba destinada a triunfar. La ABC se quedó con ella porque, a finales de los 80, estaba hundida en las audiencias contra el superpopular Bill Cosby y estaba literalmente desesperada por invertir esa tendencia (una situación no muy diferente de la que vivió en 2004 y llevó al estreno de Perdidos y Mujeres desesperadas) y, de hecho, la famosa secuencia de la habitación roja al final del piloto se rodó para la edición europea video, por si la serie no pasaba de ahí. Lynch y Frost se basaron en un proyecto anterior sobre Marilyn Monroe que no fructificó, en melodramas como Peyton Place, donde la entonces jovencita Mia Farrow interpretaba un rol que sirvió como inspiración para la parte 'buena' de Laura Palmer y en el propio mundo de Lynch, que venía de rodar un éxito como Blue Velvet, que trataba acerca de un típico pueblito americano donde la superficie plácida y apacible oculta un mundo de violencia y corrupción.




Para Lynch y Frost, la investigación del asesinato de Laura Palmer no era más que un pretexto para contar historias sobre el pueblo de Twin Peaks, en el que todo el mundo tiene secretos y vive una doble vida de un modo parecido a como lo hacía Laura, que era al mismo tiempo la adolescente favorita de todo mundo, dulce, sensible, de buen corazón y muy popular en la escuela, y en secreto, era una prostituta drogadicta que era capaz de cualquier cosa para satisfacer sus bajas pasiones.

Del mismo modo, en el pueblo late además la sensación de que algo malvado habita en los bosques que lo rodean. Además de valerse de las historias a lo soap opera – adulterios, enamoramientos, chismorreos, madres solteras...- y de la trama policíaca, Lynch y Frost decidieron incorporar elementos surrealistas y sobrenaturales a la trama con cierto tino, valiéndose del singular agente del FBI, Dale Cooper, hecho a la medida de Kyle MacLachlan, para ser el hilo conductor de las muchas tramas. Cooper, un hombre serio y formal, con un sentido del humor un tanto absurdo. Como balance a las excentricidades de Cooper, estaba el Sheriff Harry Truman (interpretado por el canadiense Michael Ontkean) un hombre justo y humilde, que representa la cara sencilla y generosa del pueblo, opuesta al lado corrupto y sórdido que encarna el milloneta Ben Horne (Richard Beymer), que tenía negocios sucios en todas partes. El elenco lo complementaban las (en aquél entonces) jóvenes y guapas Sherilyn Fenn y Lara Flynn Boyle como Audrey Horne y Donna Hayward, amigas de Laura; una la proverbial Fille Fatale con el corazón de oro, y la otra una chica virginal y pura con un lado un tanto violento. Para completar el cuadro, Lynch eligió a la veterana y formidable Piper Laurie como la maquiavélica Catherine Martell, que era una señora de sociedad perversa y de mal corazón, que se convertía en un enigmático hombre de negocios japonés (sí. De veras. Esa era la clase de historias que se contaban en Twin Peaks).

Se acabó el pastel
A pesar del éxito en la temporada transmitida en la primavera de 1990, y de ser renovada por una segunda temporada a iniciar ese otoño y en la que aparecerían algunos rostros posteriormente célebres como David Duchovny o Heather Graham, la serie fue haciéndose cada vez más enrevesada y extraña, perdiendo así el interés de la audiencia. La identidad del asesino de Laura Palmer (podríamos decírsela, pero mejor no) se reveló a mitad de esa segunda temporada por presiones de la ABC, que terminó cancelándola, y el control de Lynch y Frost, que había sido muy cercano en la primera temporada, se hizo inexistente casi, porque Lynch ya estaba metido en otros proyectos que le interesaba hacer, como fueron Salvaje de Corazón y un fallido sitcom llamado En el aire. Desde entonces su estatus de serie de culto y de germen de gran parte de la ficción posterior no hizo más que crecer. Series como Doctor en Alaska, Expedientes secretos X, Perdidos e incluso Los Soprano (reconocido por boca del propio David Chase) le deben mucho a Twin Peaks.


Twin Peaks


Nada más por no dejar, en 1992 Lynch intentó cerrar un poco el mundo de la serie con la película Fuego camina conmigo, que contaba los últimos siete días de la vida de Laura Palmer, pero resultó en un fracaso crítico y de público. Sin embargo, la semilla ya estaba plantada. De hecho, su primera temporada resiste muy bien el paso del tiempo, sobre todo por la atmósfera inquietante del pueblo lograda no sólo gracias a esos personajes, sino también a una fotografía muy cuidada, unas imágenes con mucha fuerza (el cadáver de Laura, el interior del vagón de tren) y una música muy efectiva a cargo de Angelo Badalamenti.




Hermosa, memorable, inolvidable, grotesca... la serie ha acumulado calificativos a lo largo de estos veinte años, y todos se aplican muy bien a este proyecto sui géneris, que sigue con mucha vida gracias al DVD – es una de las series más vendidas en este formato- y sea como sea, una visita a este pueblo siempre resultará irresistible.



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20 mar 2010

Como si fuera cierto / Just Like Heaven, de Mark Waters

Miguel Cane

Reese Witherspoon and Mark Ruffalo star in Dreamworks' Just Like Heaven


Elizabeth Masterson (Reese Witherspoon) es una joven medico adicta a su trabajo, que tras años de buscarlo, por fin obtiene el puesto de sus sueños. Sin embargo, su buena suerte no dura, ya que justo cuando por fin se dirige a celebrar su logro, es embestida por un camión y queda en coma profundo.

Reese Witherspoon in Dreamworks' Just Like Heaven


Por otra parte, ya que toda comedia romántica está incomplete sin galán, tenemos a David (Mark Ruffalo) un arquitecto que trata de recuperarse de un truene y que subarrenda el apartamento de Elizabeth. La trama presuntamente comienza a funcionar cuando ésta, a manera de fantasma, se aparece en presencia de él, haciéndolo primero temer que ha perdido la razón y luego, que la rubia necesita ayuda para ajustarse a la noción de ser un espíritu separado de su cuerpo.

El que se enamoren es el pretexto que sirve para que durante hora y media el público trate de prestar atención a los actores – ambos estupendos y con mucho mérito adquirido en otras cintas- que hacen lo posible por sostener una trama que se desbalaga y no logra sostenerse hasta el (predecible) final.


Con un guión escrito por Leslie Dixon a partir de una novela de Marc Levy, Como si fuera cierto es una película que pretende conjugar los géneros de la comedia romántica y lo sobrenatural, algo que ha sido intentado en muchas otras ocasiones y con más éxito en cintas como Ghost (1990) o Todo de mí (1984): el problema aquí no reside en los actores, que son lo mejor que tiene para ofrecer, sino en la dirección monótona a cargo de Mark Waters – que había realizado dos cintas más o menos efectivas y hasta cierto punto simpáticas: Chicas Pesadas y Viernes Loco, pero aquí carece del sentido del humor que pudo inyectar a las otras-, que no sabe qué tono darle a la cinta.

Reese Witherspoon and Mark Ruffalo in Dreamworks' Just Like Heaven


¿Es una comedia romántica entre un muchacho y un espectro? ¿Es un melodrama acerca de casos como el de Karen Ann Quinlan o Terri Schiavo, con algunos toques sobrenaturales? Tal parece que el director no sabe y es entonces que la cinta se le va de las manos, apoyándose tan sólo en el carisma innegable de su protagonista, que tiene lo necesario para sacar una película como ésta a flote – lo ha hecho incluso con cintas peores, como la infame secuela de Legalmente Rubia, que nunca se debió haber filmado- y Mark Ruffalo hace un esfuerzo, aún si es mucho mejor actor de lo que el material requiere, por lo que el resultado final, que no vale la pena recomendar, es el de la clásica película de fin de semana para ser vista si y sólo si ya se acabaron los boletos en cualquier otra sala. Así, sin más: tan sabroso como masticar papel.

Como si fuera cierto/Just Like Heaven
Con Reese Witherspoon y Mark Ruffalo
Dirige: Mark Waters
Distribuye United International Pictures
2005

Dame diez razones / Ten Items Or Less, film de Brad Silberling

Miguel Cane

Morgan Freeman and Paz Vega in THINKFilm's 10 Items or Less


Sin ser una película que se pueda llamar extraordinaria, Dame diez razones, el nuevo largometraje de Brad Silberling (Lemony Snicket) es una cinta que resulta amena y con actuaciones sólidas por parte de un reparto encabezado por Morgan Freeman y la española Paz Vega, en la misma clase de rol que ya había realizado antes para James L. Brooks en la fallida Spanglish (2005). Silberling es un cineasta correcto, que se acerca a este filme de bajo presupuesto con buenas dosis de realismo, alejándose del oropel hollywoodense, a base de la transparencia que aporta la fórmula del cine dentro del cine, aquí aplicada a conseguir traspasar la pantalla y penetrar en la realidad de los barrios de inmigrantes latinos de Los Ángeles.

Paz Vega in THINKFilm's 10 Items or Less


Freeman interpreta a un personaje no muy distinto de si mismo, un actor que es famoso, pero que lleva años sin trabajar y que, como parte de su preparación para un nuevo filme, se presenta en un supermercado donde conoce a Scarlet, una cajera que inmigró de España y con ella establece una relación amistosa que permite a ambos descubrir las dos formas de vida que tienen.

Paz Vega and Morgan Freeman in THINKFilm's 10 Items or Less


La química entre ambos actores resulta lo suficientemente creíble gracias a que se comportan de acuerdo con su status interpretativo, en la medida en que el veterano es el que aporta sus conocimientos a la recién llegada. Ambos interactúan perfectamente, por lo que el famoso también aprende cosas de esa sencilla chica latina que no se impresiona con su estatus de celebridad, ya que para ella, que llegó ilegalmente al país y tiene que trabajar para vivir, el mundo de la fama y las estrellas, no es relevante. Sorprendido ante esta actitud, el actor se acerca más a la joven y juntos establecen una comunicación que involucra al espectador y que se mueve ágilmente. Esto es porque como director, Silberling encuentra en cada momento la manera de establecer encuadres que resultan reveladores y que van mostrando a los personajes conforme se despojan de sus defensas, para comenzar a conocerse.

Morgan Freeman and Paz Vega in THINKFilm's 10 Items or Less


El tono de la película es de sencillez, esta es una comedia romántica, pero no es una cinta convencional ni de fórmula. Casi se siente como un trabajo de improvisación (muy al estilo de Robert Altman), que le da una inmediatez sin los maniqueísmos de Hollywood, algo que lo libera de compromisos. Los dos protagonistas tienen sus vidas hechas y pertenecen a mundos opuestos, así que el día que pasan juntos entre los estantes del super, tiene la trascendencia justa para ambos, puesto que nunca volverán a verse y lo saben muy bien, lo que no impide que disfruten del momento de mutuo intercambio verbal, un poco como hacían en su época Spencer Tracy y Katharine Hepburn (algo que, hay que reconocerlo, ya casi no se ve en pantalla) intensamente, como una buena conexión de las que no se dan todos los días entre desconocidos y, en consecuencia, no se olvida, por lo que el espectador (al menos en este caso) sale bastante satisfecho de la sala, algo que con los últimos productos de Hollywood (como sucede con muchos de los más recientes estrenos en cartelera), ya no ocurre con frecuencia.

Dame diez razones/Ten Ítems Or Less
Con: Morgan Freeman, Paz Vega, Jonah Hill y Bobby Canavale
Dirige: Brad Silberling
Estados Unidos 2006


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19 mar 2010

El Regreso de la Nana Mágica / Nanny McPhee and the Big Bang, de Susanna White

Cosa de niños

Miguel Cane


Pobre de la señora Green (Maggie Gyllenhaal). Ella cree tenerlo todo bajo control, pero no es así. Con su marido (Ewan McGregor) en el frente de guerra, trata de educar a sus hijos, dirigir la granja y trabajar en la ciudad, sumida su existencia en un caos constante y agotador. Cuando recibe la visita de sus odiosos sobrinos, toca fondo. Menos mal que aparece en su puerta la formidable Nanny McPhee (Emma Thompson, en la gloria con un papel a la medida), siempre atenta a los hogares necesitados de una buena dosis de control y disciplina, y está ahí para echar una mano.







Cinco años después de la satisfactoria primera entrega, llega una nueva recreación que no adaptación, porque el desarrollo es totalmente ajeno a los cuentos originales─ de la obra de Christianna Brand de mano de la propia Emma Thompson, que se encarga también del guión y la producción de la película. El resultado es, una vez más, notable, divertido, inteligente y de mejor calidad que el producto habitual para los enanos.

Ajena a los voraces ímpetus mercantilistas que pretenden reventar taquillas a la sombra del dichoso Harry Potter, el film potencia las virtudes de su predecesora, fiel a su esencia familiar pero sin abandonar una vez más el sedimento trágico de un hogar roto por dolorosas circunstancias. Si en la historia original Colin Firth lidiaba por sacar adelante una familia que había perdido el componente materno a consecuencia de un parto, ahora es Maggie Gyllenhaal el pilar de un clan huérfano de padre, desaparecido en lo que se ambienta ─pero no se confirma─ como la Segunda Guerra Mundial, conflagración alejada de la alegre, colorida y mansa campiña inglesa; de este dolor global deriva la comicidad de una sociedad de mujeres, en la que los pocos varones que permanecen alejados de la lucha lo hacen por su edad o por su cobardía (fantástico Rhys Ifans).


Las cinco nuevas lecciones que imparte la equilibradamente grotesca McPhee recaen sobre un elenco infantil progresivamente adorable, como se le presupone, que salva con holgura el cargar con el peso de la trama gracias a la compensada labor de dirección de Susanna White, solvente cineasta forjada a fuego en la pequeña pantalla ─suyo es gran parte del éxito de la multipremiada Generation Kill─. Con la inestimable colaboración del vivaz y cuidado libreto firmado por Thompson, que mezcla humor adulto con fantasía imaginativa para los chicos, la realizadora presenta una narración ágil y divertida, en la que los acontecimientos se suceden con celeridad en una fábula que invita a la imaginación sin abusar de efectismos ni artimañas digitales. Los Green salvan constantes adversidades a golpe de bastón, a la caza del amor familiar y del aprendizaje forzoso pero agradable de las más básicas normas de convivencia, encaminados todos a una eclosión emocional de ciclópeas dimensiones que dibuja cómodas y encantadas sonrisas tras una experiencia fílmica como las de antes, muy lograda y totalmente satisfactoria.

Un acierto para Miss Thompson en todos los aspectos.


El Regreso de la Nana Mágica/Nanny McPhee and the Big Bang
Con: Emma Thompson, Maggie Gyllenhaal, Rhys Ifans, Ewan McGregor y Maggie Smith
Dirige: Susanna White
Reino Unido 2010




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Emma Thompson ataca de nuevo

Vibrante, humorística, inteligente y amena, la actriz regresa a la pantalla con uno de sus personajes preferidos.

Miguel Cane


Algunas veces, los actores y actrices coinciden en señalar que quizá la parte más difícil de una película para ellos, no es el rodaje en sí, si no el tener que promoverla. Algunos buscan la manera de eludir el compromiso de acercarse a la prensa, a la que parecieran tener fobia. Pero hay otros que no sólo asumen esto como parte de su trabajo, también buscan que sea una experiencia amable para los involucrados. El caso de Emma Thompson (Londres, 1959), dos veces ganadora del Oscar – como mejor actriz por Regreso a Howard's End en 1992 y mejor guión adaptado (en tándem con Jane Austen, tal como suele decir) por Sensatez y Sentimientos, en 1995-, es de esos.

Sencilla, elegante y jovial, se reúne con la prensa para presentar El Regreso de la Nana Mágica, cinco años después de haber logrado un éxito notable con la primera película de la saga, que ella escribe y produce y donde vuelve a meterse en la piel de Nanny McPhee, una estricta niñera con un físico horroroso que hace uso de la magia para ganarse a unos niños malcriados. Aunque de malcriada, ella no tiene nada. Insiste en el tuteo “¡Qué tal, soy Emma!”, bromea para romper el hielo y en caso de haberla entrevistado antes (Milenio Semanal lo hizo en 2009), es como reanudar una conversación con una mujer amena, inteligente y muy simpática, que bromea, gesticula, se ríe y se despoja de cualquier atavismo de 'celebridad' que pudiera tener. Es parte de su trabajo, afirma, pero eso no quiere decir que tenga que ser una estirada, cuando lo que le interesa es conectar con el público – en este caso los padres- para que vean la película y mostrar que es una persona igual que cualquier otra.



Cinco años después de la primera película vuelves a convertirte en Nanny McPheee. ¿Te daba miedo volver a las interminables sesiones de maquillaje? Verrugas, diente postizo, narizota…
¡Oh, señor, es verdad! Es lo único que no tomé en consideración hasta que llegué al set, fresca como la mañana y me recuerdan, “Emma, a maquillaje” y entonces, ¡huy! Aunque ha sido un poco más fácil que la primera vez, ni siquiera tuvimos que hacer el molde porque ya teníamos la nariz. Me la probé y dije: ¡Me entra todavía! Mi nariz no ha cambiado y con los dientes pasaba lo mismo. Ha sido mucho más rápido, la primera vez tardábamos dos o tres horas pero ahora en una lo lográbamos. Aunque debo confesar, que eso es lo mismo que tardo en ponerme más o menos decente para aparecer así, como me ves ahora.


Es difícil no verte guapa pero en Nanny McPhee lo consigues. ¿Crees que tu secreto, tal y como ocurre en la película, es que según te quieren más guapa estás?
¡Claro! ¡Es que esa es verdaderamente la idea de la película! Reforzar la autoestima de los niños. Las verrugas van desapareciendo cuando los niños consiguen una armonía emocional y te ven más guapa. Las verrugas y la nariz representan el caos de estas personas dentro de su corazón, más que la fealdad.


¿Y el aspecto de la disciplina en los niños?
Creo que es importante. La idea es la de llevarlos de la mano a tener una relación más cooperativa, sin cargarles la mano. Por supuesto, es una película, y una fantasía. No pretendemos educar, pero tal vez si algún padre o madre decide ser creativo y tomar alguna idea, pues entonces habrá servido a un propósito mayor al de entretener y eso estaría bien. O al menos eso es lo que me gusta pensar.

El guión es realmente divertido y ocurrente, ¿tu etapa como madre te ha ayudado para inspirarte para poder trabajar este tipo de historia?
Si, creo que sí. La verdad es que escribí el primer guión cuatro años antes de tener a mi hija, Gaia. Pero ser madre ayuda mucho porque esta segunda película se centra en una madre que está sola, en plena Segunda Guerra Mundial y que no puede más y que no tiene tiempo para sí misma. Y no es que por tener una hija no tenga tiempo para mí, pero sí pude identificarme con la idea: con un rodaje o dos, hay días en los que sólo tengo ganas de arrastrarme a la cama y decirle a mi marido “Greg, cariño, sé un dulce y apaga la luz”, pero tengo obligaciones como mamá que no puedo comprometer por mi trabajo. Mi madre hacía lo mismo que yo [es la actriz de teatro y cine Phyllida Law] y yo no tengo razón para no seguir su ejemplo. Procuro estar cerca de mi hija todo el tiempo posible y compartir con ella todos los momentos que puedo. Aunque debo decir que ¡anoche tuve tiempo para darme un baño de burbujas yo sola! ¡Y fue maravilloso!


Tienes cincuenta años y en tus propias palabras, te encanta. Es de suponer que a ti para nada te preocupa el paso de los años...
¡No, no! No me preocupa, porque yo puedo interpretar a Nanny McPhee hasta que tenga ochenta años. ( Se ríe) Aunque el problema es que ella no envejece...Tengo que encontrar un remedio. Tal vez pueda ser Granny McPhee.

La última vez que estuviste en España pedías un papel, aunque fuera pequeño, en una película de Almodóvar. ¿Sigues esperando su llamada, o ya se puso en contacto?
Se lo he suplicado, me he puesto de rodillas (carcajadas) le he dicho que puedo interpretar a una inglesa loca que habla español con acento inglés, pero nunca me llama. Por favor, que alguien le diga que me llame, trabajaré por muy poco dinero [esto lo dice en español, con fuerte acento inglés]. Me encantan sus películas, de verdad, es un maestro, un genio.

Guionista, actriz, productora…¿Se podría decir que estas películas de 'La nana mágica' son las que más te han gustado de tu carrera o en las que más empeño has puesto?
Es una pregunta interesante, es cierto hay que poner todo de tí para hacer estas películas. Nunca he tenido que trabajar tanto, la gente piensa que al ser una película familiar no es en absoluto complicada, pero lograr que una película sea sencilla y profunda a la vez es ago muy, muy difícil, que sea divertida y dramática es muy difícil. Creo que tienes razón, no es sólo la película que más me gusta sino que es la película en la que he dado todo y sobre todo en la que más pasión he puesto.

¿Televisión?
Sí, si el proyecto me atrapa y me enloquece, y me hace decirle a Greg, “mi vida, te dejo por este tiempo, porque voy a trabajar, pero volveré”, desde luego. Mi marido y mi hija son una fuente de cariño y calidez. Lo que fuera, siempre y cuando me haga sentir que es algo que puedo hacer con pasión. Estoy consciente que hay papeles que ya no podré hacer, pero no me arrepiento. He hecho lo que he querido cuando he querido y como he podido. Y me gusta y me hace sentir muy satisfecha en algunos aspectos e inquieta en otros.

¿Eso quiere decir que seguirás incansable?
No sé si incansable. Soy humana. Pero mi madre es un gran ejemplo para mí, así que, ¿por qué no? Mientras pueda, seguiré volviendo. Hay cosas que no puedo dejar de hacer. ¡Qué mal hábito el mío! ¿No crees?

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17 mar 2010

Guerra de los mundos / War of the Worlds, de Steven Spielberg (02) - Miguel Cane

Miguel Cane

Paramount Pictures' War of the Worlds


La anticipación ha rendido frutos. Se hace un silencio cuando la inconfundible voz de Morgan Freeman recita una versión ligeramente actualizada de las primeras líneas de la novela de H.G. Wells. Las imágenes que acompañan estas frases son de vital importancia para la trama, aún si nuevas generaciones que no están familiarizadas con el texto de 1898, no las hallan significativas. Esta es la manera que tiene Steven Spielberg para abrir el círculo – después volveremos a las imágenes y voz- que nos atrapa por casi dos horas y no permite despegar los ojos de la pantalla.

Tom Cruise in Paramount Pictures' War of the Worlds

Este es un event movie y no pierde su estatus ni un segundo, aún si entre los espectaculares efectos logra mostrar una historia cuyo interés humano y desarrollo de personajes logra sentirse, por momentos, genuino, aún si no puede sostenerlo dadas las convenciones del género.

La cinta abre en Bayonne, Nueva Jersey. Ray Ferrier (Tom Cruise) es un operador de maquinaria en los muelles; es padre del obstinado Robbie (Justin Chatwin) y la precoz Rachel (la niña prodigio du jour Dakota Fanning), que parece más madura en varios aspectos. Los chicos pasarán el fin de semana con él, mientras su ex, Mary Ann (Miranda Otto, de Lord of the Rings, ostenta su embarazo real en pantalla) y el nuevo marido de ésta van a visitar a los padres de ella en Boston.

Dakota Fanning , Justin Chatwin , Miranda Otto and Tom Cruise in Paramount Pictures' War of the Worlds

La relación entre padre e hijo es tirante: Robbie resiente la separación familiar y no pierde ocasión para antagonizar con Ray. La dinámica disfuncional se ve de pronto interrumpida por una extraña tormenta eléctrica que es sólo el preámbulo para la impactante revelación de una invasión a nivel global. Pronto, la familia Ferrier huye por su vida mientras un cataclismo espantoso destruye el mundo que conocieron.

Con una atmósfera que se basa en la realidad post 11 de septiembre (un subtexto constante en el guión de David Koepp), totalmente alejada del espectáculo de Día de la Independencia, la película se convierte en una aventura violenta, oscura, intensa y plena de suspenso. La angustia se sostiene mientras a velocidad vertiginosa, el cinefotógrafo, Janusz Kaminski, muestra escalofriantes escenas de destrucción con esas legendarias máquinas trípodes que son un elemento memorable de la producción.

Paramount Pictures' War of the Worlds

Los personajes pasan por secuencias coreografiadas con habilidad que originan en el espectador un malestar casi insoportable. Aquí, los invasores no tienen motivos: arrasan con todo porque pueden. Ni siquiera se sabe si vienen de Marte: sólo es evidente que han planeado esta ocupación por años. Así lo revela a Ferrier el perturbado Harlan Ogilvy (un brillante Tim Robbins, que consigue convencernos de su creciente enajenación), que representa al monstruo en su aspecto humano: la locura lo convierte en algo tan grave como su enemigo.

Existe una fidelidad notable hacia el texto de Wells y también una inmediatez contemporánea: éstos son tiempos ominosos y eso se vuelve tangible, aún si sabemos que, al tratarse de un film de Spielberg, el desenlace no puede ser tan oscuro. Cruise da una actuación bien afianzada y congruente, mostrándonos cómo Ray madura desde su primera escena hasta el impactante clímax: pasa de ser despreocupado, a un padre capaz literalmente de cualquier cosa para asegurar la supervivencia de sus hijos.

A visual effects shot from Paramount Pictures' War of the Worlds
Tom Cruise and Dakota Fanning in Paramount Pictures' War of the Worlds

Pocas veces tiene la oportunidad de demostrar que en él hay más que una movie star: la inenarrable Magnolia de PT Anderson es una y ésta (toda proporción guardada) es otra. Hacia la mitad, la película sucumbe a pérdidas de ritmo y a un convencionalismo hollywoodense en varias secuencias – hay elementos en la trama, especialmente pertinentes a Robbie que se derrumban- , no obstante ésta es una buena película que justifica el gasto y la alharaca.

No es lo mejor de Spielberg (esto sería acaso Minority Report), pero cumple cabalmente en todos los aspectos, incluyendo guiños que le encantan al director (alusiones y homenajes a otros filmes, como incluir un cameo de Gene Barry y Ann Robinson, protagonistas de la versión de 1953 dirigida por Byron Haskins) y el transportar desde la butaca al espectador a sentir el pánico de la multitud, a creer por un momento que este es el fin del mundo. Ese es, finalmente, uno de los propósitos del cine: la ilusión se hace tangible mientras hay imágenes en la pantalla y se quedan con uno, aún al salir a la luz.

A visual effects shot from Paramount Pictures' War of the Worlds

Guerra de los mundos/War of the Worlds
Con Tom Cruise, Tim Robbins, Dakota Fanning, Justin Chatwin y Miranda Otto. Dirige: Steven Spielberg. Distribuye: United International Pictures.


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15 mar 2010

Almas malditas / The Gathering, de de Brian Gilbert

Miguel Cane





¿Por qué razón, como espectadores, nos sentimos en muchos casos atraídos por lo que conocemos como “películas de terror”? Este es un fenómeno inexplicable, pero se hace notar: un alto porcentaje de las películas que se estrenan cada año tratan con el lado oscuro del ser humano, su anhelo por ser partícipes desde afuera de las tragedias ajenas. Si bien la gran mayoría de las películas de terror que se estrenan habitualmente rayan en lo mediocre, ocasionalmente suele aparecer una cinta realmente perturbadora y escalofriante, cuyas implicaciones sobrenaturales consiguen inducir una auténtica sensación de angustia y horror. Tal es el caso de esta película hecha en Ingaterra, que llega con casi tres años de retraso y que, no obstante, es una de las mejores ofrendas de su género en mucho tiempo.



Cassie, joven solitaria y enigmática (Christina Ricci, aquí rubia de peluquería), es atropellada por la joven madre Marion Kirkman (Kerry Fox, Tumba al ras de la tierra), quien la lleva a recuperarse a la sombría mansión familiar puesto que la chica aparentemente ha perdido la memoria. Pronto, conoce a los pequeños hijos de Marion y a su marido, Simon (Stephen Dillane, Las horas), profesor que busca desentrañar el misterio de las ruinas enterradas en un bosque de Glastonbury de lo que hace miles de años fue una iglesia, en cuyos muros aparece el bajorrelieve de una escena de la crucifixión, con un grupo de gente reunida en torno, observando el acontecimiento como mudos testigos.


¿Qué relación existe entre este siniestro mural y la chica amnésica? ¿Por qué Cassie siente que hay extraños que la observan todo el tiempo? ¿Son alucinaciones suyas o se trata de algo mucho peor? ¿Qué hay detrás de las insólitas y trágicas ocurrencias que surgen de sus premoniciones? ¿Tendrá algo qué ver un agresivo motociclista? A partir de un guión original de Anthony Horowitz – quien ha hecho carrera adaptando las novelas de Agatha Christie para la BBC- que crea una atmósfera de suspenso que se va tornando cada vez más inquietante, Brian Gilbert, hábil para presentar personajes en crisis (es responsable de la estupenda Wilde, de 1997 y la brillante Tom y Viv -1994-), logra un ejercicio de angustia que evita caer en lo fácil o lo truculento, que no pierde el ritmo hasta llegar a una vuelta de tuerca inesperada y perturbadora.
El efecto del filme funciona también gracias a sus locaciones naturales y al trabajo de fotografía de Martin Fuhrer, que ilumina habitaciones oscuras y oscurece aquellas que están iluminadas, donde el elenco, encabezado por la sorprendente Ricci y Ioan Gruffudd (ahora de moda por Los Cuatro Fantásticos) aporta el carisma necesario para hacer creíble a trama, lo que involucra al espectador en la cinta, planteándole cuestiones que seguramente se llevará consigo a casa cuando termine la proyección… y tal vez, no le permitan dormir por algunas noches.


Almas Malditas/The Gathering.
Con: Christina Ricci, Ioan Gruffud, Kerry Fox, Simon Russell Beale, Harry Forrester y Stephen Dillane. Guión: Anthony Horowitz. Música: Anne Dudley. Dirección: Brian Gilbert.
Reino Unido, 2002


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13 mar 2010

Antes de partir / The Bucket List, de Rob Reiner

Miguel Cane

Jack Nicholson and Morgan Freeman star in Warner Bros. Pictures' The Bucket List


Antes de partir no es una película que pueda ser considerada como una obra maestra. Es más, habrá algunos que dirán que quizás tampoco se la pueda calificar como de "notable". Aun así, la verdad es que es un filme que se las arregla para funcionar pese a sus problemas y esto es una buena parte porque en él intervienen dos grandes actores: Morgan Freeman y Jack Nicholson.

Aunque no destaca como una gran comedia (si bien pertenece al estilo realizado en su momento – fines de los 50, mediados de los 60- por directores como Billy Wilder y Blake Edwards y ejemplificado perfectamente por los desaparecidos Jack Lemmon y Walter Matthau) y es, de hecho, en ocasiones algo insulsa, la cinta tiene algunos momentos bastante divertidos, cuidados por Rob Reiner, especialista en esta clase de situaciones, lo que ayuda a que sea entretenida sin caer en el slapstick de siempre, aunque caiga en algunos estereotipos melodramáticos de su “parte seria” – después de todo, es la historia de dos desahuciados-, con algunos momentos emotivos algunos efectivos y otros no. En éste sentido, influyen mucho las notables interpretaciones de Freeman como un mecánico que comparte la última gran aventura de su vida con un millonario (Nicholson), yendo ambos a cumplir todos los sueños que habían dejado en el tintero, ante la presencia de la muerte. El guión, de Justin Zackham, se siente como si fuera una película para la tradicional dupla Lemmon/Matthau y representa el paso de estos dos actores “duros” al territorio de la tercera edad, mismo que habían estado rondando con paso muy temeroso, pero que ya no pueden eludir al estar ambos al borde de los 70.

Jack Nicholson and Morgan Freeman in Warner Bros. Pictures' The Bucket List


Morgan Freeman and Jack Nicholson in Warner Bros. Pictures' The Bucket List


Como es habitual en Nicholson hay un exceso de histrionismo muy suyo, que se hace aparente en partes de la película, aunque, sabe balancearlo con toques de su carisma igualmente reconocible. Morgan Freeman, por su parte, realiza un estupendo trabajo, con muchos matices y con sólo una mirada es capaz de transmitir emociones que se sienten genuinas. Siendo la razón de ser de la película, funcionan muy bien, aunque ninguno de los dos hace está memorable (definitivamente esto no es Sueño de fuga o Chinatown).

Los defectos más notorios de la cinta posiblemente tengan que ver con la dirección de Reiner, que a veces es floja – y en algunas partes con Nicholson esto se nota- y el guión (que, lo dicho, a veces sabe a reciclaje y desaprovecha aspectos originales que presenta pero no utiliza, yéndose por el “camino fácil”). Ayudan en buena parte las interpretaciones de soporte de Sean Hayes – muy lejos de su trabajo en la desaparecida serie Will & Grace, cosa que sorprende- y el poco aprovechado Rob Morrow, como el médico, que es el “hombre serio” de la trama. La fotografía de John Schwartzman es un mérito añadido y aprovecha las locaciones internacionales todo lo que puede.

Jack Nicholson and Morgan Freeman in Warner Bros. Pictures' The Bucket List


En resumen, merece la pena ver Antes de partir (aunque el título en español resulta un poco tramposo) aún teniendo en cuenta sus carencias, sobre todo para el espectador que busca entretenimiento y el consabido “mensaje”, que viene implícito – esto es Hollywood, ni hablar- en la factura de ver a dos de los grandes juntos en pantalla por primera vez; y dado el éxito de la mancuerna, quizá no sea – como en el caso de los citados compadres Jack y Walter- la última. Ojalá.

Antes de partir/The Bucket List
Con Jack Nicholson, Morgan Freeman, Sean Hayes, Rob Morrow y Beverly Todd.
Dirige Rob Reiner
Estados Unidos 2008.

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Antártica / Antarctica, film de Koreyoshi Kurahara

David Guzmán

Texto con spoilers

Ayer tuve un reencuentro con el cine, sí...esa es la palabra: 'reencuentro' y la experiencia fue en verdad muy emocionante pues tuve que (enseguida cuento razones) atenerme únicamente a los sentidos de la vista y oído, quedándose en segundo plano, la comprensión de diálogos.


De entre mi mini colección de discos de Vangelis, hay uno que siempre me ha intrigado por el perfecto sonido que contiene, su nombre: Antarctica. Este trabajo es para mí, uno de los puntos altos en la discografía del músico griego, básicamente por la limpieza de esa música generada por sintetizadores mezclada con algunos otros instrumentos electrónicos. Y es que además de la pulcritud en las mezclas, las notas contienen un sentimiento al que difícilmente uno puede abstraerse, convirtiéndose fácilmente en música evocadora de imágenes.



La música de Antarctica fue realizada posteriormente a la banda sonora más famosa que ha compuesto Vangelis para el cine: Blade Runner. Los sonidos de hecho son similares, pero cada soundtrack se ajusta al espacio y tiempo para el que fue creado, En Blade Runner por ejemplo, Vangelis contribuyó con sus composiciones a la atmósfera obscura y desesperanzadora de la megalópolis en que se convierte la ciudad de Los Ángeles; en cambio su colaboración musical para Antarctica con percusiones que sugieren ecos y sonidos distantes de teclados que dan la idea de grandes espacios deshabitados, producen el efecto contrario pues las situaciones límite que retrata el film son mágicamente contrastadas con una música que genera esperanza y ánimo de supervivencia en el agreste y gélido ambiente de la Antártida.


Pero la intención del comentario es profundizar un poco más en Antarctica, la película. Es muy difícil conseguirla, pero pudo más mi inquietud por oír la famosa música de Vangelis acompañando imágenes qué lo que los diálogos me pudiesen decir, por lo que al ver la cinta, la experiencia se convirtió en un extraño ejercicio, sin subtítulos y hablada en japonés -el idioma original en el que fue filmada- fue como asistir a un concierto exclusivamente para la vista y el oído. Para mi sorpresa, los diálogos son mínimos y las imágenes hablan por sí solas y queda de manifiesto desde el inicio, la genialidad de Vangelis como pieza fundamental para convertir la película en un impresionante paseo por este deshabitado e inhóspito lugar.

Antarctica está basada en un suceso real ocurrido a una expedición en el año de 1958, cuando en el mundo iba en aumento la fiebre por conquistar y explorar terrenos hasta entonces desconocidos. Filmada en un tono semidocumental, la cinta narra el abandono a su suerte de una manada de huskis (perros del polo utilizados principalmente para jalar trineos) por un grupo de científicos en una estación de investigación japonesa en la Antártida.

Desde el principio del film, es evidente la gran ayuda que estos animales son capaces de proporcionar a los humanos. Los científicos Ushioda (Ken Takakura) y Ochi (Tsunehiko Watase), se adentran en la Antártida en uno de los viajes de exploración dejando en la estación a sus compañeros.


Pero el viaje de regreso se complica y es entonces cuando se aprecia la fidelidad de los perros, su fuerza y el impresionante instinto que poseen para encontrar el camino a la estación aún en condiciones en los que la nieve y el viento imposibilitan el avance. El clima no perdona y el frío cala a niveles tales que los exploradores deben cubrir ojos y rostro para evitar el congelamiento, mientras comienzan a ser visibles algunas quemaduras en la piel.

Las inclemencias del tiempo no cesan y durante una gran tormenta los científicos deben abandonar la estación en un gran barco rompehielos que los rescata. Sin oportunidad de reaccionar, Ushioda y Ochi (quienes mantenían un lazo afectivo con la manada de huskis) se enfrentan al problema de no encontrar cabida para los perros en el barco y se ven obligados a abandonarlos encadenados a la intemperie y sin alimento.


La odisea comienza aquí, pues el instinto de supervivencia de estos animales es muy fuerte y hacen hasta lo imposible por soltarse y escapar. Algunos lo logran en un doloroso y largo proceso, pero los que no corren con suerte, comienzan a morir congelados. La originalmente numerosa manada que logró zafarse de las cadenas, comienza la búsqueda de alimento en un infinito desierto blanco que provoca que esta tarea se vuelva por demás desesperanzadora y fatigante. Poco a poco el grupo empezará a disminuir en número de integrantes. El hambre los obligará a aprender a cazar, raspar la nieve en busca de peces atrapados en el hielo, enfrentarse en grupo a leones marinos ó incluso al ataque de orcas en algunas de las secuencias más espectaculares de la película, esto sin contar la gran cantidad de peligros a los que se exponen en una superficie terrestre siempre cambiante

Es el realismo de las imágenes al que nos vemos enfrentados los espectadores que nos deja un sentimiento de angustia intensa. Vemos a estos animales que heridos o hambrientos, mueren ó desaparecen entre los cuarteados bloques de hielo en prolongadas secuencias sin cortes, duras y sin concesiones. Es clara la intención del realizador: nos va preparando el camino para un final tan entrañable como emotivo, ya que al tiempo que vemos estas imágenes desgarradoras, sigue al par de científicos y su vida en ciudad quienes con profunda nostalgia se muestran inquietos por no saber lo ocurrido a sus fieles animales, convirtiéndose este motivo en deseo permanente de regresar a la Antártida. Lo logran 6 meses después, pero lo que encuentran es devastador.
Vangelis cumple con creces y eleva la película de nivel, esto ya es un sello del compositor en sus colaboraciones para el cine. En uno de los extras del DVD, se observa al director Kurahara presentándole imágenes de la película al músico, quien muestra su agrado a lo que ha visto y accede a participar. Así pues, Kurahara utiliza distintas variaciones del tema principal (Deliverance – Salvación-) compuestas por Vangelis, que encajan a la perfección creando imágenes de un lirismo y poesía fascinantes y que con cada nota que escuchamos, inyecta esperanza en los momentos en que ésta parece no existir.


Kurahara nos pasea con su cámara por paisajes hermosos, atardeceres que dejan sin aliento, parajes con un silencio eterno, casi sepulcral y que en instantes pueden ser azotados por la violenta fuerza de la naturaleza. Casi es posible percibir el olor a muerte que ronda la zona y que termina provocando una profunda admiración y respeto por las vastas regiones polares.

Basta ver un espectáculo que sucede ocasionalmente en esos lugares y que es mostrado en la película: la aparición de la aurora boreal, cuya majestuosidad visual con la que fue retratada envolviendo a los perros en una larga y hermosa secuencia (casi surrealista), nos hace recordar sentimientos similares inspirados por el espacio exterior que Stanley Kubrick nos mostró virtuosamente en su clásico de ciencia ficción: 2001 Odisea del Espacio.


Los actores, no son conocidos. Si acaso podríamos recordar al protagonista, un japonés de nombre Ken Takakura, a quién vimos en una película viejita de Ridley Scott llamada Lluvia Negra (Black Rain). Actúa también Tsunehiko Watase, (Entre el cielo y la Tierra - Heaven and Earth de Oliver Stone); ambos nos ofrecen aquí un trabajo actoral de buen nivel, matizado y sin sobreactuaciones gratuitas en los momentos de mayor emotividad.

Antarctica tuvo gran resonancia en Japón y se convirtió en un impresionante éxito de taquilla; gran cantidad de artículos promocionales fueron puestos a la venta, largas filas en los lugares en los que se exhibió la cinta culminaron en la obtención de varios premios y nominaciones en prestigiados festivales de cine de la época.

Créanme que esa frase de “el perro es el mejor amigo del hombre”, fue llevada al cine decorosamente con Antarctica. Contrario a lo ocurrido en el remake que realizó Disney recientemente (Rescate en la Antártida - Eight Below, que carece del encanto y fuerza del original japonés que nos ocupa), el film de Kurohara está dirigido claramente al espectador adulto, por el realismo de las imágenes y la cruda violencia gráfica en pantalla.

Antarctica me reconfirmó que el Cine como lenguaje universal puede, con la sola imagen y música, ser suficiente para emocionarme transmitiendo sensaciones; bastó lo que vi para conceptualizar el film como una película profunda y de vitalidad excepcional. Es pues un trabajo notable que merece ser rescatado del olvido para disfrute de los que gustan del buen cine.



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